Logotipo de Yo También

The Sound of Metal: una historia que se queda corta

La cinta que recibió el Oscar por el uso del sonido y el sonido omite información valiosa sobre el implante coclear que puede confundir a quienes podrían beneficiarse con él.

Ícono de calendario

29 de abril de 2021

Ícono de autor

Arturo Gallegos

Respeto el trabajo narrativo y festejo el gran trabajo de sonido de los mexicanos que llevó a ganar el Oscar a la película The Sound of Metal. Pero como padre de un niño sordo implantado en México, país donde tener acceso a un buen servicio de salud para la mayoría de la población es casi imposible, y donde no tenemos una cultura que apoye e integre a la gente con algún tipo de discapacidad, creo que The Sound of Metal presenta una historia que confunde y omite información valiosísima sobre el implante coclear (IC) y las posibilidades que este pequeño aparato revolucionario brinda a la vida de la gente con pérdida auditiva. 

Coincido con Fran Ruiz (padre de una niña implantada) en la columna que publicó en el diario Crónica cuando escribe, «no soy quien para decirle a un director de cine cómo hacer su película», pero aunque la historia es una ficción, que como género permite crear personajes e historias que parecen reales sin serlo, esta historia es totalmente real para más gente de la que uno creería, gente que se identifica o se identificará con esta situación y a la que la información (limitada y errónea) que cuenta el filme puede impactar en su percepción sobre el IC y por ende sobre sus decisiones. 

Al finalizar la película, Martha (mi esposa) y yo nos quedamos platicando sobre nuestras impresiones, y ella hizo una analogía que me parece muy atinada, refiriéndose a la posición que toma la comunidad sorda de no apoyar, y de hecho excluir a Rubén (el protagonista) a partir de su decisión de implantarse.[

](https://www.yotambien.mx/wp-content/uploads/2020/09/Guia_personas_Discapacidad_Auditiva-Yo_Tambien.pdf)Me dijo, «es como si alguien que pierde vista quisiera ponerse lentes para volver a ver, para volver a leer, y una comunidad lo rechazara por pensar así, y mejor lo motivara a aprender Braille y olvidar los lentes». 

Creo que nuestra sociedad ha provocado esta situación en la que la gente sorda ha tenido que generar su propia comunidad aparte. Un espacio en donde los respeten y entiendan, en donde se puedan comunicar y convivir. Y es un poco obvio. Si en el mundo norma-oyente no somos empáticos, no entendemos, no aprendemos Lengua de Señas así como aprendemos cualquier otro idioma, ¿cómo demonios la gente sorda no se va a sentir rechazada y separarse del resto del mundo? Nuestro trabajo debería ser incluir, integrar, no excluir y marginar. 

La pérdida auditiva es un problema de salud pública que afecta a nuestra sociedad, y el tema es más complejo que la corta historia que presenta esta cinta, ya que esto le pasa y le puede pasar a cualquiera, a músicos como Rubén (personaje que pierde la audición), a gente que enferma por un virus o que tiene alguna alergia y pierde el sentido de la audición en un abrir y cerrar de ojos, o gente que envejece o niños que nacen sin escuchar y que son candidatos a un implante coclear y que, si tienen la información clara y completa, pueden tener la posibilidad que mi esposa y yo tuvimos para que nuestro hijo pudiera volver a escuchar y, por ende, desarrollar lenguaje verbal, y abrirle así la puerta a hacer lo que él quiera en la vida.

Cuando Leo, mi hijo, tenía un año y medio de edad, nos enteramos que era sordo. El golpe fue fuerte. Descubrimos en poco tiempo que el implante coclear era una opción para darle la alternativa de volver a escuchar, y nos enfrentamos a una de las primeras problemáticas de este país: nuestro seguro de gastos médicos mayores no lo cubría, al igual que ocurre con prácticamente todas las aseguradoras del país, y el seguro público sólo lo tenía a través del extinto Seguro Popular, que lamentablemente estaba muy limitado en recursos, sobre todo si entendemos que el servicio era solamente para niños de menos de 3 años de edad (cuando el trámite y protocolo para solicitarlo podía durar años) y cuando implantaban aproximadamente a 80 niños al año (y creo que estoy exagerando porque según recuerdo eran menos), en un México donde nacen alrededor de 4 mil niños sordos al año. 

Fuimos muy afortunados en poder obtener el dinero para implantar a Leo de manera privada y encontrarnos con la gente adecuada para darle seguimiento al caso. La cirugía fue un éxito y Leo se implantó con un año y 10 meses de edad. Según nos decían los profesionales (audióloga y terapeuta), las posibilidades de recuperación de un niño de esa edad eran muy altas, y lo fueron, pero hay algo que The Sound of Metal omite en cuanto al proceso que sigue después de que una persona se implanta, el IC no es mágico, no funciona por sí solo, requiere seguimiento por varios meses o años para ir perfeccionando la manera en que tu cerebro registra y aprende a interpretar la nueva manera de escuchar a través de esta tecnología que, por más evolucionada que esté, no es tu oído, pero definitivamente funciona. 

Esto implica mucho trabajo de audiología y terapia. Si esto no sucede, el implante no resulta como debería. 

Con el paso de los años y de la investigación constante, seguimos conociendo e involucrándonos con gente experta en cada una de las áreas necesarias para que un niño implantado se desarrolle, desde lenguaje oral hasta estructura en su proceso de pensamiento. Y hoy en día, después de 8 años, Leo es un niño sordo implantado, que se desenvuelve como un niño norma-oyente, va a una escuela regular bilingüe, toca la viola y tiene muchos amigos como cualquier otro niño. Es un niño totalmente integrado a una sociedad que no entiende lo que implica perder el sentido del oído. 

Mi esposa y yo sabemos que la historia de nuestro hijo es una historia de éxito, una historia de una película con final feliz (por lo menos en este primer volumen de la saga). Y hemos conocido decenas de casos que lamentablemente no tienen la suerte, el dinero, el entendimiento, las opciones que se necesitan para que sus hijos tengan el beneficio de integrarse a una sociedad que los discrimina si no escuchan perfectamente, si no hablan o pronuncian como los demás, una sociedad que no es consciente de lo que implica el ruido en un aula de clases para las personas implantadas o con pérdida auditiva, una sociedad que no sabe Lengua de Señas. 

Creo que películas como The Sound of Metal, que gracias al reconocimiento que está teniendo y la exposición que tendrá a partir de esta premiación, son una gran ventana de comunicación que debería apoyar a la difusión de información tan valiosa y aún escasa en el mundo, en lugar de mermar las expectativas sobre esta tecnología. Mi opinión es que como sociedad debemos luchar, solidarizarnos y exigir que todas las personas que tengan médicamente la posibilidad de implantarse puedan hacerlo, y que toda la gente sorda para la que el implante no sea una opción, pueda integrarse a una sociedad que los entienda, los considere, los apoye; una sociedad que se comunique con ellos en su idioma porque, al final de la historia, todos somos iguales y queremos lo mismo, poder ser felices como somos, ser felices con nuestras diferencias.

Aquí les comparto el link de un documental del caso de la implantación de Leo.

*Arturo Gallegos es comunicólogo, originario de Guadalajara. Director y editor audiovisual desde 2003 en la CDMX. Apasionado de la imagen, amante de las series

Te puede interesar:

Guía de COVID-19 para personas con discapacidad auditiva

Hacia un mundo de silencio: 25% de la población tendrá problemas auditivos en 2050

“Es más fácil para nosotros la Lengua de Señas Mexicana que el español”

*Las notas relacionadas en este texto, que están fuera del sitio yotambien.mx, no necesariamente contienen un lenguaje inclusivo, o cumplen con criterios de accesibilidad web, compatibles con el uso de tecnologías de apoyo para pcd. yotambién.mx no es responsable de lo que publican estos sitios de referencia