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“Elementos”: un tributo a la inclusión

Superar prejuicios y creencias que, generalmente, no tienen razón de ser es indispensable para impulsar la inclusión y avanzar hacia una sociedad sin barreras hacia grupos que suelen ser excluidos.

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30 de junio de 2023

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Karina González Fauerman

Crecemos con la idea de que el agua y el aceite no se mezclan, que hay elementos incompatibles por naturaleza que se repelen por sí solos… adoptamos creencias que se heredan, muchas veces, sin ningún cuestionamiento. Ojalá esto sólo sucediera a nivel químico, pero en pleno siglo XXI todavía existe discriminación entre el grupo LGBT+ y los heterosexuales, los migrantes y las autoridades, las personas con y sin discapacidad. Como si el solo hecho de ser diferente invisibilizara, excluyera y trazara una barrera (mental, especialmente) casi imposible de derribar. Ya lo dijo Albert Einstein: “es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”.

Romper con estas limitantes es posible. Al menos así lo percibí durante las casi dos horas que dura la película “Elementos”, la más reciente apuesta de Disney y Pixar.  Su historia es un tributo a la inclusión que vale la pena reflexionar.

La premisa del largometraje es clave. Y es que, en Ciudad Elementos, lugar ficticio donde se desarrolla la trama, es necesario respetar una regla: distintos elementos no pueden mezclarse entre sí. ¿Les suena familiar? Sin embargo, los protagonistas Ember (fuego) y Wade (agua) desafían lo establecido, y aún sin proponérselo, entre ellos surge una relación entrañable que cobra fuerza gracias a sus contrastantes personalidades.

¿Qué podemos aprender de “Elementos”?

Cuestionar lo establecido. Es necesario replantearnos los parámetros que dicta la sociedad y atrevernos a ir más allá de lo convencional. Lo que puede ser malo para uno puede ser bueno para otros.

La diversidad enriquece: fuego, agua, tierra y aire (migrantes, LGBT+, personas con discapacidad, personas afrodescendientes) … todos son importantes. Uno completa al otro, no lo anula.

Respetar las diferencias. En lugar de discriminar lo desconocido, empecemos por escuchar a los demás, a conocer su historia y apreciar su perspectiva.

Atreverse a ser uno mismo y luchar por los sueños. Sólo nosotros mismos podemos definir quiénes somos (nadie más) y saber cuál es nuestra verdadera esencia. De igual forma, sólo nosotros mismos podemos saber cuáles son nuestros sueños y luchar por conseguirlos. No dejemos que la sociedad escriba el guión sobre lo que espera de nosotros.

-Celebremos la diversidad. Sin importar el color de la piel, el tamaño, la forma o el estrato social, todos los habitantes de un planeta (cualquiera que este fuere) deberíamos tener igualdad de derechos y oportunidades.

Y como cereza del pastel

Honremos nuestras raíces. La familia es uno de los núcleos más importantes, pues representa el origen de nuestros valores y creencias. Tomemos lo mejor de nuestros antecesores y elaboremos nuestra propia filosofía de vida.

¿Algún día Ciudad de México podría ser Ciudad Elementos? Ojalá el escenario que plantea “Elementos” no sea utópico y se replique en la realidad: personas con discapacidad en trabajos dignos con salarios justos, integrantes de la comunidad LGBT+ alzando la voz sin ser cuestionados ni sancionados, migrantes empezando una nueva vida en otro país sin temor constante a ser deportados, mujeres en altos puestos directivos, niñas y niños con pocos recursos económicos con la posibilidad de acceder a educación de alto nivel…

Esperemos que la inclusión no se limite a la ficción y que cobre vida, poco a poco, en la cotidianidad. Nadar en contra de la corriente también puede tener beneficios. Rompamos el molde, salgamos de la caja y gritémosle al mundo nuestros mayores anhelos.

***La autora es periodista colaboradora de Yo También. El cine, los libros, el café y la maternidad forman parte de su vida diaria.

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