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Un cuarto (accesible) propio

Si las mujeres sin discapacidad nos enfrentamos a un “techo de cristal” para las mujeres con discapacidad el techo parece ser de plomo.

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11 de marzo de 2022

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Ágata Szekely

Por Ágata Székely

Casi 100 años después de la publicación del famoso ensayo “Un cuarto propio”, el lema-legado de Virginia Woolf sigue siendo uno de los lugares comunes más contundentes y aún relevantes del feminismo. Las mujeres necesitamos dinero y un cuarto propio, es decir, autonomía, no solo para hacer literatura, sino para ser y desplegarnos en el mundo. Recursos que nos permitan tomar decisiones y brindarnos autocuidado (físico y espiritual) sin depender de la voluntad de otros. 

¿Y qué necesita una mujer con discapacidad? ¿Deberíamos escribir un ensayo específico diferente? 

En mi opinión, no ( pero déjenme saber si me equivoco). Las mujeres con discapacidad precisan exactamente lo mismo.

El cuarto propio deberá ser accesible. La lana deberá cubrir los ajustes necesarios para que las barreras se minimicen y las coloquen en igualdad de oportunidades para buscar, como todas, nuestra realización.

Sin embargo, esto está lejos de ocurrir. Si la brecha de género todavía existe en todas las áreas, para las mujeres con discapacidad el salto es todavía más largo. Si las mujeres sin discapacidad nos enfrentamos a un “techo de cristal” para las mujeres con discapacidad el techo parece ser de plomo (Cifras del INEGI, por ejemplo, indican que sólo el 27.9 por ciento de las mujeres con discapacidad son económicamente activas versus el 52.9 por ciento de hombres con discapacidad). Y hablando de techos, sabemos con certeza que a veces ni siquiera cuentan con un cuarto ni propio ni ajeno, en el que realmente estén a salvo: 72 por ciento de las mujeres con discapacidad aseguró en una encuesta que había vivido al menos un tipo de violencia y mientras esto sucede, recursos urgentes que debían usarse para los refugios accesibles fueron frenados.  

Esta semana, miles de mujeres con y sin discapacidad marcharon para reclamar por sus derechos. Dimos amplia cobertura al evento. Bárbara recordó el ADN femenino del equipo y como fueron mujeres las que colaboraron para que fuera posible este cuarto propio virtual que es Yo También.

Jen estuvo en el corazón de la contingenta y nos regaló una crónica imprescindible con fotos y detalles únicos. En la manifestación, varias pancartas reclamaban atención a los hechos de violencia hacia las mujeres con discapacidad. Las cartulinas creativas daban cuenta de estos pendientes y muchos más. Una en particular decía: “Virginia, no quiero un cuarto propio, quiero el mundo entero”.