Lindsay Lohan, la actriz que saltó a la fama desde muy temprana edad cuando empezó en el modelaje, debutó como mamá de Luai, su primer hijo junto a su esposo, Bader Shammas.
La polémica actriz de 37 años, famosa no sólo por sus protagónicos en filmes de Disney, sino por una serie de desencuentros con la justicia y una larga lista de adicciones y problemas de salud mental, se dice “encantada” con el nacimiento de su hijo, según reporta el sitio de entretenimiento Page Six.
Desde su debut en la icónica “Parents Trap” (“Juego de gemelas”, en español), Lohan ha vivido en una montaña rusa que, aunque ha afectado su carrera, le ha permitido sumar éxitos como en “Chicas pesadas”, “Georgia Rule” y “Confesiones de una típica adolescente”.
Ahora, los titulares los ocupa el nacimiento de Luai en Dubái, donde la pareja de padres primerizos tiene su residencia.
Luai es un nombre árabe que significa “escudo” o “protector”.
La estrella estadounidense anunció en marzo su embarazo. “Estamos bendecidos y emocionados”, escribió en ese momento en su cuenta de Instagram.
“Quiero tener hijos”, dijo Lohan a la revista Interview en noviembre de 2022, y adelantó que había “hablado” con su pareja sobre la conveniencia de seguir viviendo Dubái cuando se convirtieran en padres.
“Es tan seguro allí, y las escuelas son geniales. Está tan separado de todo a lo que estoy acostumbrada… Es bueno tener un mundo separado que es mío”, expresó.
Lindsay Lohan y la salud mental
Después de una crisis de salud mental muy sonada y un breve periodo en la cárcel a finales de la década de 2000, Lohan prácticamente desapareció de la vida pública.
Entre 2007 y 2013, desde sus 21 años, fue a rehabilitación seis veces, y entró y salió de la cárcel en repetidas ocasiones por robo, conducción en estado de embriaguez y posesión de drogas. El público dejó de valorarla como una prometedora actriz y cantante para identificarla únicamente como aquella estrella infantil, igual que muchas otras, que cayó en saco roto, recuerda El País.
En 2013, Lohan habló públicamente y sin reparos de sus adicciones con la presentadora Oprah Winfrey. “Soy adicta al alcohol”, admitió. “En el pasado, el alcohol fue la puerta de entrada a otras cosas para mí. La cocaína era más una cuestión de las fiestas: la gente la tenía y yo la tomaba. Iba de la mano del alcohol”.
De ahí, sumó nuevos incidentes por sus adicciones y una mala selección de películas y de parejas. En 2016 acaparó titulares cuando el que era su prometido, el joven millonario ruso Egor Tarabasov, la agredió ante las cámaras estando, precisamente, en una playa de Mykonos, donde vivía antes de trasladarse a Dubái e iniciar una nueva vida.
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