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La tibia acción pro inclusión financiera de la CNBV

En la presentación del primer reporte “Inclusión financiera de las personas con discapacidad: retos y recomendaciones” hubo periodistas y miembros de organizaciones de la sociedad civil, pero ni un solo directivo de ninguna entidad financiera, ¿qué nos dice esto?

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5 de mayo de 2023

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Bárbara Anderson

“A las instituciones del sector financiero, les pedimos de la manera más atenta se garanticen sus derechos a la accesibilidad, a la igualdad y a la no discriminación”, dijo Jesús de la Fuente, presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), esta semana cuando presentó el primer reporte sobre “Inclusión financiera de las personas con discapacidad: retos y recomendaciones” .

Sí, casi con el pétalo de una rosa, les pidió a los directivos de los bancos, afores y seguros que sean tantito empáticos, que le den una repasada a su infraestructura física y digital y que tomen en cuenta las recomendaciones que la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (que por cierto el mismo día de este informe cumplió 15 años) para no dejar atrás a nadie dentro del sistema financiero. 

De la Fuente lo dijo en un evento plagado de periodistas y de miembros de organizaciones de la sociedad civil vinculadas con la discapacidad. No hubo ni un solo directivo de ninguna entidad financiera. De ese tamaño es el compromiso que tiene el sector financiero. 

A lo largo de los últimos meses hemos reportado en nuestro sitio algunas acciones de bancos fundamentalmente: el servicio de atención telefónica para personas con discapacidad (pcd) visual de BBVA, una aplicación para personas ciegas de Banorte, HSBC y un servicio en Braille de sus productos. Hasta ahora sólo BBVA ha dado datos: de los 27 millones de clientes de BBVA, 3.8 por ciento cuenta con alguna discapacidad (ni más ni menos que un millón 26 mil personas).

Pero no hay un real compromiso por una auténtica inclusión financiera plena de las pcd de todo el sector financiero. No fue tema siquiera en la última Convención Bancaria este año en Yucatán. 

Los bancos deberían ‘devolver’ un poco a la sociedad mexicana lo mucho que este mercado representa para sus finanzas. Sólo en 2022 las entidades financieras tuvieron utilidades récord, casi 30 por ciento más que en 2021. Ningún otro país de la región tuvo este resultado. 

Sólo BBVA ganó en nuestro país el doble que en su casa matriz en España; de hecho fue el mercado que más aportó en todo el mundo a esta institución financiera. 

Les doy un pequeño ejemplo de lo apetitoso que es México: el Banco Santander necesita invertir en su país 8.8 dólares para obtener 1 dólar de rentabilidad, pero en sus operaciones en México, sólo necesita invertir 5.2 dólares; en el caso de BBVA mientras en su país de origen necesita invertir 8.6 dólares para obtener un 1 dólar de rentabilidad anual, pero en México le basta sólo con invertir 3.2 dólares.

En España, con organizaciones de la sociedad civil como la ONCE impulsando de manera activa la inclusión han llevado a que 8 de cada 10 sucursales de Banco Santander sean hoy 100 por ciento accesibles. Allí no les piden a los bancos “de la manera más atenta” como aquí, sino que hay compromisos y consecuencias. 

Hace dos años se puso en marcha un “Protocolo Estratégico para reforzar el compromiso social y sostenible de la banca” fundamentalmente para la adopción de nuevas medidas para una atención personalizada de personas mayores y personas con discapacidad. El compromiso tiene un Observatorio para seguimiento y un reporte trimestral de resultados que se balconea en todos los medios. 

No sólo ‘invitan’, sino que ‘obligan’. Porque estamos hablando de derechos (como el de la accesibilidad tanto física como digital al sistema financiero). No es una cuestión de buena voluntad sino que representa un acto de discriminación financiera. 

En el mismo evento de la CNBV, donde mostraron el perfil de un cliente promedio con discapacidad del sistema financiero (un poco sesgado si uno mira cómo se tomaron las encuestas, en qué ciudades y estratos sociales y sus cruces con datos de la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera de INEGI), Lucía Buenrostro, vicepresidenta de la CNBV tomó la palabra con una declaración un tanto sincericida: ”la exclusión financiera representa una pérdida económica y social no sólo para las personas, sino también para las instituciones financieras y la sociedad”.

Pues si: las pcd consumen, gastan, ahorran, solicitan crédito, emprenden, planifican gastos y hasta -indica este reporte- están mejor preparadas en finanzas personales que quienes no tienen una discapacidad. 

El reporte tiene un apartado donde evalúa la accesibilidad web de los portales de las entidades financieras y de sus aplicaciones móviles. 

Más allá de quienes están más o menos abiertos a clientes con discapacidad me llamó la atención que el Banco Bienestar, donde ya están bancarizando a 11.4 millones de adultos mayores que reciben pensión y a los 1.27 millones de pcd permanente que también son derechohabientes a estas contribuciones. 

La institución financiera del gobierno federal está a mitad de tabla de todos los bancos evaluados en cuestiones de accesibilidad web y es el único que no cuenta con una aplicación móvil, justo la ‘rampa digital’ que todos los organismos internacionales recomiendan como la primera, más segura y hasta económica medida para aumentar la inclusión financiera para pcd y de personas adultas mayores. 

“Ya es tiempo de tomar acciones en beneficio de este sector de la sociedad”, dijo Jesús de la Fuente, presidente de la CNBV al terminar el evento de presentación de este reporte con más obviedades que datos. 

“Este sector” requiere mucho más que buenas intenciones: todo el sistema financiero tiene una enorme deuda con las personas con discapacidad en México. 

Basta de chispazos creativos, productos que parecen la panacea de la inclusión o de buena voluntad vendida como responsabilidad social. “Este sector” está conformado por 18.6 millones de mexicanos mayores de 18 años que tienen barreras enormes para acceder a los beneficios de la bancarización.

Por Bárbara Anderson 

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