Ahora que los “reality shows” se volvieron a poner de moda con “La casa de los famosos”, quisiera pedirle un favor: deje de hacer cualquier cosa que esté haciendo, ponga Netflix y luche con todas sus fuerzas por ver “Amar con cada cromosoma” (“Down for Love”).
No tiene usted ni la más remota idea de la maravilla que es esto. Es un ejercicio de televisión que narra las historias reales de personas con síndrome de Down, en Nueva Zelanda, que están buscando pareja.
Es increíblemente hermoso, positivo y aleccionador. No hay manera de verlo y de no sensibilizarse, de no crecer y, ¿por qué no?, de no pasar un espléndido momento de entretenimiento familiar.
¿Por qué es hermoso? Porque trata del amor. ¿Puede haber algo más precioso que eso?
¿Por qué es positivo? Porque el amor se contagia, nos da alegría, luz, esperanza.
¿Por qué es aleccionador? Porque nos muestra un rostro que pocas veces ha salido a la luz pública sobre las personas con síndrome de Down.
Cuando uno mira a esas mujeres y a esos hombres buscando novio o novia, conociendo gente que no siempre es la indicada y viviendo esas citas románticas, se hermana con ellas, se hermana con ellos.
El amor nos une y este programa, gracias al amor, puede hacer más por las personas con discapacidad que muchas otras propuestas.
Además, es un “reality” muy bien hecho. Por favor no se vaya usted a imaginar algo parecido a una telenovela. ¡Para nada! “Amar con cada cromosoma” está lleno de humor, de conexión, de gloria.
Es muy divertido y sus valores de producción son excepcionales: las historias reales, la personalidad de cada participante, la iluminación, la edición.
Por nada del mundo se vaya a perder esto. Le va a gustar. De veras que sí.
*Álvaro Cueva es crítico de televisión y multimedia. Columnista en Milenio Diario, conductor en Milenio Televisión, Canal 22, El Once y N+Media. Y nos da mucho gusto decir que también es colaborador ocasional de Yotambien.mx.
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