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Por qué importa la histórica resolución A/77/L.77 de la ONU

Tenemos que hablar cada día más sobre salud mental de manera natural, fluida, sin tabúes. Quitarle el estigma, por supuesto, pero también dedicarle recursos y atención.

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30 de junio de 2023

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Katia D'Artigues

Por primera vez desde su creación en octubre de 1945, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó una resolución sobre salud mental esta semana. Impulsada por México y apoyada por Argentina, Canadá, Israel, Japón y Marruecos la -ojalá histórica- resolución A/77/L.77 fue adoptada por unanimidad. Es una gran noticia.

Fue Juan Ramón de la Fuente, nuestro embajador permanente ante ese organismo multilateral y psiquiatra de formación, el que explicó en pocas palabras frente a esa famosa pared de mármol verde los alcances que podría tener este llamado a la acción de los países del mundo que es enorme. 

Otra vez México propone algo histórico ante el mundo tras otro llamado en el 2001 que culminó en la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad. 

Aunque son 25 puntos los que toca la resolución “Salud mental y apoyo psicosocial” yo me quedo con tres, planteados en el primer punto que, de lograrse, transformarían y mejorarían millones de vidas en todo el mundo:

Uno. Que los países miembros de la ONU “promuevan  y mejoren los servicios de salud mental como componente esencial de la cobertura sanitaria universal (…) integrando una perspectiva de derechos humanos”.Dos. Que esta cobertura se haga en todas las leyes y políticas existentes “a fin de erradicar todas las formas de discriminación, estigma, estereotipos, prejuicios, violencia, maltrato, exclusión social, segregación, privación ilegal o arbitraria de la libertad, internamiento en instituciones médicas y medicalización excesiva”.

Tres. Que todos los países promuevan los “derechos de las personas que tienen afecciones de salud mental y discapacidades psicosociales a vivir de manera independiente, a la inclusión plena y la participación efectiva en la sociedad y a decidir sobre los asuntos que las afectan en igualdad de condiciones con las demás personas”.

Ya con eso me conformo. 

De lo que hablamos es de una transformación mayor, paradigmática, de cambio social con el que se nos ve, trata y entiende a personas que vivimos con algún reto psicosocial. O las que vivirán con uno, que puede ser cualquier persona. 

En mi caso he vivido prácticamente toda mi vida con depresión, angustia e insomnio. ¡Desde niña! Una depresión que traté muchas veces con todo tipo de terapias ya de adulta pero que además resultó ser resistente a medicamentos. Apenas el año pasado, gracias a un estudio genético que me hicieron en una clínica psiquiátrica en la que me interné voluntariamente (y que ha sido la mejor decisión de mi vida) descubrimos, además,  que quién sabe qué genes raros tengo que casi ningún medicamento me hace efecto o lo metabolizo. Ha sido una verdadera revelación.

Es una epidemia que ya no es tan silenciosa. 

En México, según esta nota que publicamos en el 2021, nos tardamos hasta 14 años para diagnosticar un tema de salud mental.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya documentó un aumento de la prevalencia de ansiedad y depresión del 25 por ciento tras el primer año de la pandemia por Covid y aunque ha bajado algo desde ese pico, sigue a la alza. 

Más del 20 por ciento de los adolescentes del mundo viven con trastornos mentales y 15 por ciento de los que viven en países de ingresos bajos medios han considerado el suicidio, según UNICEF. En México tenemos niveles récord de suicidios. 

Si no se ve como un derecho al bienestar, dado que no hay salud posible sin salud mental, hablemos de horas perdidas de trabajo: la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima junto con la OMS  que cada año se pierden 12 mil millones de días de trabajo por depresión y ansiedad, lo que le cuesta a la economía mundial casi un billón de dólares. 

Tenemos que hablar cada día más sobre salud mental de manera natural, fluida, sin tabúes. Quitarle el estigma, por supuesto, pero también dedicarle recursos y atención. 

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