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Avatar de una sala de conferencias con múltiples personas de pie.Avatar de una sala de conferencias con múltiples personas de pie.

Inclusión en el metaverso

Para que este nuevo entorno virtual sea inclusivo, es necesario aprovechar desde hoy los desarrollos tecnológicos que se están creando en otras áreas.

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17 de febrero de 2022

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Redacción Yo También

Por Carlos Tomasini

En 2017, el científico británico y especialista en robótica, Peter Scott-Morgan, fue diagnosticado con la enfermedad de la motoneurona (MND) –también conocida como Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA)–, por lo que se ofreció como voluntario para convertirse en “el primer cyborg del mundo” con el fin de prolongar su vida.

Desde entonces, ha usado la tecnología para desarrollar conceptos que ayuden a las personas. Una de sus iniciativas es un proyecto para crear un avatar realista de sí mismo, impulsado por inteligencia artificial y controlado por los ojos, el cual le permitirá continuar desempeñando un papel activo y productivo en la sociedad hasta, por lo menos, cuando cumpla 80 años.

Scott Morgan

Su avatar, llamado “Peter 2.0”, es una representación digital que, para cuando pierda sus expresiones faciales –un síntoma de esa enfermedad–, logrará que sea posible exteriorizar sus emociones a través de un dispositivo equipado con una pantalla y que se colocaría en el pecho.

Avatar de Peter Scott-Morgan

De acuerdo con el científico, este desarrollo en constante revisión es también una forma de garantizar que los entornos virtuales representen plenamente a las personas que los utilizan.

Así, Peter 2.0 podrá mantener una conversación con alguien más y será prácticamente indistinguible del “yo” original en cuanto a su imagen y su voz, además de que no envejecerá el resto de su vida.

Una labor conjunta

Desarrollos como el de Scott-Morgan también servirían como base dentro de la construcción del metaverso y ayudarían a que sea un lugar más inclusivo, integrando a aquellas personas más vulnerables a la marginación, explica Brenda K. Tsai, jefa de Comunicación y Mercadotecnia de la empresa de tecnología DXC Technology, a través de un artículo difundido por el Foro Económico Mundial.

Para cumplir con su potencial, la evolución de las tecnologías virtuales inmersivas –como el metaverso– debe ser inclusiva desde el principio. “A medida que construimos estos mundos virtuales, debemos hacer tres cosas: priorizar la inclusión, aprender de la innovación de base y adoptar la colaboración”, reitera Tsai.

Una mayor inclusión es un beneficio inherente de los entornos virtuales, donde la ubicación, el género, los atributos físicos o las circunstancias individuales de una persona son menos importantes que sus ideas o la calidad de su trabajo.

Así, por ejemplo, las organizaciones se beneficiarán con nuevos talentos de grupos previamente subrepresentados, como las personas con desafíos físicos o psicológicos, quienes no podrían ser excluidas de un lugar de trabajo virtual.

Tsai advierte que, para que los entornos virtuales sean realmente inclusivos, las empresas de tecnología deben proporcionar a todas las personas las herramientas y tecnologías que necesitan para participar y sentirse representadas dentro de ellos.

“Esta disposición no se trata solo de brindar a las personas computadoras portátiles y crear avatares de aspecto diverso, sino también de abordar los desafíos físicos de las personas, como proporcionar interfaces de control para aquellos que no pueden usar un teclado convencional”, apunta.

Por sí mismos, ninguna empresa, país o cultura pueden construir un metaverso equitativo e inclusivo, por lo que la comunidad tecnológica global debe unirse con las comunidades a las que sirven para desarrollar entornos virtuales abiertos, seguros y confiables, recomienda.

La tecnología tiene un excelente historial en ayudar a nivelar el campo de juego en la sociedad, destaca Tsai, y el metaverso es el próximo capítulo, por lo que, si se desarrolla adecuadamente, ayudaría a fomentar la inclusión global y el intercambio de ideas necesarios para el futuro