Noemí tiene un doble reto: enfrentar una enfermedad genética que ocasiona pérdida de autonomía y cuidar de su hija María Georgette, quien tiene discapacidad intelectual.
Ser responsable en extremo, no demostrar vulnerabilidad y preocuparse por los demás fueron valores que le dejaron la enfermedad de su madre, su posición de primogénito en una familia trabajadora y su fe religiosa.