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Fotografía de Nicole, una niña con síndrome de Down, que descubrió en el manicure una oportunidad para mejorar su motricidad fina. En la imagen se le ve sentada frente a una mesa con cubierta azul, donde están esmaltes para uñas y otros aditamentos. Ella usa una camiseta de tirantes en color oscuro, usa cubrebocas color azul claro y el cabello, largo, recogido del frente. En la imagen se aprecia como pinta las uñas de una persona, de la que solo se ve la mano.Fotografía de Nicole, una niña con síndrome de Down, que descubrió en el manicure una oportunidad para mejorar su motricidad fina. En la imagen se le ve sentada frente a una mesa con cubierta azul, donde están esmaltes para uñas y otros aditamentos. Ella usa una camiseta de tirantes en color oscuro, usa cubrebocas color azul claro y el cabello, largo, recogido del frente. En la imagen se aprecia como pinta las uñas de una persona, de la que solo se ve la mano.

Nicole, la manicurista: la historia detrás de una publicidad viral

Una terapia que ayudaría a Nicole a mejorar su motricidad fina se convirtió de pronto en una historia de éxito que ha cautivado las redes sociales y ha dado a la niña que tiene síndrome de Down la oportunidad de avanzar mientras se divierte y socializa.

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2 de junio de 2021

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Teresa Peón y Nava

Por Nurit López Castorena, la mamá de Nicole

Hace unos días Nicole se hizo famosa en la red gracias a unas fotografías donde anuncia: “Se pintan uñas Gratis”. Estas imágenes han dado la vuelta a cientos de ciudades nacionales y de otros países, alcanzando hasta cuando redacté esa historia a 4 millones 684 mil 083 personas, de las cuales más de 17,000 han compartido la NOTICIA en todas las redes sociales. 

Para mí eran simples fotos, como las que acostumbro a poner en el face sobre  las actividades que realizan ella y los alumnos de Nikky House, pero estas instantáneas en particular causaron sensación y un sin fin de comentarios amables, alegres y de felicitación que a ella y a mí nos han dado alegría.

Sin embargo, este momento me hizo reflexionar todo lo que hay detrás de estas tres imágenes y he volteado a ese camino dándome cuenta que casi siempre ha sido empinado, hacia arriba, constantemente lleno de retos. 

Como mamá siempre iba poniéndome metas, las cuales elegía de acuerdo a la importancia que tenían: primero, que lograra sostener la cabeza; después, gatear como debe ser; luego, caminar –uno de los más fuertes- y así sucesivamente hasta que llegó la hora de ir a la escuela y enfrentar ese gran reto de aprender a decodificar los códigos formados por  letras y aprender a leer. Lo logramos con mucho esfuerzo y por varios años, pero la lectoescritura nunca fue de la mano; estaba desfasada en ese ámbito que nunca consideré apremiante, aun sabiendo que para escribir debía desarrollar una buena motricidad fina y eso ayudaría, por consecuencia, a mejorar el lenguaje oral. Todo va de la mano, pero es algo que a Nicole le ha costado más trabajo.

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Muchos han sido los planes de trabajo e intervención que Nicole ha tenido, siempre apoyada por expertos en el tema, desde pedagogos nacionales hasta el más reciente, que era de España, y nos ayudó mucho con ejercicios a nivel neuronal para favorecer de manera general  su desarrollo, así como actividades de grafomotricidad, que fueron de gran ayuda.

Pero llegó el momento en que ella decía estar cansada, fastidiada y frustrada con su letra, y también sé que ninguna terapia dará resultados en ese estado de ánimo, por lo que el día de las imágenes, Nicole me dijo que quería pintarme las uñas. Lo hizo (muy torpe, pero lo intentó). Sin embargo, no quedó muy convencida y pidió a su abuela permiso para pintárselas también.

Fue ahí cuando una chispa se encendió y le dije que si deseaba que sacáramos una mesa, ya que hacía calor y pondríamos un letrero con la intención de que alguien más se animara. Fue ahí donde inició lo viral, pero no es ahí donde empieza todo, hay una  historia de mucho trabajo detrás de esas imágenes. Y la historia que se está escribiendo ahora es muy conmovedora: ella diariamente decide si quiere o no salir a pintar uñas; hasta ahora quiere hacerlo, así que le hemos comprado lo más esencial, y algunas personas le han regalado algunos esmaltes, ya que solo tenía 5. Ahora tiene 23 colores. 

Esos mismos colores también han iluminado su corazón, sus días, sus ganas de continuar con esta actividad, que ha olvidado que es una terapia. Yo no. Siempre estoy alentándola a mejorar, le he comprado otros tipos de pinceles que le obliguen ser mas detallista y, obviamente, más fina en sus trazos.

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La terapia ahora tiene otra fachada, pero las metas y objetivos no cambian; es más, han aumentado porque ahora está trabajando la socialización al tratar con personas que nunca ha visto y que le están pidiendo algo que ella debe hacer, y su lenguaje ha mejorado de manera increíble, su capacidad de retención porque siempre le pregunto cómo se llaman las personas que vinieron, qué ropa traían, qué colores pidieron, qué color gusta más, etcétera.

Esta transformación ha sido maravillosa y, como siempre le digo cuando ella se siente decaída: “lo que se tenga que hacer, se hará. Tú duerme tranquila”.