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Imagen ilustrativa del rostro de una niña sonriendo con el cabello chino.Imagen ilustrativa del rostro de una niña sonriendo con el cabello chino.

Con dulce vocación

Un libro que nació del amor por su hija para apoyar a las personas sordas con la lectoescritura del español es el primero de lo que puede convertirse en una serie para apoyar la inclusión. A propósito del Día Internacional de las Lenguas de Señas, su autora nos comparte esta “pequeña victoria”.

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25 de septiembre de 2020

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Conversa

Por Ivett Rangel 

Alrededor de una década les llevó a la maestra María Elena Rodríguez y al diseñador gráfico René Pontón crear «Mi cuaderno de lectoescritura y señas (Editorial Trillas, 2016), un libro que surgió de la necesidad de enseñar a leer y a escribir a su hija Dulce María, hoy una mujer de 29 años que, al nacer, quedó sorda y con parálisis cerebral por una negligencia médica.

María Elena reconoce que aceptar que una hija o un hijo es sordo resulta muy difícil, aunque no tanto como el camino que hay que recorrer para que pueda entender y comunicarse con el mundo que le rodea. En ese recorrido, una de las decisiones más relevantes empieza con elegir una escuela en la que sí pueda aprender.

«Porque si entra a una escuela en la que las maestras no están capacitadas, que no conocen la lengua de señas, sólo los tienen haciendo dibujos u otras cosas, entonces no aprenden nada.

«Los sordos puros tienen la capacidad de aprender español como cualquier otro niño, siempre que cuente con las herramientas adecuadas y el lenguaje en sus papás y maestras», comenta la autora. Según datos del INEGI,  el 40% de la comunidad sorda es analfabeta en el país debido a que no se tienen maestros capacitados, educación de calidad y los apoyos necesarios.

Las personas sordas se valen de dos lenguas, la materna (en este caso, el español) y la natural (la de señas). Para poder activar en Dulce María la gramática del español con base en visualizaciones y escritura, María Elena estudió un diplomado en logogenia, que es un método que busca que niños, niñas y adolescentes sordos puedan leer y escribir como cualquier oyente de su edad.

Al paso de los años logró reunir un amplio vocabulario con más de 2 mil imágenes, realizadas por su esposo, René Pontón. Con el impulso de otras maestras, María Elena decidió formar el libro. Así que aprendió entonces a usar una computadora y los programas necesarios para lograrlo.

«Ya había trabajado muchísimo vocabulario con Dulce, pero ella no lo sabía aplicar. Entonces dije: No es justo para los que somos papás de sordos, por eso es que empecé a hacerlo.

«No es un libro de texto, sino de apoyo para padres de familia, maestras y hasta terapeutas del lenguaje», aclara María Elena.

A cuatro años de distancia, en los que ha logrado vender más de 4 mil ejemplares, la maestra se siente satisfecha de haber sentado un precedente, pero sabe que no es el final del camino.

Por eso, ya entregaron a la editorial su siguiente material: «Base para desarrollar el pensamiento matemático», el cual incluirá un diccionario temático. 

Esta vez sólo les llevó seis meses prepararlo y espera que en 2021 pueda imprimirse y salir a la venta.

Su deseo: que ambos libros logren llegar a todo México.Su siguiente meta con Dulce María: obtener su certificado de primaria a través del INEA (Instituto Nacional para la Educación de los Adultos), por lo que se convertirá ahora en intérprete de su hija. Y María Elena asegura que ya están listas para lograrlo.


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