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Jenny Bautista.Jenny Bautista.

Rumbo al #12S: Lo que dicen las mujeres con discapacidad sobre la violencia de género en México

Como parte del recorrido hacia el Día Nacional de las Mujeres con Discapacidad, que por primera ocasión se conmemorará en México, ellas tienen mucho que compartir sobre este tema que impacta a la sociedad.

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6 de abril de 2021

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Redacción Yo También

Como parte del recorrido hacia el Día Nacional de las Mujeres con Discapacidad, que por primera ocasión se conmemorará en México, ellas tienen mucho que compartir sobre este tema que impacta a la sociedad.

Por Jen Mulini*

«Pensé que al ser una persona con discapacidad como yo, nos entenderíamos mejor; sin embargo, él ha sido quien más me ha lastimado con sus humillaciones y, a veces me sigo preguntando ¿por qué soporté tanto?», me dijo una chica con discapacidad motriz al platicarme sobre la relación sentimental que sostuvo con un hombre con discapacidad que la violentó. Ella prefiere mantenerse en anonimato así que la llamaremos Anna. 

Desde hace un par de años por acciones en el activismo, tengo contacto con muchas mujeres con discapacidad, cada una de ellas con fortalezas, habilidades y características muy particulares, pero con una cosa en común que me llena de rabia: las mujeres con discapacidad somos doblemente vulnerables, por lo tanto somos más propensas a ser violentadas. Esto es algo que sigo comprobando, ya que al platicar al respecto con ellas, sin titubear pueden mencionar  al menos cinco veces en las que han sido víctimas de diversos tipos de violencia. 

Por si fuera poco, pareciera que al gobierno esto es algo que no le interesa, puesto que al buscar estadísticas de la violencia ejercida en contra de las mujeres y niñas con discapacidad, simplemente no hay datos, ¡Así es, como si esto no existiera!

A mí parecer es la muestra contundente de que seguimos siendo invisibles, que falta mucho por hacer para que nos puedan tomar en cuenta y comiencen a hacer los ajustes necesarios para proveernos un sistema que nos garantice seguridad y justicia. 

Cuando iba en la secundaria en la comunidad de Ahuatitla Orizatlán, en el estado de Hidalgo, recuerdo a una joven llamada Lidia, pero era llamada con un apodo «Yulpulijket» una palabra náhuatl, que significa «loca», pero literalmente esa palabra quiere decir «Con el corazón perdido». Recuerdo que muchos la molestaban: los niños la apedreaban y se sabía que también había sido violada en diferentes ocasiones por grupos de hombres de la misma comunidad. Nadie hacía nada para evitar que ella fuera tratada de esta manera, ella caminaba sin rumbo, hablaba muy poco, no le importaba usar ropa; ahora entiendo que tenía una discapacidad psicosocial, que jamás fue atendida. Me siento culpable por quedarme callada cuando la molestaban. 

Es alarmante que las mujeres con discapacidad seamos las más vulneradas y que se nos violente desde antes de nacer por parte de los médicos, como lo dice Marialú, cuando en la columna anterior hablamos del tema de salud. También lo mencionan Roxana y Teresa, y es lamentable que muchas veces, nuestros principales violentadores sean miembros de la familia. 

La violencia psicóloga que recibimos constantemente las niñas y mujeres con discapacidad van desde los comentarios disfrazados de amabilidad, bromas, recomendaciones que no hemos pedido, ofensas por la propia discapacidad, gritos, humillaciones, insultos, aislamientos, amenazas de abandono, comparaciones descalificadoras, encierros en lugares inapropiados y control excesivo, como nos cuentan Maricarmen, Jazmín, Martha, Lupita, Andrea y Odi

Las consecuencias de vivir violencia psicológica, principalmente, son una pérdida constante de autoestima, ansiedad, autoculpa, que pueden llevar a la depresión e incluso al suicidio; aunque el daño psicólogico no deja una marca física, deja daños profundos en la personalidad de cada una, como lo expresa Anna: «Me perdí por completo, ya ni siquiera mi mirada era la misma, me lo decían todos, mi familia sabía que algo pasaba, pero por orgullo y que no vieran que había fracasado en una relación por la cual tanto luchaba, era lo que me detenía». 

Al adquirir la discapacidad, llegué a creer, como muchas personas, que las mujeres con discapacidad no recibíamos acoso o abuso sexual, hasta que lo viví. ¡Qué equivocada estaba! También Britanny lo comparte https://twitter.com/BritannyRussell/status/1377468270371028992?s=19 y, como lo dice Marialú: justifican su agresión sexual con nuestra discapacidad, como si se tratara de hacernos un favor, ¿Es en serio? No, pues, pueden ahorrarse su acoso disfrazado de muestras de buena voluntad, ¡gracias! 

Por las mismas condiciones de discapacidad somos las más vulnerables en este tipo de delitos. He escuchado muchas historias de abusos sexuales por parte de integrantes de familia, amigos y novios que han quedado impunes, en silencio y olvidados. 

Razón por la que me di a la tarea de buscar alguna fiscalía especializada en la que también tuvieran atención accesible, incluyente con perspectiva de discapacidad y pues no, lo que encontré fue que  la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia Contra las Mujeres y Trata de Personas (FEVIMTRA) quedó adscrita a la subprocuraduría de Derechos Humanos Prevención del Delito y Servicios a la Comunidad. Es decir, si una mujer con discapacidad busca justicia es casi imposible, en principio, presentar una denuncia si no existen las condiciones de accesibilidad para llegar a la fiscalía, y una vez ahí que los médicos legistas estén capacitados para la atención con lengua de señas, formatos de lectura fácil, y en braille, por ejemplo. Además de algo muy importante: que no se nos revictimice y que dejen de invisibilizarnos cuando se dirigen a nuestros acompañantes como si no existieramos. Estas cosas son básicas para que las mujeres con discapacidad podamos acceder a nuestro derecho de una vida libre de violencia, como lo expresa Marialú en un tuit.

Pensemos también en aquellas hermanas con discapacidad que son atravesadas por otras intersecciones como ser indígenas, vivir en situación de calle, ser de la comunidad LGBT, ser migrante, etcétera ¿Qué se está haciendo como sociedad para que ellas también puedan acceder a la justicia? 

Aunado a todo lo mencionado también tenemos que lidiar con la violencia entre nuestro mismo género, ejemplo de esto son las escenas cotidianas que experimentamos en el transporte público, en el que tenemos que pedir permiso apelando a la buena voluntad para poder usar el espacio asignado dentro del transporte, o como lo menciona Juana: «La violencia no discrimina”.

Las mujeres con discapacidad estamos hartas de la violencia a la que históricamente hemos sido sometidas, a la negación del cumplimiento de nuestros derechos que nos pone en desventaja, como dice Andrea

La responsabilidad de que todas estas situaciones de violencia sean atendidas recae, sí, en nuestro sistema judicial, pero como sociedad también podemos incidir, informándonos, acompañando y denunciando.

¡Basta de que la discapacidad sea el pretexto ideal para que la violencia de género sea impune! 

#SoyMujerConDiscapacidad #SororidadParaTodas

*Jen Mulini es estudiante de Comunicación, activista por los derechos de las Personas con Discapacidad, y colaboradora de Yo También.

Sobre el tema de la violencia hacia las niñas y mujeres con discapacidad, que según datos internacionales viven hasta 10 veces más violencia que las mujeres sin discapacidad, en Yo También te invitamos a leer los siguientes contenidos:* Violencia hacia las mujeres con discapacidad, uno de los pendientes urgentes* La falta de visibilidad agrava la violencia hacia las mujeres con discapacidad* La invisible violencia sistemática hacia las mujeres con discapacidad* Esterilización a mujeres con discapacidad, una violencia común* Cuando la violencia provoca discapacidad, la historia de tres mujeres

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