Logotipo de Yo También
Jenny Bautista.Jenny Bautista.

Rumbo al #12S: el empleo remunerador abre puertas a la libertad

Invisibilizadas o en el olvido, las mujeres con discapacidad toman conciencia de que acceder a un empleo estable en el mercado laboral es también una posibilidad real de salir de la violencia que muchas viven cada día.

Ícono de calendario

13 de julio de 2021

Ícono de autor

Redacción Yo También

Por Jen Mulini*

Una de la principales causas de la violencia contra las mujeres es la falta de autonomía económica que le permita apartarse de su violentador o violentadores; pero, cuando se trata de mujeres con discapacidad la situación agrava. Nosotras somos el grupo vulnerable con menos participación económica, como lo menciona Martha, de acuerdo con la Encuesta de la Dinámica Demográfica de 2014, el 72.3% de las mujeres con discapacidad mayores a 15 años NO son económicamente activas, lo que significa que si vivimos algún tipo de violencia y dependemos exclusivamente de nuestras familias o cuidadores es casi imposible que podamos evitar seguir siendo violentadas.  

Según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH 2016), el 66.1% de las mujeres de 15 años y más han sufrido al menos un incidente de violencia emocional, económica, física, sexual o discriminación a lo largo de su vida en al menos un ámbito. Por ello, el 49% vivió violencia emocional, el 41.3% violencia sexual, 34% violencia física, 29% violencia económica o patrimonial o discriminación en el trabajo. Esta encuesta menciona a las mujeres, pero no hay una cifra que sea enfocada a las mujeres con discapacidad, muestra de la invisibilidad a la que somos sometidas. 

En la columna pasada el tema fue la educación y las carencias en el ejercicio de este derecho que nos impide aspirar a un empleo digno. Haciendo esta reflexión me surge la duda ¿por qué a la sociedad no le importa si las mujeres con discapacidad no estudian?

La respuesta es muy cruda y simple a la vez “porque es muy difícil que las mujeres con discapacidad logremos conseguir empleo”. 

Es muy desalentador, desde luego, leer algo así, pero las mujeres con discapacidad, ya no estamos dispuestas a solo quedarnos como observadoras de la vida, sin participación, o sin más opciones como muchas mujeres con discapacidad que se ven obligadas a hacer las labores domésticas, eso sí, sin ningún pago, con malos tratos y muchas veces en condiciones de explotación, o tenemos que aceptar trabajos que son mal pagados. 

Te interesa: ¿Qué debe hacerse cuando una persona acaba de adquirir una discapacidad motriz?

Durante mi rehabilitación casera, cuando ya podía permanecer sentada cada vez más tiempo, después de haber adquirido mi discapacidad por un accidente automovilístico, trabajé con mi familia en edición fotográfica sentada durante más de 8 horas en ocasiones y, aunque sí tenía una paga, ésta solo era de manera simbólica, así que me aventuré a buscar trabajo y mi deseo se dificultó más porque en ese momento vivía en una comunidad rural. Así que lo que pude encontrar y donde me pudieron aceptar era un empleo para  atender una tienda de abarrotes que pretendía pagar $30 pesos por trabajar de 7 am a 8 pm durante 6 días a la semana. 

Y esto no es algo que solo me ha ocurrido a mí, también le pasó a Saraí, quien comenta que en su primer empleo ganaba $50 pesos diarios por trabajar en un ciber en el que tenía que cubrir varias tareas que excedían por mucho la paga. Jazmín, quien tiene autismo, nos comparte que en los trabajos formales ha tenido problemas ya que necesita instrucciones cortas y claras; también menciona que los cambios por mínimos que sean le generan crisis, por lo tanto ella opta por el autoempleo como artesana. 

Por mi parte, con la ofensiva paga como única opción, decidí mejor vender productos por catálogo y fue la forma en la que me autoempleé y recuperé poco a poco mi independencia financiera. Pero esta es una forma de ingreso a la que no todas podemos acceder también, porque para comenzar un proyecto es necesario contar al menos con un capital inicial, y los bancos no hacen préstamos sin presentar un comprobante de ingresos, lo que esto se vuelve un ciclo de nunca acabar. 

“Necesitamos que todas podamos ejercer nuestro derecho al trabajo”,

como lo dice Jazmín en su tuit.

Para poder aspirar a que esto se cumpla, necesitamos que sociedad, personas con discapacidad y organizaciones hagamos un esfuerzo en conjunto para erradicar las formas de discriminación que persisten actualmente y que enuncio a continuación:

Desde las entrevistas laborales hay una marcada discriminación, como comenta Ody, quien menciona: “Me enfrenté a la discriminación en mi primer entrevista laboral, un amigo y yo con los mismos estudios aplicamos, después de las pruebas y una entrevista con preguntas sobre mi discapacidad decidieron contratarlo a él sin ninguna explicación para mí”. 

Las mujeres con discapacidad somos las primeras en las listas de los despidos, argumentando no ser de primera necesidad trabajar, comparte Teresa en su tuit. Es decir, se asume que hay quien cubra nuestros gastos por completo ¿Es en serio? 

La falta de ajustes razonables en el ámbito laboral, como lo comenta Jazmín, es una de las razones de la deserción laboral cuando las organizaciones son inflexibles a las condiciones de discapacidad. 

La inclusión que tanto necesitamos es una que vaya de acuerdo a los estudios que tengamos y no solo abrir vacantes «fachada» para decir que son «incluyentes» con puestos de auxiliares, becarios y de telemarketing con sueldos raquíticos, reclama Juana

Te interesa: 

Por qué la educación inclusiva es la meta

En los últimos años se han realizado mejoras en la inclusión laboral, sin embargo, no son aún suficientes; es necesario redoblar esfuerzos y poner atención en los siguientes aspectos:

Es necesario visibilizar también las ventajas que tienen las empresas al contratar personal con discapacidad como: beneficios fiscales, se mejora el clima laboral, se impulsa la empatía, el compañerismo; además de mejorar una reputación corporativa, se aprende mucho de la diversidad, y la inclusión se vuelve uno de los valores más fuertes, ya que las personas con discapacidad podemos ser de gran aporte para nuestros centros de trabajo.

Desde luego que la accesibilidad y también el transporte toman relevancia en el cumplimiento del derecho al empleo, afortunadamente una de las ventajas de la pandemia es que se ha implementado el trabajo desde casa, que es una opción para quienes cuentan con internet y computadora en casa, para quienes no tienen acceso a ello, la brecha de la desigualdad sigue estando presente. 

Imagina no tener opciones en lo absoluto, que tu voz no cuente, que tu opinión sea ignorada, que además no puedas elegir ni lo que te has de poner, además de que te echen en cara lo que han gastado en ti por la atención médica; imagina que no tienes amigos o amigas, que tus violentadores sean los que son responsables de cuidarte, de que se gasten el dinero que el gobierno te da a manera de apoyo, que no puedas comunicarte con nadie más y no te quede más que esperar a que transcurra otro día. Así viven miles de mujeres con discapacidad, es responsabilidad de la sociedad empezar también a alzar la voz y a ser aliados y aliadas de quienes no tienen más opciones, empecemos a mirar a nuestro alrededor para avanzar en conjunto y ninguna se quede atrás. 

Cada que una mujer con discapacidad accede a un empleo que le permita comenzar a tener una independencia financiera, va más allá de solo ganar dinero, lo que se gana es también autoestima, es la certeza de que podemos alejarnos de nuestros violentadores, de poder escapar de la opresión a la que hemos sido sometidas. El poder tener un empleo o un negocio nos da la oportunidad de experimentar la libertad para decidir sobre lo que queremos en nuestras vidas, es la forma digna que impulsa nuestro desarrollo personal, sentirnos útiles y saber que aportamos. 

#SoyMujerConDiscapacidad y seguimos en la lucha por conseguir que se garantice cada uno de nuestros derechos, no solo los básicos.

*Jen Mulini es estudiante de Comunicación, activista por los derechos de las Personas con Discapacidad, y colaboradora de Yo También.