Logotipo de Yo También
Lucero MárquezLucero Márquez

Personas con discapacidad, personas sin etiquetas

Aunque la mayoría de las personas tengan esa creencia, quienes vivimos con alguna discapacidad no somos ni héroes, ángeles o seres extraordinarios y no nos agradan las etiquetas porque son una etiqueta más que derribar.

Ícono de calendario

15 de julio de 2022

Ícono de autor

Redacción Yo También

Todos hemos escuchado historias fantásticas de personas con discapacidad que han logrado grandes proezas. Esto, de alguna manera, bajo el pensamiento de mucha gente, encasilla erróneamente a este sector de la población como si fuéramos héroes o personas fuera de serie por el hecho de vivir con ceguera, discapacidad motriz, intelectual, o cualquier otro tipo de discapacidad, y generalmente no es así. 

Soy ciega por retinopatía del prematuro. Mi abuela se esforzó al máximo para educarme y enseñarme todo lo que sabía, a tal grado que a los 23 años, en contra de su voluntad, tomé una maleta y dos cajas para empacar en ellas todas mis posesiones, y entonces vivir como una persona autónoma, con todo lo que eso significa, añadiendo los retos inherentes a la discapacidad con la que vivo.

Y es que para nadie es un secreto que al ser ciega y pretender vivir sola, he enfrentado discriminación, exclusión social, falta de oportunidades para estudiar, trabajar, e incluso, desplazarme por las calles, transportarme y acceder a servicios públicos en compañía de mi perro guía.

Las actividades de la vida diaria siempre han significado un reto más; ir al súper era una de las cosas que más fastidio me producían, porque implicaba correr el riesgo de que no me dejaran entrar, hacer maromas para localizar los artículos que deseaba comprar, recibir malos tratos y nulo apoyo por parte del personal de las tiendas, etc. Para mi fortuna, hoy se puede hacer uso de la tecnología, de tal suerte que son pocas las veces que acudo sola a un supermercado.

Podría escribir tantos ejemplos de obstáculos que se me presentan cada día y no terminaría. Sin embargo, frecuentemente las mismas personas responsables de poner estas barreras, me han dicho cosas como:

“Pero si yo los admiro y respeto mucho a ustedes, solo que no puede entrar aquí con un perro”, “es admirable tu trabajo, pero no tengo la infraestructura para emplearte” o “eres guapísima, pero no quise faltarte al respeto. ¿Cómo te iba a invitar a salir al cine si no puedes ver una película ni una función de teatro?”. 

También existen aquellos individuos que me han ignorado, dirigiéndose a la o las personas que me acompañan, negándome toda posibilidad de expresarme, tratándome como si fuera invisible. Y me han llamado minusválida, cieguita, angelito, súper heroína. 

Lo cierto es que estos conceptos, prejuicios, estereotipos, viven solo en las cabezas de muchos y muchas.

Por eso hoy decidí dirigirme a ti, mi lector o mi lectora, porque vives tan rápido, tan enfocado en tus propios asuntos que, aunque tus intenciones sean buenas, difícilmente te detienes a revisar si tus contenidos son realmente accesibles para que una persona ciega como yo pueda acceder a ellos.

Tampoco, te has planteado la idea de tener un encuentro romántico con una persona con discapacidad motriz, visual, auditiva, etc., o no has creado un mundo en el que quepamos todos y todas. Hace algunos días, mis compañeros con discapacidad de la comunidad LGBT+ intentaron unirse a la marcha del orgullo y no lo lograron, ¿por qué?

Porque tú, querida persona, ni siquiera te planteas la idea de que, efectivamente, existen seres humanos con discapacidad que pertenecen a este colectivo, que también tenemos relaciones interpersonales, sexuales, afectivas, y que igual que tú, podemos satisfacer nuestras pasiones sin importar que nuestra pareja tenga o no alguna discapacidad, porque hemos aprendido a relacionarnos con las personas antes de poner una etiqueta. 

Y así, entre más etiquetas nos ponen, cada una se va convirtiendo en una barrera que romper, un reto por superar. 

Al día de hoy, pese a los obstáculos que me has puesto, logré representar a México en los Adaptive Crossfit Games; llegué a semifinales, pero una lesión en la muñeca derecha no me permitió seguir compitiendo este año. ¿Qué he hecho desde entonces? Apoyarme en mi coach, en amigos, difundir mis pequeños logros como atleta, para invitarte a ti, sociedad, a abrirme un espacio en esta disciplina, donde nunca antes ha habido una mujer ciega, y así conseguir que muchas otras vengan al lado mío, detrás, y entonces, que algún día, te atrevas a hablar de capacidad, de logros, de equidad. 

No es fácil abrir espacios en ámbitos donde no se considera a las personas con discapacidad. Es como construir un edificio desde los cimientos, y resulta especialmente complejo, porque tú, sociedad, te has construido ignorando nuestras necesidades, capacidades y todo aquello que represente tomarnos en cuenta, porque prefieres hacerte el sordo, el ciego. Eso es más fácil para ti que afrontar las situaciones y reconstruirte, ya que asumir esa responsabilidad, significa salir de tu zona de confort. 

Afortunadamente, nosotras, las personas con discapacidad, seguiremos abriendo ojos, oídos, uniendo nuestras manos, piernas, voces, esfuerzos con los de aquellos que están logrando adaptarse, y entender al mundo con toda su diversidad.

De ahí que aprecio y respeto el trabajo de activistas, cantantes, actores, arquitectos, ingenieros, atletas, y toda persona con discapacidad que, por medio de su trabajo, reclama, crea y ocupa espacios en una sociedad que se ha empeñado en continuar por el mismo camino.Por tanto, la discapacidad, no nos vuelve extraordinarios, super héroes, ángeles o demonios.

Somos personas que pese a todo lo que tú, sociedad, has hecho para excluirnos, nosotros continuamos manifestándonos, trabajando, cantando, haciendo deporte, actuando, confrontándote, retándote, hasta que llegue el día en que seremos tantos, que te será imposible negarnos oportunidades.

Y aunque sé que mis ojos no lo verán, tengo la visión de que todos nosotros podamos desde nuestra capacidad, trabajar por seguir mejorándote, sociedad, hasta que te des cuenta de que somos seres humanos perfectamente imperfectos, normales, parte de ti, como un todo, que cada paso hacia adelante que logramos dar a pesar de ti, representa convertirte en una sociedad más humana, compasiva, capaz de aceptarte con todos los que te integramos.

Por Lucero Márquez*