Cuando las vulnerabilidades se juntan, le llamamos interseccionalidad. Pero, que yo sepa, no existe una palabra para nombrar el cruce de prejuicios hacia una misma persona. Se necesitaría. Y si hay dudas, podemos preguntarle sobre ello a cualquier persona con discapacidad que además pertenezca a la comunidad de la diversidad sexual.
En México, casi el 10 por ciento de la población LGBTQ+ de 15 años y más vive con discapacidad, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y Género (ENDISEG) 2021, del INEGI. A pesar de que se le considera minoría dentro de otra minoría, no son pocas personas si notamos que el 5.1 por ciento de la población mexicana vive con alguna discapacidad y otro 11 por ciento, según el Censo 2020, admite que vive con “limitaciones” a las que no llama discapacidad.
La de mayor prevalencia dentro de la población LGBTQ+ es la visual, con 39.2 por ciento; le siguen las personas con alguna condición que afecta su capacidad de caminar o moverse independientemente con sus piernas, con 18 por ciento; auditiva, 12.2 por ciento; luego, aquellas con alguna discapacidad que afecte sus brazos o manos, con 7 por ciento; dificultades para hablar o comunicarse, 6.6 por ciento, y la de menor incidencia es quienes tienen discapacidades múltiples (que necesitan apoyo para bañarse, vestirse o comer) con 4.7 por ciento.

Está claro el enorme desafío que supone la inclusión social de todas, todes y todos ellos a nivel laboral, recreativo, cultural y hasta de representación mediática.
¿Cómo puede una pcd abrazar su orientación sexual?
Pero, ¿qué hay de lo sexual? ¿Quién les garantiza su derecho a una sexualidad sana y plena? Y más aún: en un contexto heteronormado donde la familia es el principal núcleo de discriminación al salir del clóset, de acuerdo con los datos de la Línea y Chat Nacional Diversidad Segura 800 000 5428 del Consejo Ciudadano de la CDMX, ¿cómo podría ese núcleo que es también el de los cuidados a las personas con discapacidad abrazar su orientación sexogenérica cuando es distinta a la binaria?
El Colectivo de Personas con Discapacidad LGBTTTIQ+ de Jalisco ha alertado respecto al aislamiento que padecen. Esto ha llevado a la creación de grupos de Facebook cerrados para reunir y apoyar a personas LGBTI+ con discapacidad y aliados suyos, para ayudarse entre sí a no caer en depresión, el principal problema de salud mental de esta comunidad que suele sentirse rechazada e incomprendida, como lo revela la ENDISEG.
También han surgido colectivos como Viva LBTA Sorda que, en 2019, luchó por participar en la marcha Pride de esa ciudad ese año, logrando tener un espacio con todas las medidas y normas de seguridad, así como las de accesibilidad y de asistencia personal. El año pasado, el Movimiento de Personas con Discapacidad impulsó la formación del Primer Contingente de Personas LGBT+ con Discapacidad que participó en la Marcha del Orgullo LGBT+ de Ciudad de México, con al menos 200 personas con discapacidad haciéndose presentes y visibles.
Hasta que la sexodiversidad de las personas con discapacidad sea motivo de orgullo para ellas y sus familias, hasta entonces, habrá que insistir y visibilizar.
Por María Elena Esparza Guevara* @MaElenaEsparza
La autora fundó y preside Ola Violeta A.C. Es Doctoranda en Historia del Pensamiento por la UP, Maestra en Desarrollo Humano por la Ibero y egresada del Programa de Liderazgo de Mujeres en la Universidad de Oxford, Inglaterra.
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