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Fotografía a blanco y negro con efecto de líneas sobre el rostro de una mujer joven, ojos claros, cabello corto a la altura de los hombros, nariz respingada, sonríe ligeramente frente a la cámara y se alcanza a apreciar que viste una playera.Fotografía a blanco y negro con efecto de líneas sobre el rostro de una mujer joven, ojos claros, cabello corto a la altura de los hombros, nariz respingada, sonríe ligeramente frente a la cámara y se alcanza a apreciar que viste una playera.

Hacia un México que cuide

Mientras la decisión política de crear el Sistema Nacional de Cuidados y dotarlo de recursos aguarda, son las cuidadoras quienes llevan todo el peso y el desgaste.

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1 de noviembre de 2021

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Redacción Yo También

Por Jana Vasil’eva

Combatir la desigualdad que experimentan América Latina y el Caribe necesariamente implica abordar uno de los pilares fundamentales y a la vez más invisibles de las sociedades: la organización social de los cuidados. La pandemia por el coronavirus ha puesto de relieve la poca visibilidad que tiene el trabajo de cuidados en las economías de la región latinoamericana. Esto fortalece las conversaciones que ya venían ganando terreno.

En México, dar y recibir cuidados no está reconocido como un derecho. Según la Encuesta Nacional de Uso de Tiempo de 2019, la población de 12 años y más dedica la mitad de su tiempo de trabajo total a labores no remuneradas, es decir 2 mil 796 millones de horas a la semana.

 Las personas que realizan esta labor, no reciben un salario por este trabajo, no tienen derechos ni prestaciones laborales, no obtienen capacitación y no tienen garantizado el derecho a la salud física, mental y emocional, ni al descanso y al tiempo propio. Tres cuartos del total de las horas que se dedican en el país a estas labores, son realizadas por mujeres, niñas y adolescentes, más aún si viven en condiciones de precariedad y pobreza.

Si el trabajo de cuidados no remunerado se contabilizara en pesos mexicanos, aunque sea de manera subestimada, esta labor hubiera generado 5.6 billones de pesos mexicanos en el 2019. Esto representa 22.8 por ciento del producto interno bruto del mismo año y supera por mucho el valor económico generado en otros sectores.

En este escenario, los largos procesos de lucha por parte de activistas, políticas, académicas y colectivas han posicionado los cuidados en el debate público. Como resultado, la Constitución de la Ciudad de México incluyó en 2017 el derecho al cuidado. Este paso histórico alentó un movimiento multiactor por un México que cuida. En 2019 se consolidó la colectiva Yo Cuido México que reúne cuidadoras y cuidadores de varios estados de la república. Esta colectiva forma parte de un movimiento regional con presencia en Chile y Perú.

El 10 de noviembre 2019 se volvió una fecha histórica en la pugna por el derecho al cuidado digno. Ese día, cientos de personas organizaron marchas en varias ciudades de estos países, uniendo sus voces y sus cuerpos para visibilizar el trabajo de cuidados y exigir sus derechos.

Desde entonces, se han sumado conquistas clave a esta causa. En el caso de México, desde diciembre de 2019, un conjunto de cuidadoras, activistas, feministas, académicas y organizaciones de la sociedad civil impulsaron la conformación de la Coalición por el Derecho al Cuidado Digno y al Tiempo Propio de las Mujeres para reformar la constitución nacional. El 18 de noviembre del 2020 se aprobó por unanimidad en la Cámara de Diputados una reforma al 4to artículo de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que reconoce el derecho al cuidado digno, al tiempo propio, y a la creación de un Sistema Nacional de Cuidados. Esta reforma está en camino hacia la revisión en el Senado.

Paralelamente, múltiples actoras están construyendo espacios de conversación y resonancia para promover cambios en la concepción y en las prácticas de los cuidados como un asunto público, colectivo e indispensable. Entre otras acciones, Cuidadoras por un México que Cuida politiza el cuidado desde las voces de las cuidadoras y de los cuidadores – porque situar el cuidado al centro implica reconocer que las políticas de cuidados se construyen desde el territorio al escritorio y no al revés, porque la experticia de las personas que hoy en día cuidan de manera intensa y extensa son imprescindibles para construir múltiples horizontes de acción por sociedades y economías al cuidado de la vida.

Estos andares están llenos de retos y existe un riesgo constante de retroceso en el camino trazado. El mundo se encuentra en una emergencia al atravesar una pandemia. Las economías se ven golpeadas por una crisis sanitaria sin precedentes, muchos gobiernos de la región latinoamericana implementan recortes fiscales para paliar los efectos de esta situación. 

Como ha sucedido a lo largo de la historia, estas medidas exigen que el tiempo y los cuerpos de las mujeres amortiguan la crisis mediante el trabajo de cuidados dentro y fuera de las casas. En este sentido, la pugna por sistemas públicos del cuidado no es un esfuerzo puntual sino forma parte de una lucha histórica acumulada, que damos de distintas formas y en diferentes geografías. Es una lucha no sólo por los derechos de las mujeres, sino es desde allí, una lucha contra las desigualdades sociales, una lucha feminista por construir un mundo distinto donde el sostenimiento de la vida esté en el centro.

#PorUnMéxicoQueCuide

* Jana Vasil’eva es activista por el derecho a cuidar(nos). Co-fundadora de la Red de Cuidados en México. Integrante de Yo Cuido México. Investigadora doctoral de la FLACSO México. FB: @Jana Kengarags | Twitter: @darogabliskaya | E-Mail: [email protected]