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Bárbara AndersonBárbara Anderson

No sólo den clases, también den oportunidades

Hoy, en el día del maestro invito a todos los docentes que dijeron que NO a recibir a un alumno o alumna con discapacidad a que recapaciten y conozcan cómo pueden cambiar una vida, una familia y una sociedad con sólo decir SÍ.

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15 de mayo de 2023

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Bárbara Anderson

“Yo lo aceptaría a su hijo, pero cuando sea un poco mayor y se dé cuenta de su discapacidad y se deprima yo no puedo generar ese ambiente en el aula”; “no estamos preparados para recibir a un niño con necesidades especiales, no podemos atenderlo sólo a él”, “es una cuestión de falta de cupo, no vaya a creer que es por discriminación… porque hasta alumnas negritas hemos recibido”. 

“Una vez me pidieron que aceptara a una niña con síndrome de Down pero como ya sabe, ellos son chicos muy cariñosos y sin filtro, preferí que no viniera para que no se convirtiera en objeto de bullying”. 

Estas son algunas de las frases que retengo en mi memoria de la cantidad de veces que fui escuela por escuela a buscar una que recibiera a mi hijo Lucca con parálisis cerebral. 

Hace unos meses presenté un libro que escribí, (IN)VISIBLES, 24 mexicanos con discapacidad que cumplieron sus sueños. Sin dudar a todos aquellos que habían nacido con alguna condición les pregunté cómo conseguir escuela. Y las respuestas fueron parecidas, porque en la mayoría de los casos el peregrinar fue el mismo y los cuestionamientos eran similares y la actitud de maestros y compañeros tampoco dista mucho de lo que pasó en nuestro caso. 

Pero, cada uno de los que logró ‘cumplir sus sueños’ tenían algo en común: hubo quien les dio un voto de confianza, los dejó probar a ver si era posible que tomaran clases, y de maestros y maestras que aun sin apoyos, sin capacitación o materiales se echaron el volado. 

La diferencia entre un sí y un no puede cambiar el curso de una vida entera, de una familia completa. 

La diferencia entre animarse a dar una oportunidad o preferir no complicarse la vida, puede sacar a una persona de un confinamiento eterno y convertirlo en un mexicano con derechos. 

Voy a ser justa: no es sólo un tema de docentes que no quieran. 

El sistema educativo mexicano (uno de los más grandes y complejos de América Latina) nunca ha tenido una política genuina, clara, con metas concretas respecto a los alumnos no sólo con discapacidad sino con aquellos que tienen un IQ por encima del promedio (y que curiosamente la SEP coloca en la misma categoría a la hora de los análisis de ‘los otros estudiantes’). 

Tampoco ha habido consistencia en los últimos sexenios acerca de presupuestos y de modelos de inclusión, de convivencia entre educación especial y educación inclusiva -que no son conceptos comparables-, no hay un real seguimiento de los planes de estudio y de los resultados y mejoras para los Centro de Atención Múltiple (CAM), que son las escuelas del estado que reciben solamente a alumnos y alumnas con alguna discapacidad, ni de las Unidad de Servicios de Apoyo a la Educación Regular (USAER) que se encuentran dentro de escuelas secundarias para ser el gabinete de apoyo para estudiantes con alguna condición de vida. 

En el informe 2022 de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu), “Discapacidad y derecho a la educación en México” hay datos que dejan al desnudo la realidad de estos alumnos en nuestro país. Les resumo algunos de los más significativos:

  • En los últimos 13 años sólo se ha logrado aumentar 1.2 años la escolaridad de personas con discapacidad.

  • 3 de cada 10 mexicanos con alguna condición de vida son analfabetos en nuestro país.

  • Son 343 mil niñas, niños y adolescentes con discapacidad que no saben leer ni escribir, es decir, el 15.2 por ciento de la población con discapacidad en edad escolar 

  • 506 mil 455 son los alumnos con alguna discapacidad que tiene contabilizados la SEP pero representan sólo 24 por ciento de todos los mexicanos entre 5 y 17 años  con discapacidad. 

  • Sólo poco más de 6 mil niños en edad preescolar con discapacidad están en un aula: son 0.14 por ciento del total de niños matriculados en este grado. 

  • 6 de cada 10 mexicanos con discapacidad de entre 20 y 24 años logró concluir la educación básica en 2020. 

  • 0.2 por ciento de las escuelas públicas cuentan con un USAER

  • 10 por ciento de las escuelas primarias con al menos un estudiante con discapacidad tiene infraestructura accesible

  • 12.1 por ciento de las primarias, 12.3 por ciento de las secundarias y 1.5 por ciento en los planteles de educación media superior confirmaron haber realizado ajustes necesarios los contenidos de las materias para sus alumnos con discapacidad 

  • Conaliteg imprimió 14 mil 790 en Braille, cuando la SEP tiene matriculados a 229 mil 770 alumnos con baja visión, ceguera o sordoceguera

  • Sólo 5 por ciento del total de docentes en el país, 61 mil 648 de 1 millón 225 mil 580 del total nacional de docentes enseñan a alumnos con alguna discapacidad. 

  • 5.3 por ciento de los 158 mil 565 estudiantes de magisterio cursa la especialidad en educación inclusiva. 

Una de las protagonistas de (IN)VISIBLES, Mariana Díaz Figueroa (abogada, con dos maestrías y auxiliar de ponencia de la SCJN), me contó que, cuando finalmente sus padres consiguieron una escuela primaria estándar para ella y su hermana gemela -ambas con parálisis cerebral- recibieron la peor noticia de la dirección: “fíjese señora que ya no podremos tener a sus hijas aquí. Vinieron de la Asociación de Padres de Familia y nos dijeron que les da mucha angustia que sus hijos convivan con niñas con discapacidad”

Otra historia que me tocó retratar fue la de Naivi Luis (chef y sommelier) a quien no le fue mejor en su Tehuacán natal. En sexto de primaria su mamá le rogó al maestro de la escuela que aceptara a su hija con ceguera en su clase: “si acepto a su hija me va a retrasar a todo el salón. Sólo la recibiré por tres meses y no voy a cambiar nada de mis clases por ella”. En esos momentos ella alcanzaba a ver algunas siluetas aún en el pizarrón pero nunca la sentaron al frente para al menos apoyarla dentro del aula. Pero ella desarrolló una memoria espectacular y todo lo memorizaba aunque no pudiera ver lo que se ponía en la pizarra. Terminó con el mejor promedio de toda la escuela y aquel maestro, apenado por la falta de empatía al empezar, fue quien la recomendó con una preparatoria para que la aceptaran sin excusas como las que él había esgrimido. 

El propio Guillermo Arriaga me contó hace algunas semanas durante la presentación de su libro “Extrañas” que los maestros de su escuela le pidieron a sus padres que se lo llevaran, que él nunca iba a aprender ni a leer ni a escribir. Estaba ya en cuarto de primaria. “Le dijeron que yo tenía un IQ apenas por encima del retraso mental y hasta le recomendaron mandarme a una escuela especial. Mi discapacidad era déficit de atención y me costó mucho superar la erosión en la confianza en mí mismo”. Sufrió bullying y discriminación, incluso de sus maestros. El profesor de educación física que como no podía aprender ningún deporte lo dejaba dos horas estático al sol, sin contemplaciones y “si me llegaba a mover, me castigaba”. Uno de los escritores más frondosos y premiados de la actualidad salió adelante con la contención de su familia que sí confió en él. 

En el último año del sexenio de Enrique Peña Nieto, su secretario de educación Aurelio Nuño presentó una reforma educativa que prometía en 12 años convertir a todo el sistema educativo mexicano en uno inclusivo. Con el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador y con Esteban Moctezuma se mató esta reforma y se lanzó una nueva, tan ambiciosa que hasta sumó el adjetivo ‘inclusiva’ después de la palabra educación en el artículo 3 de la Constitución, donde se habla de los derechos básicos que TODOS tenemos. 

Las grandes leyes, los tratados de inclusión, las reformas que parecen ser la nueva meca no son tan poderosas como una sola persona, un solo maestro o maestra que se anime a decir que Sí (no hay consecuencias si dice que no, eso es otro tema) y abra su mente, su corazón, su talento y su salón a una alumna o un alumno con discapacidad. No es sencillo, no es fácil pero es la manera más realista y humana de que nuestros hijos no tengan que arrancar desde un lugar en desventaja en uno de los sectores que pueden generar movilidad social como es la educación. 

Feliz día a los maestros y maestras valientes y atrevidos que dan oportunidades sin fijarse en nada más. 

Por Bárbara Anderson

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