Logotipo de Yo También
Daniel Robles HaroDaniel Robles Haro

Hablemos de mis derechos sexuales

Aunque los papás y la sociedad misma pretendan infantilizar a las personas con discapacidad, sobre todo a las mujeres, todas tenemos necesidades y derechos sexuales.

Ícono de calendario

29 de noviembre de 2022

Ícono de autor

Daniel Robles Haro

¿Te ha pasado que te golpeas el dedo chiquito del pie y te sobas?

¿Te frotas las manos para darte calor cuando tienes frío?

¿O te abanicas cuando sientes calor? 

¿Te rascas cuando tienes comezón? 

¿Te suenas la nariz cuando sientes que lo necesitas?

Creo que todos esos ejemplos son actos que proporcionan una sensación agradable. De autoalivio. 

Y también son cosas que yo no puedo hacer por mí mismo porque entre mi cerebro y mis manos hay un corto circuito. 

Y vayamos más allá. A ese escenario donde muchos papás y la sociedad misma pretenden voltear hacia otro lado. Sobre todo si eres del sexo femenino: el desarrollo de una sexualidad sana y plena. 

Por lo general, muchas personas con discapacidad son infantilizadas. Y es bien sabido que hasta los niños autoexploran su cuerpo. 

¿Qué pasa cuando tenemos sensaciones y sentimos deseos? ¿Cuando nuestro medio nos bombardea con imágenes sexualizadas? Música, cine, televisión, publicidad. 

En mi caso, ¿tengo derecho a recibir una educación sexual adecuada?

¿Y a vivir y disfrutar mi sexualidad? ¿A autoerotizarme? ¿A sentir un orgasmo?

¿Tengo derecho de acceder a mi propio cuerpo? 

Hablemos de asistencia sexual. 

La asistencia sexual consiste en prestar apoyo para poder acceder sexualmente al propio cuerpo o al de una pareja. La persona asistente no es alguien con quien tener sexo, sino alguien que te apoya para tener sexo contigo mismo o con otras personas. La persona asistida decide en qué y cómo recibe apoyo, esa es su forma de autonomía para explorar su propio cuerpo. Te invito a conocer la página española Asistencia Sexual

He decidido iniciar una campaña de información y sensibilización al respecto, con el objetivo de que en México se reconozca la figura del asistente sexual para que esta actividad pueda ser reconocida y ejercida legalmente. Y las escuelas de sexología clínica y terapéutica puedan incluirla en sus materias. 

Y retomo:

¿Qué opciones tengo para desarrollar una sexualidad sana y plena de acuerdo con mis capacidades funcionales? 

Me pregunto: ¿qué hacen los padres o cuidadores al respecto? Y ¿si yo fuera mujer? 

¿Sería aún más intocable y sujeto de tabús y prejuicios? 

¿Estamos listos como sociedad para esta conversación? 

Por Daniel Robles Haro*

*Daniel Robles Haro es activista y vive con parálisis cerebral. Puedes conocer más de él en El cine y mi vida.