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Fotografía de Di con sus papás, Karola y Dieter. En la fotografía los tres están sonriendo, su papá usa una camisa de rayas y su mamá una camisa de mesclilla azul, Di tiene una camisa de cuadritos, todos ven a la cámara.Fotografía de Di con sus papás, Karola y Dieter. En la fotografía los tres están sonriendo, su papá usa una camisa de rayas y su mamá una camisa de mesclilla azul, Di tiene una camisa de cuadritos, todos ven a la cámara.

“Que nuestro hijo lleve a través de su arte un mensaje de esperanza”: Karola, mamá de Dieter

Ni la condición genética que afecta su aprendizaje, lenguaje y movilidad, le impiden expresarse y transmitir un poderoso mensaje a los demás

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3 de septiembre de 2020

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Redacción Yo También

Me llamo Karola. Mi esposo Dieter y yo tenemos dos hijos; el mayor, Dieter, nació con una rara condición genética que afecta su aprendizaje, lenguaje y, ahora, recientemente, su movilidad. Pero esto no ha sido un impedimento para que nuestro hijo sea una persona plena, feliz, capaz de dar y recibir amor y regalarle al mundo color y vida. Hemos descubierto que nuestro hijo pinta arte abstracto en su iPad y desde antes de la pandemia decidimos llevarlo a clases de arte, que ha continuado sin parar, vía Zoom, con su maestra.

Ha producido obras bellas, genuinas, libres, llenas de color.

*Algunas de las obras de arte abstracto de Dieter.*

Sus primas le abrieron una cuenta en Instagram, se llama “Proezas en Lienzo”. De la nada lo seguían 300 personas y hoy casi son 500; estamos llenos de planes y proyectos que, primero Dios y con su ayuda, podremos lograr. El más inmediato, al normalizarse la vida después de la pandemia, es montar una exposición con sus obras.

Me gustaría compartirles un poquito de nuestra historia para que Di, como le decimos de cariño, lleve a través de su arte un mensaje de ESPERANZA a todos los padres, niños, jóvenes, familias que luchan día a día ante una adversidad; cada vida humana es preciosa y tiene algo que contarnos.

Mirando al pasado

Dieter con su maestra de arte en la exposición que hace cada año el estudio donde toma clases.

Dieter, nuestro hijo tiene 15 años y con él hemos recorrido un largo camino para llegar hasta acá, donde hoy estamos.

Juntos como familia hemos enfrentado el reto intelectual-académico, de lenguaje y, recientemente, físico de nuestro hijo. Junto con mi esposo, la meta era buscar lo que realmente le ayudaría a Di en su vida adulta; en nuestro caso las exigencias educativas nos abrumaban, ya que era bastante difícil seguir el ritmo con el reto académico de nuestro hijo.

Entonces, nos centramos en reforzar habilidades que usaría en su día a día como lectura y matemáticas prácticas.

Antes de la pandemia, asistía a la escuela ciertos días junto con su maestra. Era una escuela pequeña llena de amor y tenía a sus compañeros que lo quieren mucho. Mi hijo llevaba su propio plan académico.

Como parte de su programa, integramos actividades manuales y artísticas. Lo empezamos a hacer cuando tomé un curso de papel reciclado. Después, cuando Di trabajaba en casa, junto con la maestra, se lo enseñamos y él elaboraba su propio papel, en el que luego pintaba.

La idea era buscar, descubrir qué lo ilusionaba, y que esa fuera su fuente de trabajo. Gracias a Dios, le regaló el talento del arte, que es su forma de expresarse y relajarse.

Cuando encontramos en el iPad sus diseños le escribí a un artista del arte abstracto con obras preciosas muy conocido en nuestro país, Honduras, y nos abrió las puertas de su taller. Santos Arzu nos ánimo  y nos dijo: ”su hijo es un artista” y nos dio uno de los mejores consejos que tratamos de aplicar: “el arte es disciplina todos los días; bajo a mi taller a la misma hora. Es un trabajo como cualquier otro”.

Por fortuna, encontramos a su maestra de arte Carolina Carias, quien se involucró en el proceso y le ha ayudado muchísimo; ella no ha detenido sus clases en esta pandemia y le enseña técnicas nuevas.

Los retos no terminan, pero debemos saber que Dios nos acompaña a cada paso.

Actualmente debemos someter a nuestro hijo a una operación de rodilla, ya que le ocasiona dolor y ahora usa silla de ruedas. Pero siempre debemos confiar y tratar de conservar la esperanza.

Creo que cada historia es distinta; en nuestro caso, tomamos el reto educativo de nuestro hijo, pero entiendo y apoyo a padres que deciden diferentes opciones para sus hijos.

Cada padre o madre tiene el derecho de ser el padre que es; ya que es desde su realidad, sus vivencias, sus retos lo que lo mueven a tomar las decisiones que toma.

Envío un abrazo fuerte a todos los que luchan, aman y dan lo mejor para sus hijos.

¡Ánimo existe luz al final del túnel!


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