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La tecnología como aliada de la justicia inclusiva

En el mundo, solo 4 de cada 10 páginas web de gobierno y 18% de la iniciativa privada son accesibles. Si bien en México hay buenas leyes en materia de accesibilidad digital, estamos aún lejos de estas cifras. Este fue uno de los ejes del evento organizado por el Consejo para Prevenir y eliminar la […]

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28 de junio de 2019

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Ilse Domínguez

En el mundo, solo 4 de cada 10 páginas web de gobierno y 18% de la iniciativa privada son accesibles. Si bien en México hay buenas leyes en materia de accesibilidad digital, estamos aún lejos de estas cifras.

Este fue uno de los ejes del evento organizado por el Consejo para Prevenir y eliminar la discriminación de la Ciudad de México (Copred) y HearColors para debatir sobre cómo las tecnologías de la información pueden promover un sistema de justicia más accesible e incluyente.

El ponente principal fue ni más ni menos que James Thurston, vicepresidente de estrategia Global y Desarrollo de G3ict (por las siglas en inglés Iniciativa Global para las tecnologías en información y comunicaciones incluyentes), una asociación sin fines de lucro líder en accesibilidad y tecnología que está trabajando a nivel mundial en tres frentes: ciudades inteligentes, universidades inteligentes y acceso a la justicia.

En las cortes y los juzgados de Estados Unidos, 55% de los abogados usa la tecnología como una herramienta de trabajo, mientras que Brasil digitalizó 100% de los procesos judiciales, lo que generó un ahorro de 850,000 horas de trabajo al año.

¿Cómo estamos en México? 

Para muestra el Tribunal Superior de Justicia de la CdMX: debe capacitar en inclusión a más de 11 mil servidores públicos y garantizar la accesibilidad de sus 40 edificios. Hoy solo cuentan con 6 impresoras de sistema Braille, 6 lectores de pantalla y 6 comunicadores.

“Un juicio no accesible genera 5 juicios más”, dijo Agustín de Pavía, director general de Yo También en la mesa sobre Justicia y Discapacidad. “Debemos partir de la educación de juristas sobre el derecho a la accesibilidad; yo así lo hago cuando doy clases. Uso libros de texto accesibles pues me ayudan a mí por mi discapacidad, pero también garantizan la accesibilidad de la información a todos los alumnos con y sin discapacidad”.

Hay mucho camino por delante, pero hay ejemplos internacionales y organizaciones pro bono que pueden hacer mucho menos traumática la transición hacia una justicia inclusiva.

Y en las tecnologías de información y comunicación están buena parte de las respuestas y soluciones.