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Fotografía de Lucero, sentada con sus lentes obscuros y sonriendoFotografía de Lucero, sentada con sus lentes obscuros y sonriendo

‘Si escalé el Pico de Orizaba, me puedo mover en un gimnasio’

Lucero Márquez, mujer ciega, enfrentó muchas barreras para encontrar un gimnasio que la aceptara como cliente en la Ciudad de México

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1 de noviembre de 2019

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Conversa

Por Blanca Valadez

En el 2010 se internó por dos semanas, junto con otras 10 personas con discapacidad, en un recorrido de 200 kilómetros a campo traviesa de Puebla a Veracruz como parte del proyecto “La expedición, más allá de lo imposible” y escaló la montaña más alta de México: el Pico de Orizaba. Pero hizo una travesía de un mes para encontrar un gimnasio que la aceptara para entrenar con su perro guía en la ciudad de México.

Lucero no se asume como una deportista de alto rendimiento; sin embargo, desde hace nueve años se involucra en deportes extremos y quería ir un gimnasio para hacer cross training, disciplina basada en la fuerza, potencia y acondicionamiento físico extremo.

“Me parece que ayuda a la gente a romper sus propios límites y salir de nuestra zona de confort; en el caso de las personas con discapacidad visual nos ayuda a interactuar mejor con los espacios, saber dónde estamos parados en todos los sentidos de la vida y a tener mayor confianza en nosotros mismos”.

En Smart Fit, Go Fitness, Sports World y Orange Gym rechazaron la idea de que acudiera con su perra guía, Kyler, una labrador negra. “Todos me decían: ‘¡déjame ver!’ ‘¡contrata un servicio adicional de entrenador particular!’, ‘ven en un horario específico’, ‘¡acude con alguien de confianza!’. O bien, sigo esperando su llamada”.

“Es alarmante que no crean que una persona ciega pueda entrenar en un gimnasio haciendo cualquier tipo de ejercicio, sobre todo, actividades intensas. Es preocupante porque nos cierran la puerta a la inclusión, no nos ven como personas capaces. Yo vivo sola, de manera independiente, desde el 2004. Pero me decían que era imposible, peligroso, y lo peor fue la respuesta de un cliente: ‘Qué chingona, ¿por qué le van a poner entrenador a ella y a mí no?’”.

“La gente habla desde sus limitaciones, no desde las mías”

“Más que barreras físicas, me enfrenté a barreras sociales”, reflexiona Lucero. “Es el pensamiento de la gente que me habla desde sus limitaciones y no desde las mías.. Si escalé el Pico de Orizaba, ¡que no sepa moverme en un gimnasio! Como todo, necesito la orientación de donde están los aparatos, las escaleras”.

Luego de buscar varios lugares por casi un mes, Lucero logró su primera clase de actividad intensa en Under Cover Cross Fit, en Polanco, donde entendieron que Kyler, que está con ella desde 2015, obedece órdenes y está entrenada para no correr o poner en peligro a nadie. 

De hecho, llegó un poco tarde a su primera clase porque no encontraba un Uber que aceptara que Kyler viajara con ella.

Lucero corre, salta cajas, empuja, lanza, tira. Ya hace battle ropes, que consiste en movilizar cuerdas gruesas y pesadas con las manos, ejercicios de abdominales al ritmo de 1, 2, 3. Todo con su cuerpo. “Es pura adrenalina”. 

Tiene 39 años de edad y es egresada de la carrera técnica en administración por el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Actualmente es distribuidora de productos antienvejecimiento.

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