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Imagen ilustrativa del rostro de un hombre detrás de unas barras de metal.Imagen ilustrativa del rostro de un hombre detrás de unas barras de metal.

Encadenados: la práctica “cotidiana” para pcd psicosocial

Aunque se trata de una acción contraria a derechos humanos, una investigación documenta que 60 países -México incluido- la llevan a cabo como “tratamiento” ante problemas de salud mental.

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6 de octubre de 2020

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Conversa

Fotografía: www.hrw.org

Por Katia D’Artigues 

Al menos 60 países del mundo en Asia, África, Europa, Oriente Medio y las Américas, incluyendo México, aún practican el encadenamiento o sujeción como manera de “tratamiento” para personas con discapacidad psicosocial, reveló esta semana un reporte de Human Rights Watch (HRW) titulado: “Viviendo con cadenas: personas con discapacidad psicosocial en el mundo”. Aquí la liga para leer el reporte -por ahora sólo en inglés- completo. 

“A nivel mundial, se estima que 792 millones de personas, o 1 de cada 10, incluido 1 de cada 5 niños, padecen una enfermedad mental. Sin embargo, los gobiernos gastan menos del dos por ciento de sus presupuestos de salud en salud mental”, contextualiza el documento publicado por la cercanía del 10 de octubre, Día Mundial de la Salud Mental.

Familias que no encuentran otras opciones; gobiernos que evaden responsabilidades

El encadenamiento, que incluye a personas que viven en jaulas o atadas a un árbol, es una práctica aún desgraciadamente común que usan las familias para afrontar el reto de tener un integrante de su familia con discapacidad psicosocial y ante la falta de servicios de salud mental adecuados -basados en la comunidad- de los gobiernos. Por  falta de conciencia y apoyo sienten que no tienen otra opción. “A menudo les preocupa que la persona se escape, se lastime a sí misma o a otras personas”.

El Informe está basado en más de 350 entrevistas a personas con discapacidades psicosociales, incluidos niños y niñas; 430 familiares, personal que trabaja en instituciones, profesionales de salud mental, sanadores religiosos, funcionarios de gobierno y defensores de los derechos de las personas con discapacidad entre 2011 y 2020. 

“EI informe examina cómo las personas con problemas de salud mental a menudo son encadenadas, contra su voluntad, por sus familias en sus propios hogares o en instituciones abarrotadas e insalubres debido al estigma y la ausencia de servicios de salud mental. Muchas se ven obligadas a comer, dormir, orinar y defecar en el mismo espacio diminuto. En las residencias estatales o privadas, así como en centros de sanación tradicionales o religiosos a menudo se ven obligados a ayunar, tomar medicamentos o brebajes de hierbas y son víctimas de violencia física y sexual”, dice un resumen del informe, realizado por Kriti Sharma, investigadora senior de derechos de personas con discapacidad en HRW.

El informe documenta cómo en muchos países las familias llevan a los parientes, incluyendo niños de apenas 10 años, a centros de “curación religiosa” porque piensan que las condiciones de salud mental son el resultado de “espíritus malignos o de haber pecado”. 

Esto, además, se agrava en tiempos de COVID-19. Encadenados y sin tener acceso a jabón o atención médica básica -y más al interrumpirse en muchos países los servicios de salud mental- estas personas corren un mayor riesgo de contraer la enfermedad.

En México también pasa

El trabajo coordinado por Sharma incluyó labores de campo de 16 investigadores de HRW. En nuestro país, Carlos Ríos Espinosa contribuyó a documentar al menos tres casos.

  1. En Apodaca, Nuevo León, una mujer de 37 años, con discapacidad psicosocial que vivía con sus padres en una comunidad rural fue encadenada desde que era niña. Aunque esto duró muchos años, la mayoría de su vida su caso jamás fue contado o incluido en datos gubernamentales. “Es una práctica que permanece invisible y oculta, hasta para sus vecinos, la comunidad local y las autoridades”. 

    Un oficial no citado de la oficina de la procuraduría para la protección de las personas con discapacidad dijo: “Las familias encadenan (a las personas con discapacidad psicosocial) de manera regular. Lo sabemos por los signos físicos en sus cuerpos, tienen cicatrices”. 

  2. Felipe Orozco, un hombre de 41 años, dijo a HRW que había estado hospitalizado cinco veces por su condición de salud mental. “Una vez en 2018 profesionales de salud mental del hospital psiquiátrico “Dr. Rafael Serrano”, en Puebla, lo encadenaron desnudo con un candado durante las noches durante dos semanas y  media. Fue forzado a defecar y orinar en su cama”. La propia víctima es citada: “Tenía miedo que alguien me atacara en las noches, sin que me pudiera defender porque estaba encadenado”.

  3. El Informe también cita otro estudio hecho por Disability Rights International, donde niños y niñas con discapacidades psicosociales vivían en jaulas o eran atados con vendas. “Cuando los niños son atados, se les priva de jugar, hacer amigos, ir a la escuela, crecer con una familia, y tener una niñez normal. En algunos casos los niños estaban completamente envueltos en vendas, con cinta adhesiva o ropa, como momias.  En un caso, una persona murió mientras estaba amarrada y encerrada en un baño que era usado como cuarto de aislamiento”.

Recomendaciones

Además de iniciar una campaña para parar el encadenamiento, HRW hace 6 recomendaciones de políticas públicas para terminar con esta práctica claramente violatoria de derechos humanos.

-Compromiso político sostenido para acabar con la práctica

-Prohibición del uso de grilletes en la ley y en la política

-Sensibilizar sobre la salud mental y combatir específicamente los estereotipos y creencias negativos de que una condición de salud mental es el resultado de estar poseído por espíritus

-Un enfoque coordinado e interinstitucional que incluya los ministerios o secretarías de justicia, salud, asuntos sociales, vivienda, educación y empleo

-Monitoreo independiente para asegurar que se implemente la prohibición del encadenamiento

-Un programa específico que no solo libere a las personas de los grilletes, sino que también realice un seguimiento regular para garantizar que una vez liberadas, las personas no vuelvan a estar encadenadas

-Acceso a servicios de salud mental y apoyo comunitario asequibles y de calidad que ayuden a prevenir el encadenamiento y apoyen a alguien que está liberado de las cadenas para reintegrarse a la comunidad


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