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Fotografía de un hombre de color y un hombre en una silla de ruedas, el primero está sosteniendo una guitarra en su hombro mientras tiene su otra mano en la silla de ruedas mientras que el segundo sonrie a la camara con su cabeza un poco inclinada hacia la derecha, detrás de ellos se alcanza a ver un grupo de casas junto a un bosqueFotografía de un hombre de color y un hombre en una silla de ruedas, el primero está sosteniendo una guitarra en su hombro mientras tiene su otra mano en la silla de ruedas mientras que el segundo sonrie a la camara con su cabeza un poco inclinada hacia la derecha, detrás de ellos se alcanza a ver un grupo de casas junto a un bosque

El campamento que transformó la lucha de las personas con discapacidad en EU

El documental producido por los Obama muestra que la lucha por la igualdad de las pcd d no radica en la victimización encubierta de activismo, sino en el justo reclamo que toda persona, sin importar su condición, goce de los mismos derechos sin excepción

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27 de marzo de 2020

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Conversa

Por Adalberto Méndez López *

Recién se estrenó en la plataforma Netflix “Crip Camp: A Disability Revolution”, el documental producido por Barack y Michelle Obama que describe magistralmente la historia del movimiento de personas con discapacidad en los Estados Unidos.

Como normalmente sucede, la traducción al español no le hace justicia al título que, por desgracia, hace apología a lo que el filme justamente critica al haber escogido un muy desatinado título, “Campamento Extraordinario”, el cual desempodera la narrativa histórica y de resistencia social que exponen con detalle sus directores, Nicole Newnham y Jame Lebrecht, este último, por cierto, una persona con discapacidad que también protagoniza la cinta.

Crip Camp recoge la historia del “Campamento Jened”, un lugar en medio de las montañas Catskill en el sur de Nueva York, que albergó de 1951 hasta 1977 (año en que cerraría por falta de fondeo) a un singular campamento para jóvenes con discapacidad administrado por la comunidad hippie, que resultaría ser la cuna del movimiento de personas con discapacidad en Norteamérica y de donde emergieron prominentes líderes como la mismísima Judith Heumann, ícono viviente de esta lucha.

Recordando pasajes épicos, como el plantón de 25 días en 1977 por la aprobación de la Sección 504 de la Ley de Rehabilitación que obligaba a la plena inclusión de las personas con discapacidad en cualquier organización con fondeo federal, y las movilizaciones por la promulgación de la American Disabilities Act en los noventa, el documental sigue la vida de los jóvenes que asistieron a ese campamento y cómo fueron convirtiéndose en liderazgos sociales que marcarían la historia de ese país.

El documental, el segundo producido por los Obama, hace un excelso trabajo histórico;  sin embargo, éste va más allá al visibilizar el proceso de empoderamiento de sus protagonistas, al capturar cómo un entorno como el que les ofrecía el Campamento Jened, sin restricciones ni limitaciones, logró en cada uno de ellos cuestionar esa falsa normalización de la exclusión por vivir con discapacidad impuesta por la sociedad, para darle sustento a su reclamo de justicia a través de la igualdad sustantiva de oportunidades.

El filme deconstruye la concepción tradicional y generalizada de las personas con discapacidad desmitificando la pasividad y la asexualidad de estas, al mostrar imágenes que pudieran ser consideradas como trasgresoras para mentes ortodoxas, tales como jóvenes criticando la sobreprotección de sus padres, relatos de hombres y mujeres sobre cómo éstos exploraron su sexualidad a lo largo de los años, o una fiesta que muestra a los asistentes del Campamento Jened bailando y disfrutando sin restricciones de la cerveza y la música.

El valor documental de Crip Camp no sólo es destacable, sino que además resulta aleccionador para cualquier activista, al resaltar el valor de la unidad y la organización en la defensa de las causas sociales. Si comparamos la experiencia en México, resulta desmoralizante la ausencia de líderes de la talla de Judith Heumann y Ed Roberts, quienes aparecen en el documental y entendieron que las batallas se ganan sumando y no dividiendo.

En México, el movimiento de personas con discapacidad, por desgracia, se ha visto marcado los últimos años por liderazgos mediocres y oportunistas, cuya única causa es la del protagonismo personal y no la de la reivindicación social de este colectivo. La ausencia de voces como la de Gabriela Brimmer, Gilberto Rincón Gallardo o Francisco Cisneros, ha hecho un movimiento intolerante a la crítica (por no decir carente de ella), que ha empoderado falsos portavoces de la causa por el simple hecho de vivir con discapacidad, llevándolos incluso a posiciones públicas que hoy brillan por su incompetencia, demeritando así al propio movimiento.

El documental producido por los Obama muestra que la lucha por la igualdad de las personas con discapacidad no radica en la victimización encubierta de activismo, sino en el justo reclamo que toda persona, sin importar su condición, goce de los mismos derechos sin excepción. Esto significa que llegar a un puesto por el simple hecho de tener una discapacidad no es un logro per se, por el contrario, lo es el llegar a esa posición por méritos propios como cualquier otra persona sin que parezca algo “extraordinario”. En resumen, eliminar toda barrera que impida a una persona competir en igualdad de condiciones.

Judith Heumann retrata lo anterior de manera excelsa manifestando en algún momento del filme que el agradecer la existencia de baños accesibles, le hacía cuestionar el motivo de porque debía estar agradecida por una necesidad básica. El mensaje de Heumann es claro, el empoderamiento no proviene de visibilizar los actos de personas con discapacidad como “anormales”, “extraordinarios” o “especiales”, sino de lograr que éstos sean normales, ordinarios y comunes.

Hace algunos años escribí un texto cuando laboraba en la CNDH que recordé al ver “Crip Camp: A Disability Revolution”, en el que expresé lo siguiente “el lema ‘nada sobre nosotros, sin nosotros’ que ha cobijado al movimiento durante los últimos 30 años, no pretende llegar al extremo de segregar a aquellos que no viven con discapacidad, sino que, por el contrario, busca unificar a personas con y sin discapacidad en una misma lucha social, la del reconocimiento de la persona sin importar su condición de vida”. Confieso que se me rasaron los ojos de emoción al descubrir que no estaba equivocado y que Crip Camp me lo reafirmaba.

Para todo aquel que ha asumido la defensa de los derechos humanos como causa de vida, es obligación ver este documental, sobre todo quienes defienden los derechos de las personas con discapacidad.

El gran fracaso de este movimiento en México se debe a la tibieza de sus acciones y al radicalismo de sus postulantes al no encabezar acciones disruptivas en contra del gobierno que los invisibiliza y al excluir a sus aliados por alimentar egos personales. Crip Camp muestra como en Estados Unidos en la década de los setenta, bastaron sólo 25 días de plantón en oficinas públicas de ese país para que menos de 100 personas con discapacidad (con apoyo de las Panteras Negras y el movimiento LGBT, cabe mencionar) lograran obligar al Secretario de Salud, Joseph Califano, a emitir las regulaciones pertinentes para hacer obligatorias las provisiones de la Sección 504 de la Ley de Rehabilitación, ¿y en México?, ¿por qué este movimiento no logra organizarse ni cohesionarse con la misma entereza?

Tengo fe de que este excepcional documental retire esa venda en los ojos de este colectivo y lo empodere revolucionariamente.

 * Business & Human Rights Counsel en México de la firma global de abogados ECIJA, profesor de posgrado de la Universidad Panamericana y la Escuela Libre de Derecho, y fue Director de Atención a Personas con Discapacidad de la CNDH de 2015 a 2018. Twitter @ADALSAMMA, E-Mail [email protected]


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