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Casa Elvira, mucho más que comida

Un comedor en la Cuauhtémoc es el centro social de personas de la tercera edad o con alguna discapacidad que comen por 10 pesos y comparten un espacio de amistad. Por Abraham Reza26 julio de 2019 Todos los días doña Noemí se levanta a las 8 de la mañana, hace la limpieza de su casa, […]

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26 de julio de 2019

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Ilse Domínguez

*Un comedor en la Cuauhtémoc es el centro social de personas de la tercera edad o con alguna discapacidad que comen por 10 pesos y comparten un espacio de amistad.*

*Por Abraham Reza*26 julio de 2019

Todos los días doña Noemí se levanta a las 8 de la mañana, hace la limpieza de su casa, riega las plantas y en punto de las 10 comienza con un ritual que para ella es casi religioso: se baña, elige su mejor vestido y los zapatos de piso con los que se cansa menos.

Parece que se prepara para ir a una fiesta, pero no, solo se viste para ir al comedor Casa Elvira donde por diez pesos tiene un plato de comida caliente y convive con otros 170 adultos mayores que, al igual que ella, buscan un refugio que los aleje de la soledad.No siempre fue así, hace un año, antes de conocer este comedor en Río Nazas 133 de la alcaldía Cuauhtémoc en la CdMX, ella no salía de casa y solo veía televisión.

Tiene 79 años y vive  sola en una casa de la Colonia Tabacalera. Nunca tuvo hijos, su esposo murió hace 20 años y, desde su jubilación en 2010, solo había decidido “esperar a que llegara la hora”.Fue precisamente a través de una vecina que conoció la Casa Elvira, que para ella se ha convertido en su segunda hogar y ya lleva 6 meses visitándolo. Ahí ha conocido a sus nuevas amigas y dice “aleja su mente de los malos pensamientos”.

Son las dos de la tarde y si bien hace unas horas terminó de comer,  enfundada en su vestido verde y su cabello cano perfectamente peinado, sigue platicando con sus nuevos amigos. 

“Mientras comemos, aprovechamos para hablar de nuestra juventud, de lo que fue la vida en pareja y hasta hacemos planes para distraernos. Nada es mejor que esto porque convivimos con gente de nuestra edad y compartimos la experiencia de toda una vida”, comparte mientras deja salir un par de lágrimas de sus ojos color miel.Hoy dice ya no sentirse sola, la hora de la comida en Casa Elvira se ha vuelto una salida en la que, además, paga poco por un plato que contiene vegetales y carnes cocinados especialmente para personas como ella, que no pueden comer cualquier cosa.Entre la lista de sus nuevos amigos está Pedro Carrillo, de 69 años. A diferencia de Noemí él no solo tiene que lidiar con los estragos que el tiempo dejó en su cuerpo, sino con la ceguera del ojo derecho que le ocasionó una mala cirugía hace dos años.“Soy diabético desde que tengo 40 y venir al comedor me resulta una gran ayuda, pues tengo una pensión mensual de 2 mil 500 y pago una renta de 1000”, dice.

Un plato y un amigo

Soledad y discapacidad, así como falta de espacios que reúnan a la gente menos favorecida alrededor de una mesa, fueron las razones que tuvo un grupo de restauranteros de la alcaldía para abrir, en junio de 2018, el comedor Casa Elvira.Es el primer proyecto altruista de la Fundación Cale, integrada por distintos empresarios (quienes prefieren quedar en el anonimato), que busca “brindarle una mejor alimentación a los viejitos que lo necesiten”.A un año de su inauguración, el comedor ya suma 600 comensales registrados. 

Tienen el apoyo del Centro de Atención y Desarrollo del Adulto Mayor que les ayudó a darse a conocer con su base datos, y luego unieron a la Unidad de Medicina Física y Rehabilitación Región Centro (IMSS), así que también aceptan en su comedor a personas con discapacidad o a familiares que acompañan a los pacientes del Hospital en Rosas Moreno. 

Los alimentos que utilizan son de los restaurantes que administran los integrantes de esta fundación. 

Cuatro voluntarios y tres empleados de la fundación ya han servido más de 26,000 comidas.Arturo Muñoz es el cocinero y encargado del comedor. Para él esta tarea no es un trabajo, sino “la oportunidad de brindarle un momento de convivencia a personas que, en la mayoría de los casos, fueron abandonados por sus hijos y familiares y que no cuentan con un ingreso fijo”.Además del servicio de comida, la Fundación Cale A.C. ofrece atención podológica mensual a sus derechohabientes. Cada primero de mes el espacio de 30 metros cuadrados levanta sus 4 mesas y deja el espacio libre para que cada uno de sus afiliados se deje consentir.

¿Le gustaría apoyar esta causa? Siempre necesitan voluntarios para servir en sus tres turnos de comida y doctores que puedan ir a atenderlos.