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“La idea fue de mi esposa”

El alcalde que se hizo viral por disfrazarse de indigente y usar una silla de ruedas, recibía quejas tanto en su oficina como en su casa, donde su mujer es maestra de personas con discapacidad. Por Abraham Reza 12 de julio 2019 Carlos Tena Nevárez se hizo famoso esta semana. Las fotos del alcalde de […]

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12 de julio de 2019

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Ilse Domínguez

El alcalde que se hizo viral por disfrazarse de indigente y usar una silla de ruedas, recibía quejas tanto en su oficina como en su casa, donde su mujer es maestra de personas con discapacidad.

Por Abraham Reza

12 de julio 2019

Carlos Tena Nevárez se hizo famoso esta semana. Las fotos del alcalde de Cuauhtémoc, en el estado de Chihuahua, cubierto con mantas y sentado en una silla de ruedas dieron la vuelta al país. 

La falta de empatía hacia las personas con discapacidad o en situación de calle eran conversaciones recurrentes con su esposa, Guadalupe Ledezma, quien fue maestra de personas con discapacidad en el Centro de Atención Múltiple número 4 de Cuauhtémoc y que ahora preside el DIF local.

Ella le recomendó disfrazarse de indigente, usar una silla de ruedas y checar en carne propia cómo los empleados de diferentes dependencias de gobierno trataban a los ciudadanos. 

El alcalde de Morena se presentó ‘encubierto’ para solicitar una despensa y descubrió que los empleados se dividieron entre los que hacían malos gestos y los que de plano lo ignoraron.

Tras este experimento, Tena Nevárez está seguro de algo: “A partir de ese día todos los funcionarios del municipio van a ver mi rostro en las personas que se acerquen a pedir apoyo o información y los van a tratar como se debe”.

Cuauhtémoc es uno de los tres municipios más poblados de Chihuahua, con 168 mil 482 habitantes.

¿Quién fue el autor intelectual de este experimento?

La idea fue de mi esposa.

Llevaba mucho tiempo contándole que, en las cartas que recibíamos de los pobladores, la constante era una acusación hacia todo el personal de la alcaldía en la que los señalaban como groseros y déspotas. Entonces un día de regreso a casa íbamos en el auto y mi mujer muy enojada respondió. “Disfrázate de indigente y vas a pedir una despensa”.

En el momento la idea no me convencía, pero luego de dos meses de traerla en la cabeza me decidí.

 ¿Ya había participado en este tipo de acciones que buscan la inclusión y el respeto?

Directamente no, pero desde hace varios años mi esposa se ha dedicado a dar clases en una escuela para personas con discapacidad y obviamente este acercamiento es el que durante años ha hecho que nos preocupen y ocupen las necesidades que tienen estas personas en nuestro municipio.

¿Se imaginó el resultado que tendría su iniciativa?

Al principio tenía miedo de que alguien me descubriera y fingiera una buena atención, sin embargo, como nunca lo platiqué más que con mi esposa, el resultado fue tal y como lo describían todas las cartas.

Me encontré con malos gestos, respuestas groseras y rechazos. No creía lo que estaba viviendo en carne propia.

¿Qué fue lo que más le impacto de la reacción de su personal?

Que no se pusieran en los zapatos del otro; es decir, fui en una silla de ruedas y ni así se compadecieron de mí. Al contrario, cuando se dieron cuenta de mi mal olor, me rechazaron.

¿Tomó acciones en contra de ese personal?

Claro. ¿Quién les dijo que somos superiores solo por estar del otro lado del escritorio? No, cuando uno es servidor público debe ser consciente de que su principal trabajo es servir y si no es así que se vayan.

Por eso tuve que despedir a tres personas, la primera fue una de las secretarias, que cuando me vio empujó mi silla. La segunda fue la encargada de entregar medicamentos, quien nunca dejó de ver su celular y que, cuando le pregunté algo, sólo alzó un dedo para señalar donde estaba la farmacia y por último a la secretaria de la antesala de mi oficina que de una forma grosera solicitó que me sacaran, argumentando que olía mal.

¿Pensó que su actuación se iba a viralizar?

Jamás, de hecho la idea era que esto no saliera de la alcaldía, pero en casa alguien tomó la foto y me subió a las redes. Ahora solo espero que este experimento sirva para que otros alcaldes también hagan una evaluación del trato que los empleados dan a sus gobernados.

¿Qué es lo que más le preocupa de este panorama?

Que esto no es un problema nuevo y que será difícil desarraigarlo de mi gente.

¿Qué otras acciones tomará al respecto?

Ya les dije que a quien yo agarre en la presidencia jugando con el teléfono y dando malos tratos, le voy a cobrar 1,000 pesos de multa, mismos que se irán a un fondo con el que se le comprarán despensas a las personas más necesitadas.