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Fotografía de Luis Quintana, un hombre joven, que usa lentes y lleva el cabello corto peinado hacia atrás.Fotografía de Luis Quintana, un hombre joven, que usa lentes y lleva el cabello corto peinado hacia atrás.

El emprendedor mexicano que impulsa la accesibilidad universal

Para Luis Quintana, la accesibilidad va más allá de solo construir rampas. Es, también, un cambio de mentalidad que lleve a la sociedad a visibilizar y entender al otro u otra y sus necesidades, tomando en cuenta qué es lo que desea.

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18 de agosto de 2021

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Redacción Yo También

Por Carlos Tomasini

El Censo 2020 contó en el rubro de discapacidad a 20 millones 838 mil 108 habitantes, cifra que equivale a 16.5% de la población de México; y en todo el planeta, de acuerdo con el Banco Mundial, hay más de mil millones. “Ahí tienes un nicho de mercado inmenso”, describe Luis Quintana, fundador de Todo Accesible, una consultoría especializada en la eliminación de las barreras físicas, digitales y culturales que impiden a las personas con alguna una discapacidad reintegrarse a la sociedad.

El emprendedor, egresado de Administración de Empresas de la Universidad Anáhuac, dice que los negocios –como hoteles y restaurantes– se pierden de ese mercado al no tener un lugar con suficiente accesibilidad.

“Por eso buscamos la mejor alternativa para que el espacio sea cómodo y utilizable para quienes tienen alguna discapacidad, y también para todo el resto de la población”.

La idea de esta empresa surgió después de que Luis tuviera un accidente, hace 16 años, el cual le obligó a usar una silla de ruedas, por lo que notó que existían muchas barreras para llegar a algún lado o hasta para utilizar el baño en algún negocio.

“Estando un día en casa todo desesperado y frustrado, me dijo mi mamá ‘en vez de que te estés quejando, encuentra la oportunidad de negocio que tiene todo eso’, así que con una laptop y un celular nació Todo Accesible”, recuerda.

“Empecé a buscar qué normas había, cuánta población vivía en México, cómo le iba a hacer para que me quisieran contratar y cómo podría yo ir a un restaurante a comer; fue ahí cuando vi todo el universo que existía y también a prepararme, porque yo no soy arquitecto y jamás había pensado en la accesibilidad”.

El cambio de vida

Antes del accidente, Luis, que hoy tiene 44 años, trabajaba en el área de Compras de una empresa estadounidense de supermercados. “La compañía tenía un plan de carrera maravilloso, creía en lo que estaba haciendo, viajaba mucho y me reunía con diferentes empresas para ver los productos y negociar. Tras el accidente, a pesar de que no fue laboral, la empresa se portó maravillosa conmigo”, apunta.

Pero cuando intentó recuperar su vida anterior, descubrió que existían muchas limitaciones, además de que la vida de todos quienes lo rodeaban también había cambiado. “Piensan que nada más nos afecta a quienes tuvimos un accidente, pero yo le di en la torre a mi familia completa, a mis papás, a mis hermanos, a mi novia que tenía en ese tiempo, porque todo cambia. Dejé de salir con mis hermanos y con mis amigos, tenía 28 años, recién titulado, me estaba comiendo el mundo a puños”.

Por temas de salud y accesibilidad, tuvo que irse a vivir con su mamá a Cuernavaca y “poner en stand by” su vida laboral y sentimental para enfocarse en su rehabilitación, la cual tuvo la oportunidad de llevar a cabo en Cuba.

“Quizá la tecnología que había en Cuba no era la ideal, pero lo que sí había era un humanismo bárbaro. Lo que me dijeron ahí fue ‘yo no sé si vas a caminar o no, pero tú tienes que trabajar y volverte a integrar; ¿cómo le vas a hacer?, yo no sé, compañero, yo te voy a ayudar a que te rehabilites’”.

Así, durante su estancia en Cuba conoció a otras personas que estaban en su misma situación y con quienes convivía después de las jornadas de rehabilitación. “Nos subían a un camión y nos llevaban a conocer la isla, y cuando regresábamos, jugábamos cartas, dominó, platicábamos o nos tomábamos un ron”, apunta.

De esa manera, Luis aprendió de las realidades de otras personas, intercambiaba puntos de vista sobre su realidad y, sobre todo, entendió que su rehabilitación sería temporal, pero lo importante era lo que iba a hacer en cuanto regresara a casa.

“El accidente me trajo trabajo, viajes, conocer gente fabulosa y me enseñó a ver las cosas con una perspectiva diferente”, reflexiona.

Para que entren todos

Luis trabajó un par de años como consultor independiente, hasta que Todo Accesible nació en noviembre de 2011.

“Yo podía decir qué podías hacer, pero no dibujar un plano, porque no soy arquitecto”, recuerda. “Hoy tenemos un equipo fabuloso de arquitectas y diseñadores, y cuando estamos analizando los proyectos siempre les digo ‘¿qué más van a hacer?, ¿qué les vas a meter de diferente al proyecto?’”.

Para él y su empresa, la accesibilidad es un tema que va más allá de solamente construir algo como una rampa. “Debes saber cuál vas a poner, cómo la vas a poner, qué tamaño, qué pendientes, qué materiales y qué más vas a usar”, enumera. “Pero además nos metemos con temas que van desde la iluminación, mobiliarios, cómo tienes acomodado el espacio físico o la señalización”.

La accesibilidad, apunta, debe ser universal, es decir, para todas las personas, desde una persona ciega hasta alguien que no habla el idioma.

“Así van a poder entrar todos: una persona con silla de ruedas, un adulto mayor o una persona con talla baja, porque el espacio cumple para todos, no solo para un sector”.

Inclusive, apunta que, por ejemplo, en un centro comercial, lo ideal es poner únicamente rampas en vez de escaleras, porque eso ayuda en temas de protección civil y de circulación de personas. “Porque además le va a servir a la familia que viene con una carriola, a la persona que viene con muletas o andadera, y a la persona que viene platicando y no viene viendo dónde pisa, porque no tienes esas barreras. Hemos realizado el ejercicio en espacios que tienen combinados escalera y rampa, y la gente usa la rampa, no usa la escalera”, ejemplifica.

Cambio de mentalidad

Pero uno de los lugares en donde más buscan la asesoría de Todo Accesible es en las oficinas, ya que muchos corporativos o lugares como sucursales bancarias, hoy trabajan en temas de inclusión, y esta empresa, además, puede ayudarles en temas como accesibilidad digital, el cual fue impulsado por la pandemia.

“La gente ha aprendido a vivir en su espacio las 24 horas de los 7 días; cuando yo tuve el accidente hace 15 años, yo no salí de mi casa también durante un año y medio, y no fue por pandemia, recuerda Luis.

Así, las empresas podrán contratar a personas que no pueden trasladarse todos los días a un lugar y dotarlas con la herramientas tecnológicas necesarias para realizar su trabajo.

También ha trabajado en el desarrollo de espacios urbanos, los cuales también requieren temas de accesibilidad universal para ser más amigables con todas las personas.

Sobre el costo, dice que, contrario a lo que podría pensarse, no es algo caro, ya que las inversiones de accesibilidad dentro de los inmueble –nuevo o ya construido– varían entre el 0 y el 0.5%, además de que son 100% deducibles y se pueden hacer en etapas. “No es un gasto, es una inversión”, reitera.

Además, las asesorías de Todo Accesible incluyen el punto de vista de la sustentabilidad, un tema que también adquiere gran relevancia en los tiempos actuales, así como certificaciones cuando sea necesario.

Él está convencido también de que se debe cambiar la forma de pensar de muchas personas, lo cual también aportaría a la accesibilidad:

“Yo he llegado a lugares con mi novia o con la persona que me ayude y no me hablan a mí, le hablan a ellos, le dicen cosas como ‘y él, ¿quiere algo de tomar?’. Me encantaría ya dejar de tener ese tipo de experiencias cada vez que queremos salir a integrarnos”.

Para él emprender ha sido una experiencia positiva que le ha permitido sumar a más personas, aunque no pierde la oportunidad de bromear al respecto: “Si hubiera visto todo en lo que me tenía que meter, lo hubiera pensado dos veces”.

“Es un reto divertido porque tienes que innovar pensando en muchas cosas”, resume.