Caminar por las calles de la ciudad de México y surcar las veredas de la vida, me permiten notar que el amor es de los pocos sentimientos que se asocian a la discapacidad visual por las otredades, posiblemente porque se cree que: ¡El amor es ciego! Predomina el pensamiento que las personas con alguna deficiencia visual, estamos exentos de enamorarnos o experimentar mariposas en el estómago.
Infinidad de veces he escuchado la pregunta: ¿Cómo se enamoran los ciegos? O ¿Cómo lo hacen si no ven? Sí, eso, no te equivocas querido lector, me refiero al acto sexual.
Una vez una pareja no se aguantó las ganas y me cuestionó de tan vedado tema. Cerré los ojos para meditar unos segundos y luego contesté: ¿Si forzosamente ellos lo hacen con la luz encendida? Surgieron las risas nerviosas, porque hablar de sexo, es un tema tabú. La respuesta fue que no, ya que depende de las circunstancias. Pues así mismo sucede con los ciegos, lo que menos importa es si hay luz o no, si es de día o de noche, el amor, la pasión y el deseo nos agarra a todos en el momento y contexto menos esperado.
Al igual que cualquiera, las personas con discapacidad visual también se nos alborota la hormona, como se dice coloquialmente, la temperatura también se nos sube solos o acompañados.
Entonces cuando sucede esto, también recurrimos a estimulaciones auditivas, cómo el porno que se puede encontrar en internet, por supuesto, considero una buena opción, el casero, sin embargo, solo nos podemos deleitar con los escasos diálogos y los jadeos que aparecen en estos videos, pensados para personas sin discapacidad. En definitiva, esta experiencia no es lo bastante placentera, lo cual nos orilla a recurrir a otras alternativas.
Es así, como en una noche de primavera e insomnio, me levanté de la cama a media noche, donde la fiebre del erotismo sube a su máxima intensidad: prendí la computadora, se escuchó la dulce voz robotizada del lector de pantalla que utilizamos las personas ciegas para acceder a los diferentes programas que están instalados en estos cacharros.
Recordé que las amistades en turno, hablaban de las plataformas de ligue, pero nunca consideré que llegara a necesitarlas, pero esa noche era un buen momento para entrar y conocer a alguien del otro lado de la ciudad, del país o del mundo.
Muy excitado digité en mi navegador de internet: “aplicaciones accesibles para ciegos”; invidentes, personas con discapacidad visual, era importante introducir estas palabras clave para que el buscador arrojara algún resultado satisfactorio. Solo pude hallar un artículo en un blog, donde una mujer ciega, contaba que tras buscar alguna alternativa que tuviera los mínimos criterios de accesibilidad, localizó una aplicación llamada “Lovoo”.
Había dado con la aguja en el pajar, sin embargo, antes probaría con la plataforma de moda, esa que la prima de la amiga visitaba y tenía éxito en el mundo del ligue, “Tinder”, según, ahí se podían hacer miles de matches.
Entré a la plataforma, y el problema de accesibilidad apareció antes de lo esperado, formularios infinitos, complejos en su llenado, lo peor, cuando me pidió que subiera o me tomara la mejor foto, para tener más éxito en las conquistas.
La pregunta existencial: ¿Cómo un ciego elige la mejor foto o la mejor pose para poder ligar, si carece del sentido de la vista? Aquí hay una gran desventaja, estas plataformas no piensan en las personas con discapacidad visual.
Subí cualquier foto mía para poder avanzar en el registro y por fin estuve dentro de la plataforma, pero nunca pude entender la distribución de las distintas opciones, no me quedó claro que era hacer “matches”, pero ahí estaba el ciego ardiente, buscando encontrar a su media naranja, pero el resultado fue un total fracaso, nada de nada, pura frustración fue lo que me gané con esta aplicación tanto en la computadora como en el celular.
Pero no me di por vencido, era momento de hacer caso a la plataforma que recomendaban en el artículo referido párrafos arriba, aunque la euforia ya iba hacia abajo, pero mi perseverancia ayudó y dije, hay que intentarlo.
Ingresé a la plataforma de “Lovoo” a través del celular, por recomendación de la autora del artículo. Hice el registro, fue más simple que en Tinder, pero la inaccesibilidad se presentó de nuevo cuando me pidió subir mi fotografía con la mejor imagen para tener un mejor éxito, hice lo mismo que en la anterior aplicación, subí la primera foto que encontré, pero desconocía el aspecto de la misma, que más daba, había que intentarlo y seguir avanzando en el proceso de registro.
Una vez llenado el formulario, pude ingresar, esta aplicación fue más sencilla de manejar, porque la mayoría de los botones y cuadros de edición están etiquetados, y las sugerencias de personas aparece en forma de lista, no obstante, no es sencillo chatear con quien hace match contigo, pero con tantito esfuerzo y paciencia se consigue.
Ahora quizá te preguntes si logré ligar: la respuesta es un rotundo no, todas estas plataformas están basadas en parámetros netamente visuales y estereotipados, donde no caben los cuerpos considerados como “anormales”.
En resumen, es inimaginable para la sociedad, los desarrolladores de dichas aplicaciones y la gente sin discapacidad que entra a estas plataformas que un ciego o ciega lleguemos a usar estos servicios digitales.
Con las chicas que pude chatear en Lovoo, al mencionarles que era ciego y no podía mandarles una foto mía, se sorprendían y cuestionaban sobre cómo podía estar escribiéndoles, creen que uno las está timando y optan por cerrar la conversación.
Bueno, queridas y queridos lectores, esta fue mi experiencia, me parece importante que otras personas con discapacidad visual nos compartan sus anécdotas en el mundo del ligue en las plataformas digitales y si lograron concretar alguna cita, porque un servidor se quedó con las ganas.
No me puedo ir sin exigir a los desarrolladores de aplicaciones de ligue que no se olviden que las personas con discapacidad también deseamos utilizar dichas herramientas para encontrar a nuestra media naranja o simplemente para conocer más gente.
¡Dejemos atrás la idea de que somos asexuados!
Por Jorge Novelo
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