“Para ser pintor no se necesitan brazos, sino metas y sueños”: Jesús David Sánchez Lizcano

Pese a la ausencia congénita de brazos, este joven colombiano se ha posicionado como uno de los artistas más queridos y respetados de su comunidad. Además, es gestor cultural, funcionario público y padre de familia.

Por Monserrat Ortiz

Jesús David Sánchez Lizcano nació en Cúcuta, en el norte de Santander, Colombia, y vive con una condición llamada focomelia o síndrome de Roberts: un raro trastorno congénito que consiste en la ausencia de brazos y antebrazos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pero esa discapacidad no representa ningún límite para él, pues desde niño entrenó a sus pies y boca para conseguir sus sueños. 

Además de dedicarse a la pintura profesional, el joven de 29 años es gestor cultural, funcionario público y padre de familia. También toca el piano, escribe poesía, practica artes marciales y natación, deporte donde ha destacado en las olimpiadas especiales de su ciudad. 

A sus 12 años, su padre lo matriculó para que estudiara pintura y tiempo después terminó una licenciatura en Educación Artística y una maestría en Procesos de Educación Artística.

Actualmente pinta cuadros, murales y se desempeña como funcionario en la Secretaría de Cultura del departamento de Cúcuta. “Hago la figura de gestor cultural y promotor cultural, soy encargado de la parte de documentación de escuelas de información, de casas de cultura, de museos de cultura en la parte del archivo y administración”, dijo el artista colombiano a Yo También para esta Charla sin barreras. 

Fotografía de un hombre joven, sentado en una silla blanca, está de perfil, frente a una pared en la que pinta un mural con sus pies y boca. El hombre no tiene brazos. Usa un sombrero blanco, camisa oscura y pantalón oscuro, con manchas de pintura blanca, verde y color ladrillo.   A la altura de sus pies están varios botes de pintura, algunos destapados.
Además de dedicarse a la pintura profesional, el joven colombiano es gestor cultural, funcionario
público y padre de familia.

A falta de brazos, ¿cómo entrenaste a tus pies y labios para pintar?

Para ser pintor no se necesitan brazos, sino metas y sueños. Además de la pintura, yo me desempeño como pianista con los pies. Eso requiere que tengas una independencia en cada uno de los dedos de los pies, lo cual sólo se logra con mucha práctica, mucha dedicación. 

Yo creo que las personas con mi condición, desde niños, tenemos diferentes procesos igual que los pianistas: primero aprender la habilidad, dar ejecución y tocar el piano desde muy chicos. Mi proceso inició cuando aprendí a caminar, pues yo nací sin manos y no pude gatear desde pequeño; entonces fui comprendiendo que tenía que esforzarme porque me caía y me golpeaba mientras lograba tener un equilibrio en mi cuerpo.

También, desde muy niños, tenemos una etapa de aceptación: en la escuela, con mis compañeros, sabía que me veía diferente y por eso siempre quise participar e involucrarme para no ser excluido.

Los procesos de inclusión son fundamentales para el desarrollo pleno de los procesos en discapacidad.

Como padre de familia, ¿cómo te adaptaste?

Tengo un hijo de cinco años, él se llama Lidian Santiago, y mi hija tiene cuatro años, ella se llama Dulce María. Ambos llegaron a mi vida para crear un proceso nuevo que es la etapa de ser papá sin brazos. Ahí aprendí más cosas: cómo cambiarlos, bañarlos, vestirlos, atenderlos e interactuar con ellos sin los brazos. Con mis pies les di biberón, los cargo, los cambio. 

Son etapas donde, en su momento, yo no tenía la preparación necesaria para desarrollar esas tareas, pero que a través de una práctica y de una buena instrucción, de querer involucrarme, pude convertirme en un experto. 

¿Cómo inició tu trayectoria en la pintura?

Desde los 12 años ingresé a la academia del maestro Alonso Cerón, un artista del departamento, y en esta academia de arte empecé mis primeros pasos. Todo inició como un hobbie para mí, pero después el tema del arte y la pintura se fue convirtiendo en un proceso de formación más profesional que me llevó hasta la educación universitaria. 

Actualmente soy formador y hacemos el proceso de pintura con todas las técnicas: acuarela, lápiz, carboncillo, oleos, acrílicos. Me desempeño como muralista también, hago intervenciones con murales en diferentes lugares como restaurantes, hoteles y espacios públicos. 

También estoy estudiando inglés, estoy becado en el Instituto de Profesores Americanos Bilingües porque considero que hablar un segundo idioma es realmente importante para el tema comercial del arte, es lo que me proyecto a futuro y a largo plazo.

Fotografía de un hombre joven, de tez morena, sentado en una silla blanca. La imagen lo muestra casi de perfil. Usa sombrero claro, con una cinta oscura, camisa de manga corta y pantalón oscuro. No tiene brazos y con sus pies y labios trabaja en un mural que está frente a él. El mural tiene unas hojas grandes en varios tonos de verde, que parecen espigas de maíz.
Jesús David Sánchez Lizcano tiene muchos sueños por cumplir.

¿Cómo ves ese futuro, cuáles son tus planes?

Deseo poder salir a diferentes espacios y conectar mi trabajo de muralismo, mi trabajo como artista de caballete desempeñando obras artísticas y ejecutando piezas musicales en piano. 

En un futuro, deseo tener una escuela de formación para chicos vulnerables donde podamos brindarles esa cultura y esa educación por el arte, el arte al servicio de la humanidad y con valores canalizados a través de los procesos artísticos. Otro de mis sueños es visitar y participar en la Sala de Arte Público Siqueiros, en la Ciudad de México, porque soy admirador del muralista David Alfaro Siqueiros. 

Eres un ejemplo de que los sueños se pueden alcanzar, independientemente de las discapacidades…

Lo más importante es ser conscientes de que nacimos con un propósito, con un objetivo en la vida, y que debemos de luchar por conseguir, buscar y hacer realidad ese propósito. La clave está en creer en sí mismo, descubrir las propias capacidades, creer en ellas y ejecutarlas desde muy jóvenes a través de la práctica. 

Yo pongo como ejemplo a los futbolistas: los grandes deportistas requieren de mucha práctica en su juventud. Se privan de fiestas y de rumba por estar entrenando, por sumergirse en esa pasión. Hay que mirarlo desde ese enfoque y apreciar todos los problemas como retos para poder superarlos con las herramientas adecuadas. 

La invitación que siempre hago a los de mi comunidad es a ver más allá de los límites, a siempre tener una actitud dispuesta, porque los seres humanos desarrollamos la resiliencia en cada proceso, en las dificultades. Principalmente, tenemos que aceptarnos, creer en nosotros y en nuestras cualidades.

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