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Estudiantes con discapacidad buscan escuela y quien les contenga

Entre las cifras sobre educación y salud mental que deberían movernos ya y el adiós al enorme artista plástico Rafael Cauduro, quien habló claro y con conocimiento sobre la discapacidad.

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9 de diciembre de 2022

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Katia D'Artigues

Una nota que publicamos esta semana en Yo También debería ser un escándalo y una preocupación nacional. Está basada en la ENAPE 2021, es decir, la Encuesta Nacional sobre Acceso y Permanencia en la Educación, del INEGI. Los datos que revela son importantísimos y debería alertarnos a todas las personas ya.

Están los temas siempre olvidados de discapacidad, por supuesto, pero también de salud mental sobre todo el alumnado. Más allá de las cifras que alertan, me pregunto: ¿qué les estamos enseñando a nuestros niños, niñas y adolescentes? Nada bueno: que las personas con discapacidad (pcd) no van a la escuela por su discapacidad. Y dos, que se hace poco (o nada) cuando alguien está estresado, con tristeza o bien no se relaciona bien con sus compañeros y compañeras. 

Los niños, niñas y, sobre todo, adolescentes con discapacidad de plano no van a la escuela en números crecientes tras la pandemia. Si bien la avenida educativa se reduce muchísimo en los niveles superiores de educación, hay 20 mil 368 pcd que están olvidadas del sistema educativo entre los 6 y 11 años, ¡edad en la que es más fácil integrarlos! Habría 96 mil 570 pcd que no estudian entre 6 y 29 años.

De hecho tener una “discapacidad física o mental” es LA principal razón en estudiantes para no ir a la escuela entre los 12 y hasta los 22 años de edad.  

Por otro lado, está el hecho de que los niveles de “tensión”, “estrés”, “desesperación por trabajos académicos”, “tristeza” o “depresión” y “problemas para relacionarse con otras personas de su edad” (tal cual está fraseado en la encuesta) están por las nubes. No exagero: quizás aún más altos que los reportados por las personas adultas. Esto expone la salud mental de nuestras niñas, niños y adolescentes con y sin discapacidad por igual.

Esto nos habla de muchas cosas: de la dificultad de las y los maestros para educarles, de las escuelas para recibirles por accesibilidad e incluso de los retos de las propias familias que, presionadas por otras prioridades, dejan a sus integrantes con discapacidad sin educación. O que quizá sí quieren que vaya a la escuela pero no pueden pagar todos los ajustes que por lo general absorben las familias porque las escuelas no están preparadas.

Bárbara Anderson se aventó el clavado a esta encuesta, que los medios habían destacado en otros rubros como acceso a celulares y descubrió números que pasman, y contó lo que ocurre en 75% de los mexicanos con discapacidad entre los 12 y 22 años nunca fueron a una escuela.

Adiós Cauduro

Esta semana murió el enorme pintor Rafael Cauduro. Además de la pérdida del artista, también está la de un hombre que visibilizó la discapacidad en gran parte porque la vivió como padre. 

Con Liliana Pérez Cano, quien también era su representante, tuvo dos hijas: Elena y Juliana, quien vive con síndrome de Down.

La noticia de la discapacidad de Juliana lo cimbró. En el libro “Aquí estuvo Cauduro” (como firmaba sus cuadros), de Editorial Trilce, relata la preocupación sobre cuando no estuviera vivo, como cualquier padre.

“¿Qué es lo que quiero ser cuando deje de ser un viejo y me convierta en un cadáver (del) que nadie se quiera acordar?¿Quién es la única que va a sufrir por mi partida…? (…) ¿Qué tengo que hacer pero ya para que esa hermosa niña sea una feliz mujer? Elena se construirá su mundo, y yo le ayudaré a que así sea. No me preocupa mucho Elena porque ella será o tendrá todas las armas para competir en el mundo, tiene un buen cerebro y todo lo demás”. 

Las dos hijas del pintor, por cierto, están inmortalizadas, de niñas, en “La historia de la justicia en México”, el mural de 290 metros cuadrados que creó en el edificio sede de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

La paternidad de la ahora joven con discapacidad también inspiró su trabajo. Se puede ver en el políptico  “Prótesis: el cepillo, el enchufe, la secadora, los zapatos y la blusa”, en el que reflexionaba que todas las personas tienen una condición de discapacidad.

Se lo dijo a Jorge Font en su libro “Ensanchando la vida”:

“La discapacidad no es una característica de algunas personas, sino que es la condición del ser humano. Esencialmente el ser humano es un ser discapacitado (…) El hombre es un mono desnudo que tiene que usar ropa, la cual no es otra cosa, más que una prótesis de la piel. Usamos unas sillas de ruedas que tienen motor y las llamamos coches… Tenemos todo tipo de computadoras, teléfonos y demás aparatos que auxilian y en ocasiones suplen la comunicación y la memoria. Resulta entonces que la discapacidad es el motor de la cultura”. 

Con el apoyo de Cauduro, Pérez Cano fundó, en el 2003, Unidos Somos Iguales Cuernavaca, A.C., que trabaja con jóvenes con discapacidad. 

Un abrazo a Liliana, Elena y Juliana.

Por Katia D’Artigues