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Olga Montúfar ContrerasOlga Montúfar Contreras

“Soy un delfín nadando en un mar de tiburones”

Mujer con discapacidad motriz, indígena, ingeniera mecánica, hablante del náhuatl, Olga Montúfar es la candidata de Movimiento Ciudadano a la diputación federal por el distrito seis en Pachuca.

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14 de abril de 2021

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Redacción Yo También

En las elecciones del 6 de junio, por primera vez, el 1% de las candidaturas que contienden corresponden a personas con discapacidad y otras minorías que tradicionalmente habían sido marginadas. Esto, gracias a que en enero el INE modificó los criterios de registro a las candidaturas para diputaciones.

Una de las candidatas que está en la contienda es Olga Montúfar Contreras, quien recientemente fue designada candidata a diputada federal por el distrito seis en Pachuca, por el partido Movimiento Ciudadano. Su nominación no llegó de pronto; se forjó tras casi tres décadas de trabajo incansable.

Montúfar Contreras es reconocida como una luchadora tenaz en favor de las personas con discapacidad y de su comunidad [los Reyes de Acaxochitlán, en el estado de Hidalgo, aunque nació en San Miguel Totolapan, Guerrero], para que sean visibilizadas y reconocidas.

La candidata a legisladora ha sido copresidenta de la Red Global y Punto Focal de América Latina y el Caribe para las Personas Indígenas con Discapacidad del UNPFII, coordinadora de la Red de Mujeres Indígenas con Discapacidad ALC, autoridad competente del Consejo de Pueblos Indios de América Latina y del Caribe IPRCA y presidenta de la Fundación Paso a Paso A.C., entre otras responsabilidades desempeñadas.

Olga Montúfar con la Premio Nobel de Guatemala, Rigoberta Menchú

Llegar a esta candidatura ¿Qué recorrido hiciste para llegar a esa candidatura?

Tengo alrededor de 27 años o un poquito más que me he dedicado a la promoción de los derechos de las personas indígenas con discapacidad. Ciertamente, hace más de 20 años el tema no se había empoderado tanto; yo entré como militante, por decirlo así, dentro del movimiento de personas con discapacidad porque era la alternativa que yo tenía.

Tuve la suerte de haber colaborado en la redacción de los documentos de la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad y ahí, dentro de este marco, colaboramos un grupo pequeñito, que en ese momento nos decíamos personas con discapacidad e indígenas, pero la verdad es que cuando se hizo esa contribución, pensamos que era importante que hubiera un capítulo donde se reconociera a las personas con discapacidad indígenas. Sin embargo, por el diálogo y las negociaciones para que se aceptara la Convención en otros países, solo se colocó en el protocolo. 

Pasaron los años, y más o menos en el 2010, vi que no había ninguna línea que nos llevara a que las personas indígenas con discapacidad empezaramos a aparecer. Sinceramente, el sentimiento cuando se aprobó la Convención era de que ya habíamos ganado, que todo iba a cambiar al día siguiente, y lamentablemente eso no ocurrió.  La mayoría nos dedicamos a lucharle para que por lo menos reconocieran la Convención, para que empezáramos a tener mayor participación en los espacios públicos, en el cambio de políticas públicas, pero la verdad es que en el tema de personas indígenas con discapacidad no había pasado nada.

¿Qué acciones tomaron para cambiar esa situación?

Con la señora Catalina Devandas [entonces Relatora Especial sobre los derechos de las personas con discapacidad] empezamos un diálogo, y con ella empezamos a hacer un trabajo para ver realmente cuál era el punto donde teníamos que partir. Entonces descubrimos que no era dentro del movimiento de personas con discapacidad donde nosotros íbamos a encontrar el trabajo, porque platicando con los amigos del grupo que nos habíamos reunido para participar en la convención nos dimos cuenta que en realidad estábamos trasponiendo nuestra principal identidad que era personas indígenas con discapacidad, porque nuestra primera identidad es indígenas.

¿Entonces, qué hicieron, se movieron del grupo?

En ese entonces, la Convención no estaba alineada, no reflejaba nada de las poblaciones indígenas en las zonas rurales. Por eso, en el 2012 con apoyo de diversas instancias, como el gobierno australiano, reunimos un grupo de siete personas de distintas regiones socioculturales del mundo y llevamos el mensaje ante Foro Permanente para los Asuntos Indígenas en la ONU. Ahí, la verdad, fue sorprendente porque líderes, líderes poderosos indígenas se dieron cuenta que no nos habían considerado; nos habían mencionado dentro de lo que era la Declaración de los Pueblos Indígenas, pero ciertamente no nos habían escuchado. Un líder indígena de Canadá me dijo: “oiga, yo nunca me había imaginado a una persona con discapacidad usuaria de silla de ruedas en mi pueblo. No la veía”. Eso me sorprendió muchísimo porque en realidad somos invisibles; somos invisibles porque no estamos en los espacios donde está toda la comunidad.

Este sorpresivo descubrimiento, ¿se convirtió en un impulso?

Sí fue sorprendente, porque me di cuenta de varias cosas, de que no solo en México, sino en muchos países del mundo, nosotros no participábamos, ni participamos, de la actividad cultural. Los pueblos y comunidades indígenas somos sociedades políticamente desde origen, políticamente siempre nos hemos manejado por eso tenemos autogobierno, pero no estábamos allí, no hemos ocupado una voz ni en nuestra comunidad. Y a partir de esta conversación, las cosas empezaron a cambiar porque se reconoció que había un abandono total y había que cambiar las agendas.

Años después, estás en una contienda político-electoral, ¿cómo te sientes?

Fue un proceso muy complicado; yo nunca he sido militante de ningún partido político. Honestamente tuve una herida en mi corazón, por así decirlo, y en mis sentimientos, porque inicialmente, cuando trabajamos la acción afirmativa, que también tuve la suerte de colaborar para ello, pensamos en que la voz de las pcd estuvieran presentes como votantes y como candidatos a ser votados. Un grupo nos animamos a participar, pero no se concretó ninguna posibilidad, además de que ocurrieron situaciones que resultaban incomprensibles, como estar por encima del nivel educativo. Hasta que llegó Movimiento Ciudadano, que consultó con las organizaciones para que definieran quién era la persona que querían que las representara. Eso me pareció valioso, me permitió llegar a esa candidatura y estoy encantada porque sé que ahorita estoy nadando en mar de tiburones; soy un delfín nadando en un mar de tiburones.

¿Cuáles son tus planes para la campaña?

Pienso hacer una campaña limpia, sin ofender a nadie; hacer lo que nosotros hemos hecho toda la vida y tratar de que lleguemos, y trabajar no solo por los indígenas o por las personas con discapacidad, sino usar la interseccionalidad como una herramienta que me permita realmente no crear más leyes, sino tocar las que ya están. Yo le apuesto a eso. Somos gente de base, entonces creo que eso es lo que nos da el tesoro más importante, porque los demás están trabajando por lo que creen que nos hace falta, pero no exactamente por lo que nosotros queremos.

¿Qué quisieras que los electores sepan de ti?

Que soy una persona que ha picado piedra, que me he preparado -como muchas otras personas con discapacidad- y, sobre todo, que sé que puedo hacer un buen papel siendo una representante de sus voces, porque yo voy a hablar desde la experiencia propia y sobre todo lo que he visto a nivel mundial y he comprendido a nivel regional.