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Fotografía de Pedro Edgardo Miranda, un artista de la fotografía que es ciego. Es un hombre de unos 40 años, de cabello negro que lleva recogido en una cola de caballo; está sentado en la cornisa de una ventana con paredes blancas, que contrasta con el colorido de su vestuario que combina tejidos en telar de su natal Oaxaca. Sobre unos pantalones amplios pero pegados al tobillo color verde con azul turquesa, lleva una especie de huipil en rojo naranja muy vivo, con aplicaciones en forma rectangular a lo largo del pecho, en la que se distinguen los colores morado y amarillo-naranja.Fotografía de Pedro Edgardo Miranda, un artista de la fotografía que es ciego. Es un hombre de unos 40 años, de cabello negro que lleva recogido en una cola de caballo; está sentado en la cornisa de una ventana con paredes blancas, que contrasta con el colorido de su vestuario que combina tejidos en telar de su natal Oaxaca. Sobre unos pantalones amplios pero pegados al tobillo color verde con azul turquesa, lleva una especie de huipil en rojo naranja muy vivo, con aplicaciones en forma rectangular a lo largo del pecho, en la que se distinguen los colores morado y amarillo-naranja.

“Mis ojos físicos no ven las obras que creo, pero mis ojos mentales sí»: Pedro Edgardo Miranda

Tras quedarse ciego a los 16 años, Pedro Edgardo Miranda encontró en la fotografía una forma de expresión colaborativa que le permite construir propuestas únicas.

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11 de agosto de 2021

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Redacción Yo También

Por Karina González Fauerman       __

Cuando cursaba el primer año de secundaria, Pedro Edgardo Miranda perdió la visión de forma gradual. Lejos de victimizarse, se consideró afortunado, ya que antes de quedarse ciego (a los 16 años) aprendió a escribir y a leer en braille, así como a utilizar el bastón blanco.

Su nueva realidad lo acercó a la Biblioteca para Ciegos y Débiles Visuales Jorge Luis Borges, donde le enseñaron escultura y fotografía análoga, así como el uso del laboratorio fotográfico y técnicas de elaboración de papel artesanal, cerámica, entre otras.

Tras dos décadas de experiencia profesional acumulada, ha podido involucrarse en numerosos proyectos. Actualmente trabaja en la publicación tanto de su novela autobiográfica titulada “Antes de que el Sol se ponga”, como en la de su fotolibro llamado “Manual de decoración para personas abandonadas”. Además elabora una nueva producción fotográfica en conjunto con el grupo “Arte Discapacidad Oaxaca”, impulsa la consolidación de su empresa cultural llamada Visiones Periféricas y desarrolla contenidos para su canal de YouTube llamado “Manual Del Discapacitado Perfecto”.

En entrevista para Yo También, Pedro Edgardo Miranda, de 39 años, comparte cómo descubrió en la fotografía un medio para reflexionar sobre tres lineamientos principales: la fe, el mito y el sexo. Comparte además, el proceso creativo y colaborativo para trabajar sus imágenes. 

Obra de Pedro Edgardo Miranda.

¿Qué significó para ti perder la vista en la adolescencia?

Estudié la secundaria en provincia, sin rehabilitación, en un lugar donde se me decía todo el tiempo que yo usaba un espacio que una persona normal podría ocupar: el pupitre dentro del aula de clases. Viví mucha discriminación, pero pude terminar gracias a la gran comunidad de amigos que siempre he tenido. Eran mediados de la década de 1990, y todavía no había conciencia sobre la inclusión, la accesibilidad y la disposición por ayudar a alguien diferente. Básicamente, salí de la secundaria para entrar a rehabilitación. Después comencé a trabajar como bibliotecario al mismo tiempo que hacía la preparatoria y estudiaba artes plásticas. 

Ante la falta de vista, ¿cuáles son los sentidos que más utilizas para tomar tus fotografías?

Curiosamente es la visión, ya que es el sentido que más ocupo para realizar mi trabajo plástico. Por supuesto ocupo los otros sentidos, pero realmente toda mi obra la baso en la visión obtenida a través de los ojos y los sentidos de los demás.

Para mí es importante recalcar que el arte siempre ha sido un trabajo colectivo: debemos recordar que, detrás de esas grandes firmas que vemos en los museos, existen comunidades enteras de personas que trabajan por un objetivo común que es realizar la pieza que termina frente al público en las salas de exposición.

La fotografía que hago es generalmente construida y eso me da acceso total a las maquetas que diseño previamente. Siempre reviso mis imágenes con amigos, asistentes, trabajadores, colaboradores… de tal manera que mis ojos físicos no pueden ver la obra que creo, pero mis ojos mentales sí pueden hacerlo a través de la mirada del otro.

¿Qué mensaje buscas transmitir en tus obras?

No relaciono un mensaje dentro de mis obras… no es algo que yo me plantee a la hora de ejecutar un producto cultural. El gran impulso para mí es siempre la experimentación, el conocimiento, el compartir y siempre divertirme en los procesos que hago.

Mi propuesta no es un libro de autoayuda o consejos prácticos del hogar, más bien creo que es una guía de cómo, desde lo personal, siempre busco la felicidad.

Definitivamente a lo largo de mis series hay tres lineamientos: el primero, la fe, ya que al ser alguien ciego que hace imágenes me remito mucho a los conceptos bíblicos; el segundo, el mito, porque muchos proyectos han nacido justamente de historias y leyendas que he escuchado a lo largo de mi vida y que para mí tienen mucho realismo y simbolismo que se debe rescatar; y el tercero, el sexo porque siempre hay mujeres dentro de mi trabajo y en muchos de ellos yo salgo como personaje principal.

__¿Por qué elegiste la fotografía como tu técnica artística?

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La fotografía llegó a mi vida al mismo tiempo que la ceguera y la rehabilitación. En la biblioteca de ciegos donde yo trabajaba se encontraba, al interior del Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, el segundo museo de fotografía más importante del país, donde convivíamos ciegos y personas dedicadas profesionalmente a la imagen. Para mí hasta ese momento la fotografía solo se limitaba a los recuerdos familiares, las clausuras de la escuela, la gente que murió, los cumpleaños o los famosos.

Durante una sesión, la fotógrafa Norma Quintana me pasó su cámara que ocupaba película de 120 milímetros y comenzó a explicarme el funcionamiento y la importancia de conocer la luz, la velocidad, el tipo de película y el sujeto a retratar. Quizá toda esta explicación fue lo que terminó de empujarme hacia los terrenos de la fotografía, además de que es fascinante cómo una imagen aparece de la nada en un papel gracias a los químicos y la luz. En mi trabajo mezclo fotografía y grabado para que puedan tocarse. Con imágenes fuera de foco, quiero enseñarle a las personas que sí pueden ver, una de las tantas formas de la baja visión.

Una de las obras de Pedro Edgardo Miranda

__¿Cuál es tu obra más icónica?

Creo que “La novia loca” (exhibida en el complejo cultural Los Pinos, Ciudad de México en febrero de 2020). La mezcla de dos técnicas en apariencia distantes, la fotografía digital y el textil tradicional, logró una pieza de extraordinaria complejidad, de un valor estético impresionante y sobre todo, consiguió que pudiera darle las características fantasmagóricas que necesitaba el proyecto. No he tenido una obra tan aclamada ni tan bien lograda, pues me ha permitido llevar mi obra a diferentes partes del mundo donde he podido exponer con artistas de todos los estilos. 

¿Crees que el arte en México es incluyente?

Por naturaleza el arte siempre ha sido incluyente, pero no desde los conceptos de inclusión que prevalecen ahora en los terrenos de la discapacidad. El arte es para todos, generado por todos y con un alcance global, por lo menos en su concepción dentro de los estudios artísticos. Claro que hay de todo en la viña del señor y por supuesto dentro de las salas de exposición, aquello que nace libre termina entre las paredes frías de una vitrina.

¿Cuál es el mayor reto al que te enfrentas como artista?

Muchas veces los artistas terminan haciendo lo que se vende y no lo que realmente quieren hacer y ese es uno de los mayores retos, más cuando la única entrada de dinero es a través del arte. Pensar, para realizar una producción, es un tanto cansado y muchas veces no es tan bien remunerado.

¿Cómo contestaste esta entrevista?

Gracias a la tecnología de iPhone que es amigable con las personas con discapacidad visual, ya que puede leer en voz alta todo lo que aparece en la pantalla, incluso la descripción básica de algunas pocas imágenes. También utilicé un teclado inalámbrico para poder contestar más rápidamente.

SEMBLANZA: Pedro Edgardo Miranda

  • Nace el 29 de abril de 1982 en Salina Cruz, Oaxaca

  • Se inició en la fotografía en 1999, bajo la tutela de Marcela Taboada, Patricia Cerezo, Iván Césarman y Mauricio Mendoza.

  • Es discípulo de la escultora Miriam Ladrón de Guevara, con quien se formó entre 2001 y 2004.

  • Su obra ha sido exhibida desde 2002 en muestras colectivas e individuales en la ciudad de Oaxaca y la ciudad de México: Museo de los Pintores, Museo del Palacio, Museo del Textil, Biblioteca Pública del Estado, Museo Casa Juárez, Galería Universitaria de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, Taller Rufino Tamayo, Galería Arte de Oaxaca, Centro Nacional de las Artes, Instituto Blaise Pascale, Centro Cultural de la Diversidad, entre otros espacios.

  • Entre sus exposiciones individuales más importantes a partir de 2010 se encuentran: La novia loca, obra realizada gracias a una beca de la Secretaría de Cultura de Oaxaca fue expuesta en el Museo de Palacio de la ciudad Oaxaca entre el 2010 y 2011 y en Galería Espacio Alternativo en la Ciudad de México en 2013.

  • Ha expuesto su obra en otros países como Chile y Cuba; su trabajo se ha publicado en medios impresos de España, Inglaterra, Holanda y Estados Unidos.

  • Desde el 2019, pertenece al colectivo «No Es Igual», colectivo que se formó a raíz de la pandemia gracias a muchas inquietudes que justamente tuve en un regreso de ciudad de México a Oaxaca.

  • En noviembre del 2020 recibió el premio “Más inclusión más cultura” por parte de la secretaría de las Culturas y Artes del estado de Oaxaca.