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Fotografía del actor Ari Telch. Él es un hombre joven, de cabello rubio canoso, abundante y más largo al frente, algo rizado. De complexión muy delgada, cara afilada, con barba y bigote de candado, sonríe. Viste una camisa de cuadritos, con fondo blanco, desabonada al frente, en lo que forma largo escote en V que permite ver parte de su torso. Está parado de frente a un escenario. Atrás de él se aprecian varias filas de butacas, separadas por pasillos rojos a juego con la piel de los asientos de ese teatro. Hacia el fondo se ven cortinajes amarillo dorado que brillan con la luces de esa sala.Fotografía del actor Ari Telch. Él es un hombre joven, de cabello rubio canoso, abundante y más largo al frente, algo rizado. De complexión muy delgada, cara afilada, con barba y bigote de candado, sonríe. Viste una camisa de cuadritos, con fondo blanco, desabonada al frente, en lo que forma largo escote en V que permite ver parte de su torso. Está parado de frente a un escenario. Atrás de él se aprecian varias filas de butacas, separadas por pasillos rojos a juego con la piel de los asientos de ese teatro. Hacia el fondo se ven cortinajes amarillo dorado que brillan con la luces de esa sala.

‘Los trastornos de salud mental crean pérdidas y las pérdidas, trastornos de salud mental’: Ari Telch

El actor presenta por streaming este 3 de septiembre D’Mente, un monólogo que coescribió junto con el dramaturgo Alfonso Cárcamo, en el que como persona con discapacidad psicosocial y activista busca crear conciencia sobre buscar apoyo cuando uno tiene una condición de salud mental

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1 de septiembre de 2021

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Redacción Yo También

Por Katia D’Artigues __

Hace poco más de 10 años, el actor Ari Telch decidió ‘salir del clóset’ de las condiciones de salud mental y contar que vive con bipolaridad. Es una de las muy pocas figuras del mundo público y del espectáculo que se ha atrevido a dar un paso así, tomando en cuenta el estigma que aún viven las personas con discapacidad psicosocial.

Entonces yo tenía un programa de televisión que se llamaba Shalalá. Era una suerte de cámara de Gesell, donde ni el invitado ni yo veíamos las cámaras y cenábamos en lo que parecía un departamento. Entonces Ari fue de invitado y estaba atravesando por un periodo hipomaníaco. 

Antes de iniciar esta charla sobre su nueva puesta en escena, un monólogo (o soliloquio- un término que para este caso en particular queda bien) donde -a ratos con humor pero también con seriedad-, habla sobre temas de salud mental, recordamos esa entrevista, riendo. 

“Luego vi la grabación”, recuerda Ari. “Me dio mucha risa que algo me dieron de comer muy sabroso y yo agarré los cubiertos pero los del platón. Pues ni modo, así es esto”. 

D’Mente, que escribió junto con el dramaturgo Alfonso Cárcamo tras una investigación que inició el mismo Ari y se unió después el segundo. Hablaron con psiquiatras y también con personas que tienen diversas condiciones de salud mental tendrá transmisión por streaming este viernes 3 de septiembr e las 20 horas. Puedes comprar los boletos en esta liga de Ticketmaster.

¿Y cómo estás, Katia?- me pregunta Ari. 

Como es una entrevista sobre salud mental, como también creo que hay que desmitificar en lugar de contestar con el típico “Bien, gracias, y tú”, que respondemos sin pensar pero también porque no queremos develar más de nuestra persona, decido responder con la verdad.

“Bien, pero harta de la pandemia, a ratos muy estresada y ansiosa, como muchos. Mi papá murió el año pasado, es una figura importantísima en mi vida, así que atravesé y aún no supero del todo una fuerte depresión, estoy en tratamiento… también como muchas personas y más en esta pandemia”. 

Y ya ahora sí comienza la entrevista. Aunque primero la acepto (si bien brevemente) ser micro entrevistada.

¿Y tú, cómo estás?

Híjole- dice llevándose la mano a la cabeza, -yo lo medio veo por zoom porque la conexión está muy chafa, como pasa, también seguido por estos días-  yo perdí a mi papá a los 9 años. Fue mi primera depresión, claro, en ese momento no lo sabía. 

Pues yo estoy asombrosamente bien, en un periodo como de transición en mi vida. Me vine a vivir a Cuernavaca, estoy rentando una casa en un pequeño conjunto con vecinos clasemedieros, haciendo ejercicio todos los días. 

Esto del streaming (de la obra de teatro) en algún momento nos sacó adelante económicamente. Llevo asintomático hace 10 años y ahora elijo con más cuidado en qué me involucro sobre todo hablando de trabajo. Ya me di cuenta que esto de las telesnovelas o series implica un gran esfuerzo para los intérpretes, son jornadas de 12, 16 horas, donde dejas de dormir. 

Ya no tengo una búsqueda de fama, de estar todo el tiempo al aire. Luego los actores somos muy necios en ese sentido. Estoy en un periodo con harto bienestar. 

Claro que si me llega un gran personaje lo voy a hacer y me voy a involucrar, pero ya no son los millones ni los cientos de miles, sino trabajar para decir algo y decirlo bien. Buscas más calidad que cantidad. 

Ya no le quieres pisar a 190 kilómetros todo el día, hay que aprender a andar a 60, cambiar el aceite, que funcione tu ‘carrito’. Ya no hay una búsqueda de ese Ferrari que iba a 220 kilómetros.

Cuando estás triste pregúntate por qué estás enojado; cuando estás enojado, pregúntate por qué estás triste..

Cuéntame, en un principio, ¿qué fue lo que te llevó a ‘salir del clóset’ a decir: yo vivo con bipolaridad?

El trastorno bipolar es conocido también como la enfermedad de las pérdidas. Hubo un momento donde yo estaba trabajando mucho, arduamente. Cometí muchos errores en el trabajo. Entonces al descubrirlo (me dije): si hay algo aquí que no no está bien en mi cerebro, me disculpo con todos ustedes y, además, voy a hacer todo lo que pueda para hacer activismo para que las personas que padezcan lo que yo tengo, no padezcan tanto. 

Aprendes a vivir de otra forma, pero creo que hay que alzar la mano. Aunque la explicación la entienda el 10% de las personas. Aquí hay un trastorno, una enfermedad. El cerebro se enferma como se enferma cualquier otro órgano. Y es de las que más se heredan. Yo la heredé de mi padre biológico. 

__Y además las condiciones de salud mental que yo les digo así y no padecimientos, porque son personas con discapacidad psicosocial, también están rodeadas de tabúes, de estigmas. __

Hay estigma, tabú, ignorancia. Yo sí digo que es una enfermedad del cerebro, pero qué más da. Dile cómo quieras. Discapacidad está bien, si te parece. El chiste es que te atiendas. Acercarte es una de las recetas. 

«Echale ganas” es una de las frases que más odiamos porque eso es exactamente lo que no hay; no hay voluntad. (En el folleto de la obra de teatro hay una frase que me gustó mucho: “Decirle “Échale ganas”, no solo no lo ayuda, sino que le recuerda todas las cosas bellas que existen y que es incapaz de disfrutar. Es tan absurdo como pedirle a alguien que tiene diarrea que deje de ir al baño ya que esta problemática no se resolverá solo con buena voluntad, sino que necesita de atención medica”)

Cuando estás triste pregúntate por qué estás enojado; cuando estás enojado, pregúntate por qué estás triste. Es importantísimo hablar de estas cosas. 

Tenemos mucho éxito con D’Mente. A veces a mí me apena. Entran mensajes por messenger (en Facebook): ‘Ayúdame que yo tengo eso, pas, pum… Yo soy activista, te puedo recomendar a un médico pero no te puedo atender’. No puedes contestar con una recomendación que le puede dañar la vida a alguien. 

__Además es una obra en la que usas mucho el sentido del humor para hablar de estos temas que son difíciles. __

El sentido del humor es fundamental para atravesar cualquier crisis, ya sea bipolaridad o cualquier pérdida. Nos mantiene a flote. Tienes que investigar tu enfermedad para asimilarla, para tomar las decisiones correctas, dejar las cosas que te hacen daño y perjudican y comenzar a vivir por otro camino y otro rumbo.

El niño es un loquito adorable. Cree en Santa Claus y Los Reyes Magos, pero tiene su “yo auxiliar” para que no se cruce la calle corriendo. El adolescente tiene, en sus etapas normales de vida conductas de riesgo. Pasa a 140 km por hora en bici de bajada… y a eso se suma la “poda neuronal” que se da en esa etapa, más las hormonas.

Están los trastornos de ansiedad y la ansiedad tiene muchas formas de presentarse. Un soldado, cuando está en la guerra 24/7 con el tema de que le caiga un balazo, pise una mina, se enferman y regresan a Estados Unidos, de donde tenemos cifras… 1 de cada 10 o casi 2 cometen suicidio.

Ahora en la pandemia lo estamos padeciendo porque no puedes ver a tu papá que murió. Te lo van a entregar en una bolsa de plástico. 

¿Los ataques de pánico? Le dan a 2 de cada 10 personas. Todos los días llegan a hospitales, por decenas, personas pensando que tuvieron un ataque cardíaco y fue de pánico.

En la obra la gente rie pero ¡diablos! también se identifica: ‘ay, caray, a mí también me pasa eso’. 

El enamoramiento, incluso. No hay desorganización, no hay disfunción, pero sí andas como en las nubes. Te sientes bien con el riesgo de sentirte mejor. No vemos con quién nos estamos relacionando, pero cuando la química cerebral vuelve a la normalidad… la persona no es quien habías pensado. Entonces para la obra….

¿Los ataques de pánico? Le dan a 2 de cada 10 personas. Todos los días llegan a hospitales, por decenas, personas pensando que tuvieron un ataque cardíaco y fue de pánico.

__Pero espera, espera. Entonces para hacer esta obra tú iniciaste una investigación antes de que llegara Alfonso, el dramaturgo a la ecuación. __

Comencé con un psiquiatra que nos dio una clase a siete colegas, hermanitos de dolor con bipolaridad. Hablamos de todo lo que habíamos hecho, de nuestras depresiones y manías. Me tocó ser invitado a un par de congresos. 

El Doctor (Carlos) Aviña daba pláticas en el Instituto Nacional de Psiquiatría e iba. También tenemos en las manos la enciclopedia más grande del mundo: internet y libros. Leer a otras personas que han alzado la mano antes que tú y que te cuentan lo que es ir navegando por la vida con los distintos trastornos. Mucho más en inglés que en español, lamentablemente. 

Y ya con toda esa información conociste a Alfonso Cárcamo y la idea fue hacer una otra de teatro.

Sí y él estuvo presente en la mayoría de las entrevistas. Yo no tengo disciplina para sentarme a escribir 3 o 4 horas, pero luego sí estábamos 3 o 4 horas platicando. Descubríamos imágenes comediosas para explicar tal o cual trastorno. Fue fundamental en la creación de D’Mente.

¿Y crees que el mensaje de la desmitificación de la salud mental ‘entra’ mejor con la risa?

Evidentemente. Hay mucho humor y muchos chistes malos. Como cuando decimos que qué pasa cuando a Pepito que tiene 4 o 5 años, con su traje de Spiderman, lo descuidas y se cuelga accidentalmente de la cuerda que colgaba de una jaula en el techo y se muere. Hay mucho humor ácido y de pronto hablamos muy en serio. 

Desde 2014 la primera causa de discapacidad laboral del planeta es la depresión. Y las personas lo utilizan como adjetivo: “Estoy depre porque mi perrito tiene la pata chueca”- dice con una mueca de disgusto.

Yo crecí con una abuela, Sofía, quien estuvo deprimida desde que me acuerdo hasta que se fue. Nadie en la familia sabíamos qué era, como aún no sabemos. 

Hay mucha gente que tiene en su familia a su abuelita, abuelito, mamá, que se medica con alcohol. Ya sea con cognac o tonayan (un licor de caña muy barato). No es un borrachito ni un cochino, porque no se baña. Tiene una enfermedad que se llama depresión.

Me sucedió un día en camerinos. Llegó un joven con su mamá sesentona, guapa. Y me dijo: “Mira, trae pintado el pelo, se cortó las uñas…¡está planeando un viaje con sus amigas a Hawaii!”. Al principio no entendí, pero bueno, había estado deprimida 10 o 12 años y ahora venía a verme al teatro. 

Pues qué maravilla que se pueda hacer activismo y que les caiga el veinte y busquen ayuda para sus familiares. Cantamos, bailamos, hago de todo. Pero también hablamos muy en serio. 

¿Por qué crees que tenemos tanto miedo de buscar apoyo psiquiátrico?

Oímos psiquiatra y escuchamos camisas de fuerza, choques eléctricos, encierro. Cálmate, es un médico. Cada día crece además la tecnología para conocer qué le pasa a nuestro cerebro. 

Veintisiete de cada 100 personas, y eso antes de la pandemia, ha padecido o va a padecer una enfermedad mental. 

En la obra nos burlamos de quien le tiene miedo al psiquiatra… me burlo de mí mismo. La primera vez que alguien me sugirió que porque no iba a ver un psiquiatra, una amiga de odontología, fue como extraño. No me asusté por su recomendación pero sí fue ‘¿y esos  cabrones que hacen a qué se dedican?’. Caí hasta como 10 años después.

De pronto pensamos en un hospital psiquiátrico como un hospital para gente que ahí la dejan.Te hablo de las comedias que veía de niño. Donde hacían locuras que más bien son chistes. O películas como One flew over the cuckoo’s nest  (o “Atrapado sin salida” en español con Jack Nicholson). Un hospital psiquiátrico es sólo un hospital para tu cerebro: tienen tu cuarto, tu cama, escuchas platicas y tomas tus medicamentos a la hora que los tienes que tomar. A lo mejor sales en una, dos, tres semanas. Pensamos que es un hospital para siempre.

En la obra nos burlamos de quien le tiene miedo al psiquiatra… me burlo de mí mismo.

__Pero también ha habido abusos documentados, Ari. Personas que sí son hoy abandonadas en hospitales psiquiátricos, sometidos a tratamientos sin su consentimiento. __

En este momento hay en nuestro gobierno un grupo de psiquiatras entusiastas y muy bien preparados que están trabajando bien e impulsando cosas gracias a nuestro presidente (aquí hay que aclarar que Gady Zabicky es su cuñado, casado con la productora de D’Mente, Verónica Telch) 

Pero aún así yo hago la denuncia en la obra de que se destina menos de 1% del presupuesto a salud mental. Nos hacen falta hospitales psiquiátricos. 

Nos hacen falta hospitales en toda la República. En Oaxaca, por ejemplo, no hay servicios de salud mental, tienes que ir a otro estado. Lo mismo en Quintana Roo. Imagínate una persona deprimida que se quiere atender pero tiene que irse del estado…

Creo que esto que dices de los abusos te refieres a que hubo una bronca ahí en el Instituto Nacional de Neurología donde hicieron un procedimiento muchas veces que no era correcto, provocaron muertes y cosas que no tenían que provocar.

__También hacen falta psiquiatras para atender a toda la población que lo necesita. 

Sí, tenemos déficit de psiquiatras. Creo que 1 por cada 25 mil habitantes. Intenta hacer una cita con tu psiquiatra. Si te la dan en de 3 a 4 semanas, una persona se puede quitar la vida. Hay 400 trastornos mentales clasificados en el nuevo DSM-5 (la suerte de “biblia” psiquiátrica:  “El Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales”, cuya más reciente actualización, la quinta, se publicó en el 2013) 

Y esto es antes de la pandemia, de nuevo. Los trastornos de salud mental crean pérdidas y las pérdidas, trastornos de salud mental. Hay gente que perdió sus fuentes de ingresos, su modo de vida, a personas queridas. Se nos viene una crisis compleja. 

«Tenemos que entrarle con mucho ahínco, pedirle a nuestro gobierno que nos voltee a ver, a nosotros los enfermos de la química del cerebro y la expresión de nuestros genes, si quieres que les diga así. Tendremos 4 de cada 10 personas saliendo de la pandemia que necesitarán medicamentos, terapias…»