Logotipo de Yo También
Juan Pablo Valadez Murillo atendiendo a un paciente.Juan Pablo Valadez Murillo atendiendo a un paciente.

“Escuchar un insecto logró que fuera uno de los días más felices e inolvidables de mi vida”: Juan Pablo Valadez Murillo

Desde su nacimiento le diagnosticaron microtia bilateral e hipoacusia, pero a los 12 años tuvo oportunidad de escuchar tres sonidos y hoy cursa la especialidad en Audiología, Otoneurología y Foniatría.

Ícono de calendario

12 de julio de 2022

Ícono de autor

Karina González Fauerman

Muchas personas se molestan al escuchar el zumbido de un mosquito que interrumpe su sueño mientras duermen, pero no Juan Pablo Alejandro Valadez Murillo, quien al percibir este sonido sintió una felicidad absoluta. Y es que, gracias a una diadema ósea (conformada por un aparato auditivo y un vibrador que estimula el oído interno por medio de la vibración ósea) pudo reconocer y apreciar este sonido por primera vez cuando tenía 12 años.

Desde su nacimiento fue diagnosticado con microtia bilateral e hipoacusia severa con una pérdida de audición aproximadamente del 70 por ciento. Después de 15 cirugías reconstructivas para mejorar la estética y la funcionalidad de su oído pudo escuchar y asombrarse ante sonidos como el canto de los pájaros.

Para que no tuviera miedo a las consultas médicas, durante su infancia, su madre le compró distintos juguetes de doctores. Con el tiempo, Juan Pablo se enamoró a tal grado de esta profesión que actualmente cursa el segundo de cuatro años en la especialidad de Audiología, Otoneurología y Foniatría.

A sus 32 años, su mayor sueño es crear un lenguaje de señas universal y oficial que le permita a las personas sordas la posibilidad de comunicarse en cualquier parte del mundo.

Juan Pablo Valadez Murillo.

Cuando eras niño, ¿podías escuchar algo? ¿Cómo le hacías para comprender lo que sucedía a tu alrededor?  __

Me costaba comprender lo que pasaba a mi alrededor, pero afortunadamente mi familia entendía mi problema y me hablaba con mayor intensidad; obviamente era dependiente en cierto grado, sobre todo de mi madre, quien me repetía todo más fuerte e iba a cualquier lado con ella. Aunque los auxiliares que tengo me dan buena ganancia, aún me apoyo mucho en la lectura de labios.  Últimamente con la pandemia y el uso de cubrebocas se me ha dificultado mucho la comunicación, y eso es algo que hemos vivido todas las personas con este tipo de discapacidad.

__Ante la falta de oído, ¿desarrollaste más otros sentidos? 

Cuando el cuerpo se ve involucrado ante una falta de algún sentido desarrolla más otros como un equilibrio para compensar. En mi caso considero que tanto la vista, el olfato y el tacto son más agudos porque percibo estímulos visuales, olfatorios y táctiles que otras personas simplemente no logran hacerlo.

¿Recuerdas qué sentiste al escuchar por primera vez un sonido y cuál fue?

Fueron tres sonidos principales que nunca olvidaré: el agua, un mosquito y el cantar de los pájaros.

A los 12 años empecé a usar una diadema auditiva posterior. Recuerdo que llegué a mi casa después de la consulta, tenía ganas de ir al baño y al orinar percibí el sonido cuando choca la orina con el agua en el retrete como si fuera una cascada. Fue sorprendente para mí, pensé: ¡wow, con que así se escuchaba el agua!, estaba feliz de poder verlo y oírlo al mismo tiempo. Tantos años y jamás lo había hecho, ni siquiera sabía de ese ruido porque no recordaba haberlo escuchado nunca ni en la televisión, era algo completamente nuevo para mí. Salí del baño, le platiqué a mi madre lo sucedido y me miró con una expresión de felicidad que jamás olvidaré.

Pocos días después estaba realizando algunas actividades, me sentía muy cansado y decidí tomar una siesta. Omití quitarme mi diadema auditiva, lo cual siempre hacía a la hora de descansar, me acosté y me dormí. Unos minutos después me levantó un sonido raro y molesto, desperté sorprendido y confundido, recuerdo haber pensado que mi aparato se había descompuesto y que quizá por accidente lo había aplastado con mi cabeza. Entonces, escuché a un mosquito que volaba delante de mis ojos y pude sentir cómo se alejaba el sonido mientras ese insecto lo hacía. Quedé asombrado, y pensé “ahora entiendo porque dice la gente que los mosquitos son muy molestos”, tal vez como cualquier persona lo más razonable era espantar o matar el mosquito, pero yo no, pues estaba muy feliz de oírlo por primera vez y deseaba que volara cerca de mí nuevamente para poder escucharlo y afortunadamente lo hizo un par de veces más. En ese momento, escuchar un simple insecto de algunos milímetros, logró que fuera uno de los días más felices e inolvidables de mi vida.

Días después, me encontraba caminando junto con mi madre en el parque, nos sentamos en una banca y fue ahí cuando escuché el tercer sonido más grandioso y simple: varios pájaros estaban en los árboles y empezaban a cantar, miré hacia arriba y me quedé muy asombrado de poder escucharlos. Sabía cuál era ese sonido pues ya lo había oído con anterioridad en películas o en la televisión, pero el estar ahí y presenciarlo en vivo fue una sensación maravillosa. Me di cuenta del mundo tan diferente que pude percibir gracias a un dispositivo auditivo, del mundo que me había perdido por varios años, y esa vez no pude evitar sentir nostalgia.

Diadema auditiva.

¿Cómo cuidas tus oídos hoy en día?

Mis cuidados son como casi cualquier persona que desee cuidar su audición: evitar estar en ambientes ruidosos y usar audífonos, tomar medicamentos ototóxicos, así como atender cualquier infección de oído y garganta que pueda complicarse. Al primer síntoma de infección respiratoria es importante acudir con el médico. 

¿Cómo te comunicas con los pacientes que no pueden escuchar?

La gran mayoría de los pacientes que presenta algún grado de hipoacusia o sordera adquirida llega a tener una excelente capacidad de lectura labio-facial por lo que yo tengo un cubrebocas transparente para apoyarme, así como el uso de mímica o escritura, según sea su caso.

¿A cuántos pacientes has ayudado a lo largo de tu carrera?

Es difícil tener esa cuenta, pues previamente a mi residencia médica tuve la magnífica oportunidad de trabajar en una fundación para ayudar a personas de escasos recursos e hipoacusia a darles una mejor calidad de vida mediante la donación de auxiliares auditivos.

¿Qué nos dices de la última tecnología en soluciones auditivas?

Depende mucho de qué tipo de pérdida auditiva estamos hablando. Dentro del mundo de la audiología y, en concreto abordando a una persona con hipoacusia, hay diferentes patologías o causas que ocasionan que una persona tenga hipoacusia o sordera y con base en eso se da la mejor solución: puede ser desde un simple aparato auditivo programable retrococlear hasta un implante coclear, por eso es importante, ante problema auditivo, acudir con un médico audiólogo para que pueda ofrecer la mejor alternativa.

¿Qué le recomiendes a quienes tienen la misma condición que tú?

Aceptarse a uno mismo (lo cual me costó trabajo en algún momento), reconocer que tenemos una discapacidad y que no es motivo de inferioridad ni de sentir vergüenza. Es difícil saber que requerimos un aparato para poder escuchar mejor y que estaremos dependiendo de algo electrónico para poder hacer nuestra vida más fácil, pero también es importante estar conscientes que hay una solución y debemos aprovecharla.

¿Cuál es tu mayor sueño en la vida?

Me gustaría crear un lenguaje de señas universal y oficial a nivel mundial que le permita a la persona sorda la posibilidad de comunicarse con alguien más en cualquier parte del mundo, ya que ante tantas limitaciones podríamos hacer sus vidas más cómodas, fáciles y con mayores oportunidades a nivel internacional.

¿Sabías que?

Como te lo contamos en Hacia un mundo de silencio: 25 por ciento de la población tendrá problemas auditivos en 2050, una de cada cuatro personas tendrá problemas auditivos. Así queda registrado en el primer Informe Mundial sobre la Audición que indica que al menos 700 millones de los afectados necesitarán atención otológica para mejorar su audición, así como otros servicios de rehabilitación.

Por Karina González-FauermanJuan Pablo Alejandro Valadez Murillo