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Fotografía de tres mujeres con discapacidad usuarias de sillas de ruedas que forman parte de un equipo de básquetbol. En la imagen, quien está de frente es Nilofar Bayat, de Afganistán, que viste el típico velo y vestimenta negra de las mujeres de su país. Ella disputa un balón a otra mujer de la que solo se aprecia una pañoleta con cuadros que le cubre el cabello, mientras sube sus brazos para lanzar el balón a otra compañera, cuyo rostro asoma debajo del brazo izquierdo de la jugadora afgana, y lleva también una pañoleta a cuadros.Fotografía de tres mujeres con discapacidad usuarias de sillas de ruedas que forman parte de un equipo de básquetbol. En la imagen, quien está de frente es Nilofar Bayat, de Afganistán, que viste el típico velo y vestimenta negra de las mujeres de su país. Ella disputa un balón a otra mujer de la que solo se aprecia una pañoleta con cuadros que le cubre el cabello, mientras sube sus brazos para lanzar el balón a otra compañera, cuyo rostro asoma debajo del brazo izquierdo de la jugadora afgana, y lleva también una pañoleta a cuadros.

“Ya no podré jugar más”: el pedido de auxilio de una deportista con discapacidad desde Afganistán

La capitana del equipo de básquet en silla de ruedas ya no podrá asistir a los Juegos Paralímpicos ni practicar ningún deporte bajo el nuevo régimen talibán y pide ayuda para huir del país

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16 de agosto de 2021

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Teresa Peón y Nava

Por Bárbara Anderson

La vida de Nilofar Bayat dio dos vuelcos de 180 grados a lo largo de su corta vida: en 1992 cuando a los dos años un misil impactó en su casa y le dejó una lesión permanente en la médula espinal. Con discapacidad motriz logró, sin embargo, desarrollarse y trabajar en la Cruz Roja atendiendo a otras personas con discapacidad y encontrar un deporte donde brillar: el básquet adaptado. 

De hecho es la capitana del equipo nacional que por primera vez iba a representar a su país en los Juegos Paralímpicos de Tokio. 

Ayer su vida dio otro giro: la toma del poder público por parte de los talibanes la despojó de todos sus derechos (por ser mujer), entre ellos el de poder participar en esta justa internacional e incluso de poder seguir practicando algún deporte. 

Según publicó el sitio de la RTVE de España, el Ministerio de Asuntos Exteriores, la Federación Española de Baloncesto (FEB) y el Consejo Superior de Deportes (CSD) de ese país están intentando evacuarla del país, aunque la situación es extremadamente complicada. 

El deporte femenino en peligro

La situación que vive Afganistán convierte al colectivo de mujeres y niñas en uno de los más vulnerables: practicar cualquier actividad lúdica está prohibida por el nuevo régimen talibán. «Para los hombres, el deporte estará permitido, pero creo que para las mujeres será peligroso. Creo que no podré hacer deporte después de esto porque llamo a las chicas de otras provincias tomadas por talibanes y me dicen que no van a hacer deporte, ahora no está permitido para las mujeres y me entristece», afirma Nilofar en la entrevista que dio a ese medio. 

Dejar Kabul era un lujo para cualquier ciudadano (incluso superando la capacidad de los vuelos, como vimos en muchas imágenes en las últimas horas). 

Por ello, tanto la capitana de básquet como el resto de su equipo estaban buscando un patrocinador que pudiera ayudarlas a salir de una manera segura de Kabul. 

Pero ahora sin siquiera vuelos, esta posibilidad se vuelve casi imposible. 

«Tengo miedo. He trabajado muy duro por lo que tengo ahora, pero los talibanes destruyen todo en un minuto y eso significa que destrozan mi vida. Mi futuro es negro. Quiero dejar mi país porque no hay forma de que me quede aquí».

Nilofar Bayat

«A los talibanes no les gustan las mujeres como yo, que luchan por sí mismas y por ayudar a otras mujeres que quieren defender sus derechos y mejorarlos. No sé dónde podré ir, pero quiero irme tan pronto como pueda para estar a salvo».

Dejar Kabul durante este último mes era un lujo que no todos los bolsillos se podían permitir. Por eso, algunas personas como Nilo, buscaban un sponsor o patrocinador para conseguir financiación y marcharse. 

Ahora, es aún más difícil, no por el precio que hay que pagar, sino porque el aeropuerto de Kabul ha suspendido los vuelos comerciales ante el caos que vive la ciudad. Salir de Afganistán cada vez es menos factible para cualquier afgano (con o sin discapacidad).