Por Ivett Rangel
El Jardín Botánico de Acapulco celebrará 20 años en marzo próximo y lo hará teniendo acceso a personas con movilidad reducida.
Desde este año cuenta con un elevador de 13 metros de altura que permite llegar al corazón de este lugar enclavado en la montaña, en el área cercana a Las Brisas.
“Es un terreno hermoso, con formaciones rocosas y en pendiente, así que sabíamos que resultaría difícil subir para algunas personas, y estuvimos pensando cómo y por dónde entrar”, cuenta Esther Pliego de Salinas, fundadora del jardín que, además, lleva su nombre.
Era una deuda con la sociedad, agrega Karina Adame, coordinadora de operaciones del jardín, porque limitaba el acceso a mucha gente debido a su condición física, de salud o por edad.
“Sentimos un descanso con el haberlo logrado porque ahora sí somos un espacio inclusivo”, señala.

En noviembre pasado, luego de descartar la posibilidad de tener un funicular o incluso usar una especie de vehículos, se aceptó tener un elevador abierto, tipo montacargas, que conectaría con un puente que ya existía.
“Fue la idea más atractiva y la más apropiada porque cualquier persona con discapacidad o persona a la que le cueste caminar, ahora puede subir sin mayor problema y llegar a este lugar para deleitarse con la naturaleza y disfrutar de la tranquilidad.

“Aquí todo es paz, nadie se preocupa por lo que está pasando en la escénica”, dice la también directora del jardín, de 86 años, y madre del empresario regiomontano Ricardo Salinas Pliego.
Y aunque reciben pocos visitantes debido a la pandemia, Esther comparte las impresiones de quienes ya lo han probado.
“Las personas han quedado encantadas; es todo un éxito. En el libro de visitantes nos escriben que por fin pudieron subir sin ningún esfuerzo o que ya pudieron traer a su mamá o a sus hijos pequeños”, comparte orgullosa la esposa del empresario y filántropo Hugo Salinas Price.
La plataforma del elevador, de paso, sirve de mirador turístico, pues desde ahí se tiene una de las más hermosas vistas sobre la Bahía de Santa Lucía, y de acuerdo con la coordinadora, en días despejados se alcanza a ver hasta Pie de la Cuesta.

Con esta nueva infraestructura se llega a la parte media del jardín, donde se localizan el centro de visitantes, el servicio sanitario para personas con discapacidad y la tienda, pero donde también hay un estanque con peces y tortugas, un anfiteatro en el que se hacen conciertos de música clásica al atardecer y donde se desarrolla el Jardín de los Sentidos, que permite a los visitantes sentir distintas texturas, como la del musgo o percibir el olor de distintas plantas aromáticas.
Si se desea una experiencia específica para una persona con discapacidad, solo hay que solicitarla directamente en las oficinas del jardín.

¿Qué es un jardín botánico?
En concreto, es un museo viviente de plantas en los que se puede aprender sobre ellas, pero al mismo tiempo se ayuda a preservar la biodiversidad de un lugar y a generar pulmones verdes para determinadas zonas.
El Jardín Botánico de Acapulco, en seis hectáreas donadas por la Universidad Loyola del Pacífico, alberga más de 6 mil ejemplares de plantas y árboles, y más de mil 200 especies.
Asimismo, es hogar de mariposas, iguanas verdes, serpientes, coatíes, urracas y halcones, entre muchos otros animales silvestres que buscan refugio de la demanda turística e inmobiliaria del puerto.
Y la jardinería sirve de terapia, detalla Esther, pues logra enormes beneficios en la salud de todos, en especial de los adultos mayores.
“De principio, la jardinería reduce el estrés, y los mexicanos no lo tomamos mucho en cuenta. Ayuda a la memoria, pues estás aprendiendo todo el tiempo nombres de flores y plantas”.
“Mejora el sistema inmunológico, pues estás al aire libre, disfrutando del sol y quemando calorías, y te permite ser más optimista, pues no sólo te sientes útil, si no también ves cómo crecen las plantas y eso anima”, recalca la creadora.
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