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Madame Nadie: la personalidad oculta de Marilyn Monroe

La legendaria actriz solía usar ese nombre para mantener su privacidad no solo durante viajes que solía hacer, también en lo referente a los cuidados de su salud mental.

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7 de enero de 2023

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Teresa Peón y Nava

Su imagen era tan inconfundible como lo sigue siendo ahora, cuando se cumplen 60 años su muerte. Su cabellera rubia, boca roja, voz sensual y ojos enormes, brillantes y llenos de vida escondían a una mujer muy compleja, con carencias emocionales y diversas condiciones de salud mental que la llevaron a usar el nombre de Madame Nadie para mantenerse oculta del mundo.

Ella era Marilyn Monroe, una de las actrices del cine de Hollywood más populares del siglo XX, considerada un símbolo sexual y un icono pop a la que el mundo adoró, y sigue adorando.

Nació el 1 de junio de 1926 como Norma Jean Mortenson, una niña que vivió verdaderas historias de terror que incluyen una serie de violaciones sexuales en algunas de las varias casas temporales a las que fue asignada en espera de un adopción definitiva, como contó en su libro de memorias, My Story.

Esa infancia definitivamente la marcó y acentuó la inestabilidad emocional que tenía y que la llevó a consultar a numerosos psicólogos y psiquiatras, de los que la más célebre fue, sin duda, Anna Freud, la hija del padre del psicoanálisis, a quien consultó durante el verano de 1956.

Madame Nadie, como se presentó la rubia Marilyn Monroe ante la hija de Sigmund Freud, atravesaba en ese momento por una etapa de enorme vulnerabilidad detonada durante la filmación en Londres de “El príncipe y la corista”, protagonizada y dirigida por Laurence Olivier.

El actor limitaba al máximo la interacción con Marilyn y no respondía a sus preguntas sobre el papel que desempeñaba, diciéndole solo: “querida, basta con que te muestres sexy”, lo que la devastaba porque ella quería ser más que una mujer sensual.

La situación, que llega al extremo de llevarla a una crisis de miedo paralizante que le impide ponerse frente a las cámaras, no fue detonada solo por el trato de Olivier. Ese solo acentuó el dolor que le causó leer el diario de su entonces esposo Arthur Miller, quien se confesaba arrepentido de haberse casado con ella.

Así que en plena crisis, la diva recurre a Anna Freud, quien encuentra en su diván con una mujer contradictoria, asustada, explosiva, ambiciosa, mucho más cultivada de lo que cree, según algunas notas que tomó en consulta y que han sido reveladas con el paso de los años.

Marilyn tenía ya un psicoanalista en California, pero quería ser atendida por la propia hija de Freud y acude a seis sesiones de las que hay constancia gracias a los documentos depositados en la Fundación Anna Freud de Londres.

De hecho, en su testamento, Marilyn legó una parte de sus bienes a esa fundación, que hoy sigue atendiendo la salud mental de niños, adolescentes y familias.

La herencia definió el diagnóstico de Marylin Monroe

Ralph Greenson, quien fue su psiquiatra, reveló antecedentes familiares de Monroe relacionados con la salud mental de la actriz.

“Un padre ‘desconocido’, consumidor habitual de heroína, una madre esquizofrénica hospitalizada a lo largo de toda su vida tras haber abandonado a Marilyn a los 5 días, una abuela que, en un acceso de locura, intentó asfixiarla cuando era solo un bebé, sus entradas y salidas de diversos hogares de acogida y orfanatos, donde, a veces, sufrió abusos sexuales”,

fue una herencia difícil de manejar, señaló el experto.

Siendo todavía una niña, su madre, Gladys Pearl Baker, empezó a manifestar los primeros síntomas de esquizofrenia paranoide. La internaron en un hospital para enfermos mentales donde pasó el resto de sus días.

Cuando Marilyn alcanzó la fama, su agente le indicó que debía evitar contacto con ella y se vio obligada a decir que había muerto.

Marilyn temía heredar la misma enfermedad y a mediados de los años 50, las circunstancias la llevaron a un declive psicológico.

Las enfermedades mentales de Marilyn Monroe

El diagnóstico de Greenson fue tajante: “personalidad bipolar, paranoide y adictiva. Sexualidad insatisfecha, esquizofrenia, impulsividad”.

«He descubierto en ella indicios de esquizofrenia. Tuvo una infancia atroz y, no sé si será verdad o mentira, pero ella habla de que fue sometida a abusos sexuales. Me llama profundamente la atención el contraste entre esta mujer extraordinariamente bella, quizá la más bella del mundo, y su alma inquieta y su sexualidad insatisfecha»,

dijo el médico.

Aunque su personaje manejaba ingenuidad, era una simple máscara, ya que Marilyn Monroe se destacó por ser una mujer sumamente inteligente.

En el libro, “Últimas sesiones con Marilyn, se comenta la compleja relación entre la actriz y su psicoanalista Greenson, historia que sobrepasó todos los códigos deontológicos hasta convertirse para ella en una dependencia psicológica y emocional», asegura el psicoanalista y escritor Michel Schneider.

Antes de su muerte el 4 de agosto de 1962, Monroe acudió durante 30 meses a psicoanálisis con el doctor Greenson.

Hasta la fecha, una de las teorías de la muerte de la actriz es que murió a causa de un mal manejo de los fármacos que Greenson le administraba, ya que la causa de muerte fue: sobredosis de barbitúricos.