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Fotografía de un aula de clases en donde aparecen siete niños con discapacidad, cuatro de ellos de espaldas, se puede apreciar que están sentados en sillas de ruedas tres están sentados en un escritorio amplio, al fondo se aprecian dos profesoras de cabello castaño y tez morena sentadas detrás de un escritorio, una lleva puesta una blusa de color rosa, la otra una blusa de color negra, ambas sonríen a la clase.Fotografía de un aula de clases en donde aparecen siete niños con discapacidad, cuatro de ellos de espaldas, se puede apreciar que están sentados en sillas de ruedas tres están sentados en un escritorio amplio, al fondo se aprecian dos profesoras de cabello castaño y tez morena sentadas detrás de un escritorio, una lleva puesta una blusa de color rosa, la otra una blusa de color negra, ambas sonríen a la clase.

La pandemia agudizó la exclusión de alumnos con discapacidad

Un reporte realizado por la organización Mexicanos Primero detectó que 7 de cada 10 alumnos entre 10 y 15 años con discapacidad no comprenden lo que leen ni pueden resolver operaciones matemáticas simples.

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29 de octubre de 2021

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Redacción Yo También

Por Bárbara Anderson 

“El confinamiento aumentó la invisibilidad de los grupos más vulnerables. Me asombra que la SEP siga emitiendo recomendaciones genéricas en este regreso a las aulas sin considerar la situación en la que se encuentran los alumnos hablantes de lengua indígena y con alguna discapacidad. Están perpetuando la exclusión”, dice Fernando Ruiz, director de investigación de la organización civil Mexicanos Primero

Durante el mes de mayo pasado, realizaron un relevamiento casa por casa de 2,000 niños, niñas y adolescentes para poder saber en qué condiciones estaban por regresar a las aulas los alumnos de educación básica entre 10 y 15 años. 

El estudio “Equidad y Regreso” reveló que la pandemia amplió las brechas que ya había entre grupos vulnerables como los estudiantes indígenas y también aquellos que viven con alguna discapacidad. “Hicimos una encuesta que valorará tanto la situación emocional, el espacio físico donde viven, el acceso a la educación a distancia y una evaluación de lectura y matemáticas”, explica Ruiz. 

Según los propios datos de la SEP, en educación básica tienen matriculados a 601,024 niños, niñas y adolescentes con alguna discapacidad en el ciclo 2020/21. En el mismo lapso hay 1.2 millones de alumnos de habla indígena. 

Estos 1.8 millones de alumnos, que pueden catalogarse dentro de los grupos más vulnerables, son quienes hoy presentan un mayor rezago dentro del rezago general que se produjo en todo el sistema educativo. 

Principales hallazgos

  1. *Aprende en casa exclusivo*La estrategia nacional de Aprende en Casa a través de los canales de televisión no fue incluyente: de los 10,257 programas emitidos sólo 775 contaron con intérprete de Lengua de Señas Mexicana (apenas 7.5%).Además, el 2.4% de esos programas se realizaron en 18 lenguas indígenas. 

  2. Materiales inadecuadosSólo se entregaron 15,750 libros para educación especial de primaria (macrotipos y braille). Se distribuyeron 84,505 libros de literatura y 44,272 libros de textos en 13 lenguas indígenas. En volumen, esto cubrió solo a 10% de los alumnos, mismos que forman parte de una comunidad con un total de 68 lenguas indígenas reconocidas por el gobierno federal. 

  3. Bajo nivel de aprendizajeSi bien tanto en el grupo de los alumnos con o sin discapacidad más de la mitad no comprendió un texto de 4to de primaria, la brecha se agudiza en 12 puntos porcentuales si vive con alguna discapacidad: 42,4% de aquellos sin discapacidad respondieron correctamente versus 31% que tiene alguna discapacidad. En matemáticas el panorama es peor: 54% de los alumnos sin discapacidad falló en operaciones de resta con acarreo versus 67% de alumnos con discapacidad. 6 de cada 10 estudiantes con algún grado de discapacidad auditiva o visual no pudo comprender un texto de 3ro de primaria, versus 45% de aquellos sin discapacidad. Casi los mismos porcentajes se observan entre alumnos de habla indígena versus quienes se comunican en español. 

  4. Presupuestos, opacos o inexistentesSi bien el presupuesto para las escuelas de educación especial (CAM y USAER) tendrían un aumento de 1,000% en sus recursos para 2022 -pasaron de asignarles 58 mdp en 2021 a un pedido de presupuesto para el año que viene de 715 mdp-, en ninguna parte se aclara en qué se usará ese dinero extra. “Lo más probable es que termine en gasto corriente y no en capacitación docente o mejoras de materiales e infraestructura para los alumnos”, afirma Ruiz de Mexicanos Primero. En el caso de alumnos de habla indígena, si bien en 2020 tuvieron una asignación de 185 mdp, todos los programas de atención a las 7,390 escuelas de educación indígena desaparecieron. Se calcula que esto afectó la escolarización de 278 mil niños, niñas y adolescentes, buena parte de ellos migrantes. 

  5. Regreso a clases, sin datosLa SEP desconoce o no ha relevado el número exacto de alumnos con discapacidad o de habla indígena que han regresado a las aulas, mientras si tiene censados a 169.864 planteles abiertos que ya reciben a 18,290,948 alumnos en clases presenciales.

“Los que estaban mal antes de la pandemia, ahora están peor”, se lee en uno de los slides de la presentación del estudio de Mexicanos Primero.

“Una vez más les fue peor a quienes más lo necesitan, a quienes están más excluidos y más invisibilizados, por lo que hay que duplicar los esfuerzos para disminuir la desigualdad”. 

“Primero mi hermano sin discapacidad”

La Asociación Pro Personas Con Parálisis Cerebral (APAC) tenía una matrícula de 500 alumnos antes de la pandemia. En la primera fase del confinamiento perdieron la mitad de la matrícula y ahora, en el regreso paulatino a clases, han logrado recuperar otro 10% más. “Hoy tenemos a 60% de los alumnos que antes de 2020, la deserción ha sido enorme”, afirma Guadalupe Maldonado, directora general de la institución que cuenta con un CAM para la escolarización de sus beneficiarios.

La principal razón que esgrimieron los padres a la hora dejar las clases fue económica: primero porque a muchos les redujeron sus sueldos al inicio de la pandemia, otros porque no les alcanzaba para pagar la conectividad y en muchos otros porque la vivienda pequeña no permitía tener silla de ruedas en la mesa donde todos en la casa trabajaban o estudiaban a distancia. 

“Un fenómeno que nos impactó es que si en una casa había una sola computadora o un solo celular con datos muy escasos, los padres elegían que primero estudiaran sus hijos sin discapacidad y luego quien tuviera discapacidad”, agrega Maldonado. 

Además la SEP dejó claro desde el inicio del confinamiento que no podía obligar a los maestros a conectarse porque muchos no tenían la tecnología adecuada. Luego, a medida que el regreso a clases se hacía menos probable solo les pidieron que se conectaran una vez a la semana para revisar contenidos, y que el resto lo vieran por televisión. 

Lo cierto es que no se tomaron evaluaciones finales a ningún alumno, solo se entregaron resultados a criterio de los maestros ni tampoco se hizo un censo para saber cuántos alumnos habían abandonado ni las razones de esa deserción. 

“Actualmente solo nos han apoyado con algo de presupuesto para gel antibacterial, nada más”, dice la directora de APAC, quien debe racionalizar los ingresos para poder pagar de manera independiente las pruebas COVID semanales (PCR y antígenos) a su personal así como las batas para cambiarse al ingresar a la institución. 

Una de las recomendaciones del informe de Mexicanos Primero (además de un censo sobre la realidad educativa de sus grupos de alumnos más vulnerables) es implementar programas para la recuperación, reforzamiento y nivelación de los aprendizajes perdidos de los estudiantes con discapacidad o de habla indígena, es decir, ni más ni menos que “restituir sus derechos educativos”.