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Docente de apoyo frente a un niño mientras le enseña a dibujar.Docente de apoyo frente a un niño mientras le enseña a dibujar.

Docentes de apoyo: Una pieza clave para la enseñanza y la educación inclusiva

Como co-enseñantes, su principal función es brindar acompañamiento en las escuelas a alumnos con neurodiversidad para fortalecer su aprendizaje, desarrollo, participación y socialización.

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11 de marzo de 2024

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Karina González Fauerman

Se especializan en trastornos del espectro autista (TEA), en trastornos por déficit de atención e hiperactividad y otros. Las docentes de apoyo son una pieza fundamental en la educación inclusiva, ya que unas de sus principales funciones es brindar acompañamiento terapéutico, académico y emocional para que los alumnos con discapacidad logren un aprendizaje significativo.

Entre las actividades que realizan destacan: generar adecuaciones curriculares, mejorar la autorregulación emocional de los alumnos y su socialización, así como fomentar la autonomía de los estudiantes.

En entrevista para Yo También, tres docentes de apoyo (también llamadas co-enseñantes) comparten los principales retos de su trabajo como mediadoras, así como la importancia de la educación inclusiva para sensibilizar a la población escolar.

Salir de la caja

La educación especial llegó a sus manos hace 12 años. Con el tiempo, el mayor número de casos que atendía era de trastornos del espectro autista (TEA), por lo que la psicóloga Lila Cardoso Ricoy decidió especializarse para mejorar sus intervenciones.

Su trabajo consiste en dar acompañamiento terapéutico a personas con discapacidad, en el cual se aborda la regulación conductual, identificación y gestión emocional, repertorios básicos (atención, memoria, entre otros), habilidades sociales y académicas, así como adecuaciones curriculares y sensoriales.

Soy un agente activo en inclusión, ya que tengo acercamiento con la comunidad escolar (maestros, psicólogas y compañeros), visibilizo habilidades y avances, así como áreas de oportunidad del alumno, siendo un puente entre este y los demás”, apunta.

Desde su punto de vista, existen prejuicios y discriminación hacia los alumnos con discapacidad, ya que muchas personas consideran que el éxito es que se vuelvan "normales".

Lo que más admira de sus alumnos es su resiliencia, nobleza y unicidad. Considera que con cada uno se genera un vínculo y se promueve el aprendizaje mutuo.

Si bien no se ha enfrentado a casos de bullying con sus alumnos, sí a situaciones en las cuales no son incluidos o tomados en cuenta. En estos casos es necesario brindar contención emocional y después acudir con las psicólogas escolares, quienes ayudan a sensibilizar a los compañeros sobre el autismo.

“Es fundamental salir de la caja, dejar de lado la parte teórica y verlos como personas”, subraya.

Aprendizaje significativo

Como docente de apoyo a la inclusión para alumnos con trastorno del espectro autista, parálisis cerebral, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, la psicóloga educativa María Fernanda Pantoja Armenta forma parte del proceso de aprendizaje que se desarrolla en cada contenido dentro del aula, identifica competencias y favorece la integración de conceptos, experiencias, emociones y actitudes.

“Buscamos generar aprendizajes significativos y funcionales. Proporcionamos metodologías y estrategias para favorecer la incorporación de política y cultura inclusiva”, explica Pantoja Armenta.

Entre las actividades que realiza destacan: generar adecuaciones curriculares y material didáctico, lograr la comprensión de algunos temas, mejorar la autorregulación emocional de los alumnos y su socialización, y, en conjunto con los docentes y equipo terapéutico, modificar conductas para fomentar la autonomía de los alumnos.

A través de conferencias con docentes, padres de familia y alumnos, se genera un ambiente seguro para todos en las escuelas donde trabaja. Asimismo, la capacitación quincenal y mensual, le permite mantenerse actualizada.

“Desde mi punto de vista, las escuelas en México actualmente buscan lograr ser 100 por ciento inclusivas, sin embargo creo que aún estamos en pruebas de qué hacer y cómo hacerlo, por lo que hay avances y retrocesos; lastimosamente, considero que he visto más el impacto del estancamiento en las instituciones federales”.

La mayor satisfacción de su trabajo es tocar las vidas de muchas personas y darse cuenta de que el amor puede generar cambios increíbles.

Uno de los más grandes retos de su labor, precisa, es el poder satisfacer las expectativas de la escuela, los docentes, los padres de familia, el alumno y muchas veces de ella misma, ya que a veces se puede sentir mucha presión cuando algunos contenidos resultan más complicados.

“Hay días buenos, increíbles donde todo lo entiende nuestro alumno y otros donde hasta lograr que ingrese al aula es un reto; sin duda, alguna veces necesitamos mucha, mucha paciencia, ya que si bien nuestros alumnos son personas con bastantes habilidades y capacidades de lograr muchas cosas, también tenemos que volver a nosotros y decir ‘ok, fue un día complicado, no pasa nada’ e intentarlo los días siguientes’“.

Sensibilizar la diversidad

Como docente de apoyo que brinda acompañamiento emocional, conductual, académico y social a niños con diferentes problemas de aprendizaje y TDAH, la psicóloga Gabrielle Campa considera que el mayor reto que tiene es establecer objetivos en común entre la escuela, la familia y las instituciones para el óptimo desarrollo del alumno.

Actualmente sigue un plan de objetivos trimestrales que elabora con la coordinación de Ėquité, institución con la que trabaja. Para actualizarse, cursa un diplomado de Intervención en Problemas del Aprendizaje y recibe capacitación semanal y asesorías si hubiera situaciones que lo requieran.

Otro de los desafíos, precisa, es sensibilizar en temas de diversidad, ya que en muchas ocasiones hay desconocimiento o rechazo hacia la inclusión educativa.

No en todas las escuelas se promueve la inclusión; llevo trabajando varios años como docente de apoyo en diferentes colegios y he podido ver cómo algunos maestros aún no comprenden qué es. Hay algunos espacios donde son inflexibles o intolerantes con los alumnos neurodiversos y también hay otros en los que sí se actualizan constantemente”.

Entre sus funciones se encuentran acompañar a los alumnos en sus clases, apoyarlos en sus actividades y utilizar diversas estrategias para su regulación conductual y emocional. Asimismo, está al pendiente de sus necesidades y realiza las adecuaciones curriculares que sean pertinentes ante cada situación. 

Sin importar cuál sea su condición, les enseña a sus alumnos que ellos tienen derecho a estar en cada uno de los espacios sociales, particularmente de la escuela. 

“Me apasiona conocer cómo ven el mundo, ya que en muchas ocasiones están fuera de lo normativo, pero justo eso es lo que hace que sean tan interesantes y únicos”, agrega Campa, quien se especializó en TDA porque desde pequeña tuvo problemas de atención y le parecen interesantes los procesos mentales involucrados en este trastorno y cómo afectan en lo cotidiano.

Sus alumnos le han demostrado que ser diferente debería ser más valioso que intentar ser todos iguales, ya que una vez que uno se abre a cosas nuevas, se abren nuevas formas de ver la vida.

En una ocasión, uno de sus alumnos fue etiquetado como el “malo” y se trabajó de forma grupal para entender que todos somos diferentes, que no hay personas buenas ni malas, sino personas que tienen acciones con diferentes consecuencias. De esta forma, se logró eliminar el estigma.

Educación, ¿incluyente?

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Escuelas Inclusivas 2023, elaborada por Familias Extraordinarias, asociación civil dedicada a apoyar a padres y madres de familia que viven con discapacidad intelectual:

  1. Al 46 por ciento se le ha negado el ingreso de su hijo o hija con discapacidad a alguna escuela al menos en una ocasión. De este porcentaje, el 80 por ciento corresponde a escuelas privadas.

  2. El 92 por ciento de los y las estudiantes rechazados no denunció discriminación ante instancias correspondientes. 

  3. El 13.4 por ciento de las familias encuestadas reportaron que sufrieron bullying en las escuelas.

  4. De las personas encuestadas, el 44 por ciento tienen a sus hijos inscritos en educación básica y disminuye a sólo 2.8 en educación preparatoria.

  5. El 60 por ciento de las escuelas reportaron que tienen un departamento de inclusión educativa o persona encargada de incluir a alumnos y alumnas con discapacidad, pero sólo el 68 por ciento tienen un programa y objetivos individualizados de aprendizaje. 

  6. 45 por ciento de los y las estudiantes encuestadas están incluidos en un salón regular y tiene ajustes razonables; al 20 por ciento se les exige contratar una asistente educativa y 17 por ciento no tienen apoyo ni ajustes razonables.

  7. De las escuelas que obligan a contratar una asistente educativa con cargo a la familia, 56 por ciento paga de 4 a 7 mil pesos; 21 por ciento entre 8 y 10 mil pesos; 8 por ciento de estas familias pagan tanto menos de 3 mil pesos como más de 10 mil pesos mensuales.

  8. La mayoría de las familias encuestadas, con 54 por ciento, sugirieron dar mayor capacitación a directivos, docentes de USAER o UDEII (maestros y maestras especializados en inclusión) y así como familias en temas de derechos, estrategias, ajustes y materiales educativos que sirvan para el proceso de aprendizaje.

  9. Sólo 16 por ciento de las escuelas ofrecen beca o apoyo económico para alumnos y alumnas con discapacidad.

  10. El 64 por ciento de los y las alumnas cuentan con Pensión para el Bienestar para personas con discapacidad. 

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