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Daniel Robles HaroDaniel Robles Haro

Así fue mi odisea dentro del SAT

La experiencia vivida por el colaborador de Yo También abre la puerta para que más personas con discapacidad puedan tener derechos y obligaciones como contribuyentes.

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4 de julio de 2022

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Daniel Robles Haro

Todo empezó en marzo de 2022. Mi primera oferta de trabajo. La primera de mi vida.

¿Sabes lo que eso significa para una persona con una discapacidad como la mía? Si tienes una idea o no, te invito a que leas aquí mi columna Mis ojos, mi idioma.

Por lo general, las personas con parálisis cerebral severa permanecemos en nuestras casas, en silencio, viendo tv o escuchando música. Infantilizados. A veces encerrados en una habitación de por vida.

Después de inspirar ternura y compasión cuando somos niños, llega una etapa terrible.  Con pocas opciones educativas, deportivas o recreativas. ¿Desarrollo integral? ¿Oportunidades de empleo?

Tal vez un caso entre mil. No lo sé. Solo sé que yo soy uno de esos casos.

Y eso cambió mi panorama de vida, pues desde hace tiempo me preguntaba si algún día podría ser una persona productiva. Y no sólo un sujeto de asistencialismo.

Cuando @YoTambien me pidió darme de alta en el SAT para poder emitirles una factura/recibo por mis servicios, me sentí: IMPORTANTE. DIGNO. RECONOCIDO.

Se me estaba tratando como a cualquier adulto con capacidad de responsiva.

Cosa que no ocurrió en mi primera visita al SAT como solicitante. ¿El no poder plasmar en papel una firma es realmente una limitante?

Yo no puedo firmar porque no puedo utilizar mis manos. ¿Y si llegara una persona sin manos? ¿O una persona con Parkinson?

Además, en lo virtual, el sitio te pide para corroborar tu identidad, que te grabes cantando una canción o diciendo frases específicas. Yo no puedo hablar, ¿ahí cómo le hago? Y una persona que se comunica en lengua de señas, ¿qué debe hacer? ¿Y una que tiene problemas de lenguaje? ¿O alguna lesión en las cuerdas vocales? Cáncer, por ejemplo.

Creo que las oficinas de servicio deberían tomar en cuenta esos detalles antes de diseñar normas estándar que resultan excluyentes.

Mi caso, que puedes leer en SAT niega registro a Daniel Robles Haro, un activista con parálisis cerebral, se hizo visible para muchas personas. Y lo más importante: propició CAMBIOS.

En breve se comunicó conmigo José Miguel Ricaño Hernández, coordinador nacional de Administraciones Desconcentradas de Servicios al Contribuyente.

No lo conozco físicamente. Al teléfono me dio la impresión de ser un hombre joven y de mente abierta.

Escuchó mis razones y se comprometió a hacer los ajustes necesarios para que yo obtuviera mi firma electrónica.

Y no sólo eso. Me invitó a participar próximamente en mesas de trabajo para realizar adecuaciones a los reglamentos establecidos, para que sean accesibles a todas las personas.

Yo no sé si soy el primer caso así en el SAT, de lo que estoy seguro, es que vendrán más, porque las personas con discapacidad estamos trabajando por ser cada vez más visibles, y abriendo caminos de real inclusión.

Por supuesto, ya tengo mi firma electrónica. La sucursal de mi área realizó los ajustes necesarios para que eso ocurriera. Y espero que marque un precedente.

Por lo pronto, ahora soy, oficialmente, un contribuyente. Tengo una actividad remunerada y puedo emitir una factura por mis servicios.

Muchas gracias por tu atención.

Por Daniel Robles Haro.