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Confinamiento, un reto mayor para pcd motora

Yao y Alberto perdieron una de sus piernas, pero reconocen la importancia de mantenerse activos aun en la pandemia. Fácil no ha sido, pero para quién sí en este año atípico que ha vivido el mundo.

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25 de mayo de 2021

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Redacción Yo También

Por Ivett Rangel 

Nadie resulta ajeno a los desafíos impuestos por el confinamiento a causa de la pandemia, como la educación y el trabajo a distancia, mantener una buena alimentación y tener la mínima convivencia social. La sola movilidad se ha visto afectada. 

Pero para personas con discapacidad motora ha significado un reto mayor, no sólo para conseguir un seguimiento terapéutico o protésico, sino para adaptar el entorno en sus hogares, mantenerse ejercitados y sobre todo, motivados. 

En México hay 20.8 millones de personas con discapacidad, según el Censo de Población y Vivienda 2020 del Inegi, de los cuales 19.7% no pueden caminar, subir, bajar, bañarse, vestirse o comer debido a una discapacidad motriz. Es decir, 4 millones 108 mil 84 mexicanos y mexicanas lo hacen con dificultad o requieren de dispositivos protésicos para hacerlo. 

“En este último año, el principal reto ha sido el seguimiento a los pacientes debido al riesgo de contagio y vulnerabilidad de algunos de ellos”, explica Mónica Guadalajara, directora para México, Centroamérica y Caribe de Ottobock, compañía alemana especializada en atención técnica, fisioterapéutica y social a personas con discapacidad. 

“Además de las consultas (presenciales o por videollamada) sobre el manejo de la prótesis, los pacientes deben seguir una terapia física para el entrenamiento de fuerza, movilidad, estiramientos, manejo del balance o del equilibrio; y terapia ocupacional en la que se entrena a la persona a valerse por sí misma con el dispositivo, por ejemplo, bañarse, cambiarse, moverse de un lado a otro o salir a la calle”. 

Con actitud, todo es posible

A los 23 años, en septiembre de 2018, Alberto Guerrero perdió a su mejor amigo y una pierna en un accidente automovilístico. Después de 11 cirugías y prolongadas estancias hospitalarias está por recibir una prótesis con la que espera no sólo retomar algunas de sus actividades diarias, sino también patear un balón y volver fútbol.

Su pelvis es la que controlará la prótesis de fibra de carbono que consta de un pie protésico, una articulación de rodilla, una articulación de cadera, adaptadores y elementos de unión con el encaje protésico que se adaptará al muñón; es una de las más complejas que fabrica la marca alemana. 

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A pesar de lo doloroso del proceso para el uso de una prótesis, el guanajuatense asegura que lo más difícil ha sido estar alejado de sus familiares y amigos a lo largo de este último año.

“Ha sido un proceso doloroso y pesado, aunque Ottobock ha generado mucha confianza en mí, pero el hecho de no poder verles a ellos, quedarme en casa y estar solo fueron los principales retos”, cuenta Alberto, quien logró salir adelante gracias a sus seres queridos. 

Sin embargo, estos meses también le han servido para pensar sobre lo que le sucedió y cómo le cambió la vida.  

“Te das cuenta de que una pierna no es nada en comparación con lo que otros están sufriendo. Con actitud, todo es posible”, recalca. 

Alberto tiene sesiones de terapia y rehabilitación vía Zoom, a las cuales dice que ya se acostumbró. Se ejercita diariamente e incluso ha logrado seguir en el golf mediante prácticas a puertas cerradas para evitar un contagio. 

Laboralmente se considera muy afortunado, pues la empresa de alimentación para la que trabaja no se ha visto afectada y tampoco sus tareas, que ahora realiza desde su casa. 

Un nuevo horizonte

Debido al confinamiento, Yaotzaneth Díaz de León, pudo bajar el ritmo de su vida, pues perdió su empleo y paró con sus entrenamientos deportivos, pero logró reconectar con su familia y su comunidad. No obstante, reconoce que hoy su modo de vida es otro. 

“Pasé de tener muchas actividades a parar completo, en especial en lo deportivo, por nuestra seguridad”, cuenta la jugadora del equipo Las Diablas del Estado de México y de la S

elección Femenil Nacional de Básquetbol en Silla de Ruedas, con la que compitió en los pasados Juegos Parapanamericanos de Lima 2019. 

Hace 14 años, cuanto Yaotzaneth tenía 20 años, fue atropellada de camino a casa sobre la Avenida Insurgentes. Un camión le arrancó parte del pie, le fracturó el cráneo, la pelvis y las costillas, y dejó lesiones en su mano izquierda.  

Ahora, por la pandemia, Yaotzaneth –quien utiliza una prótesis fibra de carbono con un sistema hidráulico y un pie prostético deportivo challenger– reconoce que no todos los espacios son adecuados para poder practicar básquetbol, ya sea por los materiales con los que están hechos los pisos de los departamentos o por falta de superficie. 

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Ya sin trabajo, retomó una actividad creativa que aprendió hace hace seis años por necesidad económica: la pintura en tela. Así, la basquetbolista decidió plasmar su arte en el artículo más vendido en los últimos doce meses: los cubrebocas. 

Este “arte pandémico” o “arte pirata”, como ella lo llama, le sirvió tanto para tener ingresos como para sacar todas sus emociones, ya que le resultó difícil ver lo que sucedía a su alrededor con conocidos que perdían también sus empleos o a sus familiares por COVID-19. 

El seguimiento y mantenimiento de sus prótesis se mantuvo durante todos estos meses vía telefónica o por videoconferencias. “Es una parte de mi cuerpo que necesito tener en óptimas condiciones”, cuenta Yao, quien buscó mantenerse activa para que sus músculos no se atrofiaran. 

Actualmente Yao retomó sus entrenamientos y, desde noviembre de 2020, trabaja en el equipo de Ottobock.  

Este año ha sido de gran aprendizaje, primero a cuidarse ella misma por dentro y por fuera, cuidar de sus seres queridos y no tenerle miedo a la soledad.