Entre 2019 y 2021, el mercado de las apps de salud mental creció 54.6 por ciento, un aumento disparado por la pandemia, de acuerdo con datos de la firma analista Grand View Research, publicados por El País.
Orientadas a ayudar a las personas con los efectos del estrés o la ansiedad, estas plataformas tienen un lado preocupante para la seguridad de sus usuarios.
“Un estudio de la Fundación Mozilla, que revisó 32 aplicaciones de salud mental y otras destinadas a guiar oraciones, marcó a 28 de ellas con su etiqueta de alarma: Privacidad no incluida“, dijo el diario español.
Gran parte de las apps revisadas recopilan muchos datos sensibles y los comparten con terceros, algo que contrasta con un entorno en el que, en teoría, la confidencialidad debería ser primordial al tratarse de cuestiones íntimas como la depresión, la ansiedad, los trastornos alimentarios o los pensamientos suicidas.
De acuerdo con el análisis, estas apps piden más información de la necesaria para su funcionamiento, como geolocalización, permiso para acceder a los contactos o acceso a fotos y videos.
Recopilación de datos
Sin embargo, la principal preocupación recae en la información confidencial.
“Algunas de ellas hacen un cuestionario a la gente sobre cómo se siente, registran su diagnóstico, les preguntan si están tomando alguna medicación, cuál es su edad, su orientación sexual. Y lo hacen sin mostrarles antes su política de privacidad o pedirles consentimiento para usar sus datos”, explicó Misha Rykov, uno de los investigadores del estudio.
“Estamos hablando de personas que generalmente están en un estado vulnerable. La gente acude a estas aplicaciones porque no se encuentra bien”, agregó.
El modelo de negocio de estas apps —que bien conectan a usuarios con terapeutas o funcionan como chatbots—, se basa en suscripciones pero también en el uso de los datos que recopilan.
“Hay muy poca transparencia sobre lo que sucede con los datos después de que sean recopilados. Lo único que vemos es que recogen una gran cantidad de ellos, y que, según sus documentos de privacidad, frecuentemente los venden o los comparten para fines publicitarios”, dijo Rykov.
La confidencialidad al descubierto
Un ejemplo de lo que hacen estas apps con los datos de sus usuarios es el de Talkspace, que guarda las transcripciones de los chats entre terapeutas y suscriptores y que por tanto deberían considerarse privadas.
“Según dos antiguos empleados de la compañía contactados por The New York Times, los científicos de datos de Talkspace compartían frases de estas transcripciones con el equipo de marketing para personalizar la publicidad de los usuarios”, dijo la nota.
El riesgo es grande porque este mercado de apps de salud mental representará para este año un valor de unos 6.2 mil millones de dólares, de acuerdo con estimaciones; para 2030 se prevé que la cifra alcance los 17.5 mil millones.
Otro punto resaltado en la investigación es que estas apps venden los datos a data brokers, empresas dedicadas a la compra de información y venta a terceros.
“Cuando los datos personales de un usuario terminan en un data broker pueden acabar en otras empresas que tienen capacidad para hacer más difícil la vida de esta persona”, apuntó Rykov.
Información expuesta
Situaciones como pedir una hipoteca, contratar un seguro médico o incluso encontrar un trabajo puede complicarse si la información sobre salud mental llega a las empresas que prestan estos servicios.
“Por ejemplo, Woebot puede compartir datos personales de los usuarios con terceros y estos incluyen a autoridades administrativas, instituciones financieras, compañías de seguros, la policía, procuradores públicos, reguladores y consultorías externas. Todo está escrito en su política de privacidad”, dijo el investigador.
Nombre, dirección postal, edad, género, si se tiene una relación sentimental, la toma de algún medicamento, si se piensa en el suicidio, el trabajo e historial médico es alguna de la información que puede terminar en manos de los data brokers.
Rastreadores de anuncios de terceros, como de Google y Facebook, son parte de muchas de estas apps, por lo que la publicidad dirigida también forma parte de este uso de la información.
“Google o Facebook podrían saber que usas frecuentemente una app de meditación o para reducir la ansiedad y podrían mostrarte anuncios de medicamentos para la ansiedad o de pseudoterapias, que pueden causar más daño que beneficio”, observó Jen Caltrider, líder de la investigación.
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