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Alan Pingarrón recibiendo aplausos del público en el escenario.Alan Pingarrón recibiendo aplausos del público en el escenario.

“La música es inclusiva: Beethoven con sordera adquirida dejó grandes obras”: Alan Pingarrón

El tenor mexicano con discapacidad visual destaca cómo diferentes compositores sin vista o con pérdida auditiva han ideado composiciones que han trascendido con el paso del tiempo.

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23 de febrero de 2023

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Karina González Fauerman

Su admiración por José José “El Príncipe de la Canción” despertó su interés por convertirse en cantante popular. Sin embargo, cuando escuchó a Luciano Pavarotti interpretar Nessun dorma, O Sole Mio y La donna è mobile, Alan Pingarrón, quien tiene discapacidad visual, se dio cuenta de que quería dedicarse a la ópera. 

El tenor mexicano, graduado en la licenciatura en Canto por la Escuela Nacional de Música de la UNAM, galardonado con la medalla Gabino Barreda y con estudios en The Royal Opera House de Londres, se confiesa un apasionado por este género musical que conjunta el teatro, la comicidad, la tragedia, el drama y la farsa.

Desde su punto de vista, la música es un arte inclusivo, ya que existen distintos géneros y compositores destacados, como Beethoven, quien, a pesar de la sordera adquirida, creó poderosas obras.

Después de haber conquistado escenarios de Rusia, Londres y Berlín, Alan presentará este viernes la “Velada Italiana” en el Foro Lenin en la que interpretará temas de Puccini y Donizetti con la soprano Carla Madrid.En entrevista para Yo También, Pingarrón, de 35 años, explica los retos a los que se ha enfrentado a lo largo de su trayectoria y cómo califica el apoyo a las instituciones culturales de México.

¿Quién es Alan Pingarrón? 

Soy una persona que ama la música. Soy un ser que creció en un seno familiar con mucho apoyo para formarme y crecer académicamente. Estudié en la Escuela Nacional de Música de la UNAM (ahora Facultad), he tomado seminarios teatrales con Oswaldo Martín Del Campo y con Armando Mora.

Además, realicé estudios en The Royal Opera House de Londres, donde me ayudaron a que mi movilidad en el escenario fuera mucho más fluida, es decir, con mejores gestos y manera de caminar. Justamente ahí tuve la oportunidad de presentarme en tres producciones diferentes de ópera como La Flauta Mágica de Mozart, Sansón y Dalila de Camille Saint-Saëns y Madama Butterfly de Giacomo Puccini.

En México, en 2014, debuté en el papel de “Rodolfo” en La Bohème de Giacomo Puccini apoyado y auspiciado por la Compañía de Ópera de Morelos con el maestro Jesús Suaste como director y con José Solé como director escénico.

El maestro Sergio Cárdenas, mi director más admirado, me impulsó para ir a Europa por primera vez y con él tuve mi primer protagónico en el mismo año y con la misma ópera en el Festival Euroclassic en Berlín.

A él le debo mi primer concierto y presentación en Europa y también a David Gowland, quien sigue siendo mi coach a la distancia, me da consejos y gracias a él y al apoyo de la Fundación Ópera Estudio Beckmann, pude presentarme por primera vez en una producción operística internacional y mejorar la movilidad teatral.

Después de haber conquistado escenarios de Rusia, Londres y Berlín, ¿qué significa para ti presentarte en México?

Es un reto muy importante porque aquí estudié y aquí se formaron y se fraguaron muchos de mis sueños profesionalmente hablando. Ahora debo traer lo que empecé a aprender en el extranjero, fomentar, cultivar y generar una semilla para acrecentar el profesionalismo a nivel operístico y teatral.

Creo, sin duda alguna, que presentarse en México y en este concierto “Velada Italiana” que estamos haciendo es un desafío muy importante y una gran responsabilidad, ya que la soprano Carla Madrid y yo somos organizadores de este proyecto además de cantar en él.

La finalidad, justamente, es seguir teniendo actividad musical que no dependa forzosamente de la invitación de las instituciones; es decir, que independientemente de que nos contraten para cantar en diversos eventos, nosotros podamos también generar los propios.

¿De qué manera influyó ‘El Príncipe de la Canción’ en tu decisión de estudiar música? ¿Qué es lo que más admiras de él?

Admiro sus grandes frases y las notas largas que hacía al principio de su carrera. Incluso hoy en día al escuchar sus conciertos en las plataformas digitales, se aprecian las modulaciones vocales de lo fuerte a lo suave y los fraseos aterciopelados que de pronto llegan a explosiones dramáticas. Me gusta su voz, su vocalidad y la forma tan elegante de hacer las melodías pese a ser un cantante de dominio popular. 

¿En qué instituciones estudiaste música y cómo fue tu experiencia en ellas? ¿Las consideras inclusivas o cómo podrías describirlas?

Estudié, además de la UNAM, en la Escuela Nacional de Música y en la parte de perfección operística en el programa Young Artists Program de The Royal Opera House en Londres. La Escuela Nacional de Música de la UNAM claro que es inclusiva. Según tengo entendido, es la primera institución que empezó a aceptar a gente con discapacidad visual y motriz.

Mientras que yo era alumno en la escuela contaba con un taller de musicoterapia para personas con distintas condiciones de discapacidad.

Mi experiencia es indudablemente muy buena y me atrevo a decir que los maestros Eduardo Mortera y Adriana Sepúlveda han hecho una gran labor para que la inclusión siga creciendo en la facultad. Es de las instituciones de música que más lo ha fomentado.

¿Cuáles son las obras musicales que más te gusta interpretar y por qué?

Me fascina cantar en ópera casi toda la obra de Giacomo Puccini, un compositor italiano muy teatral y melódico. Puccini es un compositor que permitió que la ópera de su país no solo fuera un canto que acompaña a las orquestas, sino que además formara parte de esa teatralidad. Es decir, la orquesta también dialoga con los cantantes y representa lo que dicen en la obra.

Por eso me gusta cantarla. Además, me interesa el repertorio de Charles Gounod, Georges Bizet y Jules Massenet, así como algunas obras del gran compositor italiano Giuseppe Verdi. Él sabía muy bien el lenguaje que se estilaba a principios del siglo 19.

Su obra tardía es maravillosa, sobre todo cuando aborda la parte histórica y épica. Y en el ámbito popular me gusta la obra de Armando Manzanero, de Rubén Fuentes, de Napoleón y de Álvaro Carrillo, así como las canciones de José José y algunos tríos que lo antecedieron.

¿Por qué decidiste ser cantante de ópera?

Primero quería ser cantante de música popular por la admiración hacia José José, pero al escuchar por primera vez la obra de Luciano Pavarotti cantando Nessun dorma, O Sole Mío o La donna è mobile, me impactó tanto esa manera de cantar que mientras estaba estudiando mi inspiración se transformó de querer ser un cantante de música popular a uno de ópera.

No sabía a los retos que me enfrentaba en la ópera, cuando descubrí que conjunta teatro, comicidad, tragedia, drama y farsa, me emocioné mucho, ya que se experimentan otros aspectos que van más allá del canto.

¿Cuáles son los principales retos a los que te has enfrentado en tu carrera?

Romper con el paradigma del medio. Creo que el teatro aquí en México se enfoca mucho en la parte visual. En Londres algo que aprendí con los directores de escena con quienes estuvimos trabajando es que el teatro es integral.

Incluso cuando hacen ejercicios recalcan que hay que escuchar el diálogo del compañero, analizar cómo camina, cómo respira y qué hace. No todo se reduce a la parte visual. Hablamos en mi caso por la discapacidad visual, pero en general en nuestro país hay muchas etiquetas a las que me he enfrentado en la carrera; no obstante, he tenido la oportunidad de debutar con protagónicos y con otros roles en el Cervantino.

La situación también depende de una actitud propia. Yo he crecido en un seno familiar donde mis padres y mi abuela me apoyaron al igual que otras personas cercanas. Y todo eso me ha llevado a desenvolverme con la mayor naturalidad posible y adaptándome a las circunstancias.

He tenido la oportunidad de avanzar en mi carrera y eso ha originado que haya podido viajar a otro país a experimentar, aprender nuevas cosas y romper con los paradigmas.

¿Qué sientes al cantar? ¿Qué buscas transmitir?

Siento una gran liberación. Busco transmitir, si es una ópera, lo que el personaje tiene ahí escrito; si es una canción, lo que el compositor dejó como legado. Trato de entender la pieza para después transmitir lo que está ahí y lo que artísticamente uno tiene que representar como intérprete.

A título personal busco transmitir el amor que le tengo a la música.

¿Cómo calificarías el apoyo de las instituciones a la música en nuestro país?

Es muy bajo y básico el apoyo a las instituciones culturales que tenemos en México. Hay estigmas de que la música académica en general (ópera, sinfonía, música de cámara, conciertos para orquesta), es para la gente rica e intelectual. Si bien requiere un cierto entendimiento porque la música antes de los 50s se estudiaba a través de un papel para que los intérpretes pudieran leer lo que el compositor quiso plasmar en su obra y llevarlo al escenario, ahora las grabaciones facilitan ciertas cosas.

En Alemania, Reino Unido y Francia hay un mercado muy amplio porque mucha gente tiene el gusto por la ópera y esto se fomenta desde la infancia.

El problema que hay en nuestro país es que en la secundaria la materia de música se imparte 50 minutos o dos horas a la semana, es un tiempo muy reducido y solo se ve como un medio de entretenimiento, por eso es más fácil que “pegue” lo comercial.

La música requiere de una apertura importante desde la parte mental, emocional y espiritual porque demanda una atención a la que hoy en día no estamos acostumbrados: muchas personas quieren algo que las entretenga, que las haga gritonear y aplaudir.

Es respetable, sin embargo, no lo comparto. En las escuelas no se da música y si hay es muy básica (en las privadas le dan más importancia al inglés y la computación y en las públicas tienen otros intereses).

Cuando eres adulto no estás acostumbrado a sentarte una hora y media con intermedio a simplemente escuchar, contemplar y eso ha ocasionado que el arte en general en México, el buen arte de teatro, música, pintura, literatura y escultura, no sea tan apoyado.

Existen patronatos como el de Amigos OFUNAM (Filarmónica de la OFUNAM), pero son pocos por los patrocinios. Una combinación entre sector público y privado hace falta para que pueda haber más apoyo a las artes en México.

¿Cómo te preparas antes de un concierto?

Cuido lo que como y obviamente me disciplino en los ejercicios de vocalización previamente al concierto. Como los deportistas, es necesario calentar la voz porque las cuerdas son músculos pequeños que si no tienen un tratamiento adecuado pueden recibir un daño.

Me gusta la tranquilidad, no me gusta llenarme de muchas cosas o muchos pensamientos. También memorizo lo que voy a interpretar y, si son fragmentos operísticos, pienso en los personajes.

¿Cuáles son tus próximos planes?

Presentarme con la Orquesta Sinfónica del Politécnico el Requiem de Giuseppe Verdi. La idea es producir otro concierto dentro de meses como el que estamos haciendo, pero con otro programa y compañera distintos. Grabarlos y tenerlos para seguir mandando material para otras audiciones y salir al extranjero.

Tuve la oportunidad de grabar un cortometraje titulado Ojos, dos veces boca sobre una cantante que se está preparando y el próximo otoño vamos al festival de cine de Venecia con la directora Lila Avilés. Además, va a haber un concierto en México, un proyecto que están impulsando los jóvenes que lo titularán “Ópera del Bosque” que son recitales rodeados de naturaleza.

¿Crees que la música es inclusiva?

Las artes en general son muy inclusivas y lo digo en dos vertientes: si no existiera la inclusión en la música, en las artes en general, no habría tantos géneros ni diversidad de obras musicales para todo el público.

Por otro lado, en la música académica desde el siglo 14 hemos contado con compositores como Francesco Landini, laudero, organista y compositor con discapacidad visual; John Stanley, organista con discapacidad visual, Beethoven con sordera adquirida dejó grandes obras y Joaquín Rodrigo que tiene como legado el Concierto de Aranjuez.

¿A quién dedicas tus interpretaciones?

A mi familia y también a otras energías, a otros seres que uno quiere, admira y ama, así como a la divinidad que me dio el don de la voz. El talento hay que estudiarlo y cultivarlo. Espero que la música sea una parte importante para todos nosotros y para nuestro crecimiento como seres humanos.

¿Usaste alguna tecnología para contestar esta entrevista?

Uso el sistema operativo IOS, muchos de los que tenemos discapacidad visual es el que más hemos utilizado porque es interactivo. El iphone 3 fue el primero con VoiceOver y en 2014 descubrí que tiene un lector de pantalla.

Gran repertorio

Alan Pingarrón estudió perfeccionamiento de técnica vocal con el profesor Leonardo Mortera, Master Class con Juan Diego Flores, Javier Camarena, Elina Garanca y Plácido Domingo.

En su trayectoria de 15 años ha interpretado: Réquiem de  Mozart, Réquiem de Verdi,  El Mesías de Handel, colaborado con directores como; Antonio Pappano, Vladimir Spivakov, Sergio Cárdenas, José Areán, Juan Carlos Lomónaco, Ivan López Reynoso, Enrique Barrios, Carlos Spierer por mencionar algunos, con las principales orquestas del país como la Estanislao Mejía, Filarmónica de la UNAM, Filarmónica de la Ciudad de México, Sinfónica de Xalapa, Sinfónica de Yucatán, Orquesta de Cámara de Bellas Artes, Sinfónica de Minería, ha alternado con reconocidos artistas nacionales e internacionales como Jesús Suaste, Fernando de la Mora, Rosendo Flores, María Luisa Taméz, María Katsarava, Olivia Gorra, Marcela Chacón, Aigul Akhmetshina entre otros y a nivel internacional con la The Orlando Philharmonic Orchestra; participó en el montaje de Desert In Motel con la Boston Lyric Opera.

Por Karina González Fauerman | Fotografías de Cortesía Alan Pingarrón

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