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Adrián Xel Ávalos de la RosaAdrián Xel Ávalos de la Rosa

Sueño realizado: ser chef de postres

Adrián Xel Ávalos de la Rosa tiene Síndrome de Asperger y desde pequeño supo que quería dedicarse a la repostería. Hoy trabaja profesionalmente en la elaboración y venta de pasteles.

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17 de septiembre de 2022

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Karina González Fauerman

Un día en la primaria le preguntaron ¿qué quieres ser de grande? Y su respuesta fue: “ser chef de postres”. El gusto de Adrián por la repostería comenzó en la infancia y desde entonces no ha dejado de prepararse y crear deliciosos pasteles.

Su condición, síndrome de Asperger, no lo ha limitado en absoluto, pues a sus 23 años sus ganas de aprender son enormes. Primero tomó un curso de repostería en la academia «Pilar Alonso» y durante la pandemia estudió virtualmente.

“Cuando concluyó el curso, Adrián tomaba una clase presencial y una en línea, pero al tornarse la situación tan complicada por todos los contagios empezó a prepararse vía remota, dos días a la semana.

La consigna era que la chef (y maestra) le enviara la receta con anticipación para que Adrián a su vez tuviera todos los ingredientes pesados y con el equipo listo para iniciar el trabajo, siempre con instrucciones y supervisión constante”, explica Adriana de la Rosa Orozco, mamá de Adrián.

Mientras que en la academia la atención no era tan personalizada y Adrián llegaba a perderse, al estudiar en línea los avances se evidenciaron con mayor rapidez y su talento se potenció.

Para promover su trabajo, su familia publica sus productos en Facebook. Además, abrió una cuenta en Instagram (@arcoiris_azul_pastel) en la cual comparte fotos de sus pasteles tradicionales y gourmet. Los más solicitados son los de chocolate, mousse de frutos rojos, cheesecake de maracuyá y tarta de frutos rojos con crema de chocolate blanco.

“Adrián es una persona que pone mucho empeño en lo que hace, es muy inteligente, tiene una memoria privilegiada, es muy comprometido y cuenta con una gran red de apoyo en su familia y en sus amigos más cercanos. Procuro escucharlo, atender sus intereses, estar al pendiente de sus necesidades y motivarlo en todo momento”,

agrega.

Dulce aprendizaje

Como maestra de Adrián, la chef Fabiola Nava le enseñó a preparar desde panqués, muffins y bizcochos y cremas hasta el ensamblaje de un pastel.

“Nos aventuramos en pastelería contemporánea y fue una gran sorpresa ver sus avances. Adrián les pone nombres creativos a sus pasteles (como Bosque Rojo, Jardín Púrpura o Laguna Tropical), de acuerdo a la estética y al montaje”.

Previo a la pandemia, ya habían tomado clases juntos, lo que les permitió conocer sus personalidades y mantener una buena comunicación. Sin embargo, durante el confinamiento, lo más complejo para la también licenciada en gastronomía, fue no poder ayudar a Adrián de forma directa y explicarle el proceso con total precisión para que realizara la instrucción correctamente.

“Usé muchas analogías para llegar al resultado esperado. Le decía: ‘se tiene que ver como espuma o como nubes’. Estuve al pendiente de sus procesos y mezclas, le pedía que escuchara y observara”.

A pesar de las barreras tecnológicas, Adrián ha aprendido mucho. Gracias al dominio y repetición de la técnica hoy elabora una gran variedad de pasteles.

Durante las clases, Fabiola procura que su alumno se sienta relajado y tranquilo, ya que de lo contrario se presiona y bloquea. También es importante reconocer sus logros para que desarrolle confianza en sí mismo y, si comete algún error decirle que no pasa nada, pues es parte del aprendizaje.

Por Karina González Fauerman