Adermatoglifia: condición que impide identificar las huellas dactilares

La impresión de las huellas dactilares, patrón único e irrepetible, es el método biométrico más empleado en la actualidad, pero hay personas que no pueden registrarla.

¿Te ha pasado que vas a hacer un trámite y demoras porque el lector de huellas digitales no las registra o que tu teléfono móvil tarda más tiempo en detectar esas crestas epidérmicas de tus dedos que son la clave de acceso más segura para desbloquearlo?

Lo más seguro es que seas parte del grupo de personas que desarrolla adermatoglifia, es decir, una condición que impide la identificación de las huellas digitales y que cada vez es más frecuente.

Las crestas epidérmicas, que crean el patrón único, irrepetible y permanente que te identifica, son la base del método biométrico más empleado en la actualidad y su ausencia o deterioro puede causar un problema porque no permitirá la identificación en múltiples actividades como acceder al trabajo o a teléfonos celulares, la operación de cuentas bancarias, las investigaciones criminales, y un etcétera cada vez más largo en un mundo dominado por la tecnología.

Esta condición cobra mayor relevancia cuando se piensa en el riesgo potencial de discriminación hacia la persona que la desarrolla, especialmente cuando hablamos del  registro de huellas obligatorio, pese a que en condiciones “normales” sus causas no son una decisión propia, a voluntad.

Según un estudio publicado en la Revista Médica del Instituto Mexicano del Seguro Social, la adermatoglifia se origina por múltiples causas, incluyendo las enfermedades dermatológicas, lesiones traumáticas de los dedos, denervación, quimioterapia y envejecimiento, es decir, el solo hecho de sumar años a la vida hace que una persona sea candidata al borrado natural de sus huellas dactilares.

La adermatoglifia es una discapacidad 

Cuando el escaneo de huellas dactilares es un requisito obligatorio, el escenario que tiene que enfrentar una persona con discapacidad para registrarlas puede ser complicado y discriminatorio, especialmente si se trata de una condición permanente o irreversible.

La condición, no novedosa para la ciencia porque hay registros de ella desde décadas atrás, representa un desafío tanto para quien está  interesado en registrar sus huellas como para aquellos que llevan a cabo el proceso.

Por ello, es deseable que tengan conocimiento de que algunas personas pierden o tienen deterioro de los dermatoglifos de las yemas y que, ante eso, están impedidas para llevar a cabo la identificación biométrica más usual.

En la medicina clínica, las huellas dactilares se han usado principalmente como una herramienta auxiliar de diagnóstico en una serie de trastornos netamente genéticos, como los síndromes de Down, Turner, Klinefelter, Patau, Edwards y Noonan, todos ellos enmarcados en la discapacidad intelectual.

También se utilizan en el caso de varias enfermedades que tienen algún trasfondo genético, entre las que se incluyen condiciones neurológicas (enfermedad de Alzheimer, esquizofrenia, neurofibromatosis y epilepsia), enfermedades cardíacas (cardiopatías congénitas y enfermedad coronaria), diabetes mellitus, asma bronquial, artritis reumatoide, cáncer de mama y anemia de células falciformes.

Pero, en la identificación de personas está, sin duda, el ámbito donde la aplicación de las huellas dactilares es más relevante. En criminalística y medicina forense, se les considera evidencia fundamental para identificar a las personas involucradas en hechos delictivos, sean víctimas o perpetradores y, en este caso, son un elemento clave en su historia criminal. 

Usos generalizados de las huellas dactilares en México

Como medio biométrico de identificación se emplean en el registro nacional de ciudadanos de muchos países, como sucede en México con el Instituto Nacional Electoral (INE) que desde hace años la utiliza como uno de los principales candados de seguridad en las credenciales para votar.

También, para hacer más seguras las operaciones, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores instruyó en 2017 la captura obligatoria de huellas dactilares de quienes abran una cuenta o contraten un crédito.

Esa disposición fue la punta de lanza para la creación del Servicio Nacional de Identificación Personal, dependiente de la Secretaría de Gobernación, que es el responsable de la información biométrica de más de 120 millones de mexicanos cuando sea compilada en su totalidad, según decidió la Cámara de Diputados en marzo de 2023.

Más allá, el registro de huellas dactilares es cada vez más usado en ámbitos de seguridad, conocidos como controles de seguridad formales. Ejemplo de ellos son el control de accesos y registro de entradas y salidas a empresas, dependencias de gobierno, colegios, etc. 

Además, mediante el reconocimiento biométrico dactilar se permite el acceso a documentos informáticos sensibles, dispositivos electrónicos (computadoras, teléfonos celulares), manejo de transacciones financieras, control en servicios de inmigración y aduanas, entre otros.

¿Qué tan frecuente es la adermatoglifia?

Al igual que en otros temas, en México no hay datos concretos sobre las personas que tienen esta condición. Lo novedoso en el caso es que algo similar ocurre en otros países donde suele registrarse y contabilizarse todo.
Un estudio publicado en 2012 informa que de los cerca de 24 millones de visitantes a Estados Unidos en un año, hubo una tasa de rechazo durante el proceso de verificación de huellas dactilares de entre el 1 y el 2 por ciento, debido a que durante en el escaneo, las huellas no aparecieron con suficiente claridad como para ser identificables.

En otro estudio, retrospectivo, realizado con datos del Ministerio del Interior de Líbano de 2013, se identificaron 259 personas con adermatoglifia entre los 145 mil 600 ciudadanos que acudieron a obtener su registro de identidad.

Los problemas dermatológicos fueron los más frecuentes entre las causas de adermatoglifia, afectando predominantemente a las personas en el grupo de edad geriátrica (65 años o más) y a las mujeres más que a los hombres, indica un estudio.

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