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Bárbara AndersonBárbara Anderson

36 meses y contando

A más de tres años del primer caso de Covid-19 y justo cuando se conmemora el tercer aniversario de la “sana distancia”, en México sólo hay la certeza de que nunca sabremos las cifras reales de la pandemia y su impacto en las personas con discapacidad.

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24 de marzo de 2023

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Bárbara Anderson

Este jueves se cumplieron 3 años de la Jornada Nacional de Sana Distancia. 

Esa mañana Hugo López-Gatell pisó Palacio Nacional para anunciar un plan de 4 semanas de aislamientos, es decir sólo hasta el 19 de abril: “no una pausa económica total, sino de reducir la actividad procurando no afectar a los sectores que viven al día”. Se extendieron las vacaciones escolares de Semana Santa, se definieron las actividades esenciales, se cancelaron eventos públicos y llegaron Susana Distancia y el Quédate en Casa. 

Ese 23 de marzo de 2020 había en el país, oficialmente, 316 casos confirmados de coronavirus, 794 casos sospechosos y 2 muertes. 

En Yo También decidimos informar, comenzar a trabajar en pos del periodismo de servicio para personas con discapacidad, una minoría olvidada “en la salud y en la enfermedad”. 

Había ruido, se denostaba a quienes querían saber más sobre profilaxis y prevención (se mezclaron valores morales con el sistema inmunológico de funcionarios de gobierno) sobraban las fake news y la incertidumbre. 

Decidimos informar, porque comenzamos a ver como se desbordaba el sistema de salud y la comunicación a la población, por la falta de inclusión en los temas y la escasa sensibilidad para ayudar antes de ganar clics. 

Visto en perspectiva hubo más propaganda que información de salud: se daban más clases de civismo, oratoria y hasta periodismo (condenando materiales de los medios antes de que llegaran el ciclo “Quién es quién en las mentiras” de Ana García Vilches).

Conseguimos fondos de la Embajada de Estados Unidos y su brazo educativo Comexus para hacer un video resumen diario de 3 minutos que era 100 por ciento inclusivo (intérprete de LSM en tamaño grande y subtítulos) de las conferencias sobre la pandemia que cada día, “en punto de las 19 horas” realizaba el zar epidemiológico, López-Gatell. Porque nadie pensaba en las personas que no podían interpretar las gráficas monocromáticas que se exhibían cada noche, ni qué medidas comenzaban a ser obligatorias en días siguientes. 

Decidimos informar y publicamos 7 Guías sobre Covid para personas con discapacidad y adultos mayores que nos alegró cuando vimos que fueron retomadas por el propio gobierno federal para sus portales de las secretarías de Salud y de Educación. 

Informamos cuando murió la primera menor de 25 años por Covid-19 y que era ni más ni menos que una niña de 12 años con síndrome de Down. Informamos que no importaba que ella por su condición tuviera -como se generalizó- problemas cardíacos.

Informamos cuando nadie tomaba en cuenta la salud mental y la seguridad de aquellas personas con discapacidad que formaban parte de ese enorme mar de mexicanos confinados, sobre todo niños, niñas y mujeres.

Informamos cuando los contenidos de La escuela en Casa tuvieron siempre menos accesibilidad y dejaron fuera a los alumnos con discapacidad. 

Informamos cuando la subsecretaría de Salud y su brazo distribuidor y aplicador de vacunas, la secretaría de Bienestar, jamás tuvieron en cuenta poner en la primera fila de inoculación a quienes viven con alguna condición de vida. No estaban en ningún lugar de prioridad, sólo recibieron su vacuna como todos: por orden de edad y letra de apellido. 

Informamos que no había registro de las personas con discapacidad que se contagiaron y cómo fue su evolución. Tampoco cuántas perdieron la vida a causa del virus o por otras situaciones derivadas del hacinamiento hospitalario al que llegó el país. 

Seguimos esperando los datos. 

No nos conformamos con la información oficial del total de 330 mil víctimas del SARS-CoV2, porque no es congruente con el conteo de exceso de mortalidad en esos 3 años que eleva la cifra en 140 por ciento, hasta un total esta semana de 793 mil 625 fallecimientos. 

Ni siquiera a nivel nacional hubo un auténtico informe sobre lo que funcionó y lo que no, lo que se debió hacer y lo que se hizo con resultados honestos y sin barniz político. 

Sólo sabemos ahora que sí hubo algunos privilegios en cuanto a los tratamientos y medicinas que se aplicaron a personas del gobierno federal. Y escuchamos de quienes tuvieron en sus manos la vida de 120 millones de mexicanos “no tienen nada de qué arrepentirse”. 

Hace tres años, quienes protagonizaron el manejo de la pandemia veían como máximo un confinamiento de 4 semanas, que llegaron a más de 150. De ese tamaño fue la desconexión entre realidad y perspectiva que nos brindaron. 

Nunca sabremos cuánto hemos perdido. 

Sólo podemos hablar por nosotras, por Yo también: en tres años aprendimos que informar, que ser honestas y profesionales, acercar a la población a la verdad y que la verdad nos aleja a todos del miedo y de los peligros de creer que todo se soluciona con política y discursos de la boca para afuera. 

Por Bárbara Anderson

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